sábado, 11 de mayo de 2013

La única monarquía

De todos los estados europeos España es el único que ha mantenido o reinstaurado la monarquía después de haber pasado -como los demás- por varios regímenes. Y es también el único en el que su monarquía ha traicionado al país en connivencia con dictadores, violando la ley y permitiendo que la Constitución en vigor, en un momento dado, haya sido pisoteada. Los demás estados han mantenido sus sistemas monárquicos porque las dinastías reinantes han estado antes con sus respectivos pueblos que con el invasor nazi, por ejemplo, o han respetado en líneas generales la legaliad constitucional. Cuando no ha sido así la monarquía ha sido sustituída por la forma republicana, como es el caso de Italia, Alemania, Rusia, Francia, Grecia, Portugal... Otros ejemplos puede que no sean los mejores para añadir aquí, ya porque algunos estados no existen (Yugoslavia) o porque las monarquías han caído a partir de la intervención soviética durante la II guerra mundial. Pero una vez restaurado el sistema constitucional con mayor o menor credibilidad democrática, ningún otro Estado, salvo España, ha vuelto a la monarquia.

Esto se explica facilmente: las características de la transición política española, durante los años setenta del pasado siglo, consistió -entre otras cosas- en un pacto más o menos tácito entre los reformistas de la dictadura franquista (traidores al fin a su causa) y la oposición democrática a dicha dictadura. Han tenido que pasar décadas para que los sentimientos republicanos de una parte de la población española afloren de nuevo, precisamente cuando la dinastía reinante en España ha cometido varios errores de bulto y la racionaliad sobre el sistema republicano se ha puesto de nuevo sobre la mesa.

Las legítimas y razonables aspiraciones al establecimiento de una república en España chocan en primer lugar con los graves problemas que vive el país, que logicamente estarán por delante de cualquier otra propuesta a corto plazo. A pocas personas se podrá movilizar para un objetivo abstracto cuando las necesidades más elementales están sin cubrir: trabajo, vivienda, etc. Como la economía en todo sistema capitalista es cíclica, es decir, a épocas de bonanza vienen otras de penuria y al revés, es previsible que la actual crisis económica se superará (sobre el sufrimiento de buena parte de la población) y se pueda plantear con más serenidad la forma de Estado: si monarquía o república. Pero si se llega otra vez a la bonanza económica, al consumismo y a la recuperación del empleo ¿continuará la efervescencia republicana? A una república difícilmente se llegará si no es previa descomposición de la monarquía y sin el compromiso de las grandes organizaciones políticas, que a la postre son las que arrastran al electorado a sus posiciones, aunque también puede ocurrir que las organizaciones políticas sean las que sigan a la opinión pública ¿Cuantos españoles estarían dispuestos hoy a dar la pirueta de cambiar la forma de Estado sin que se les asegure la estabilidad?

En otro orden de cosas ¿son todos de izquierdas los que se manifiestan republicanos, como generalmente se presenta este asunto? ¿No habría una derecha republicana -como hoy mismo señala el profesor Ignacio Sotelo en un periódico de tirada nacional- en cuanto se presentase la mínima oportunidad? Es a partir de la lectura del autor citado cuando se me ha ocurrido la reflexión que me ha llevado a estas letras..
L. de Guereñu Polán.

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