martes, 23 de octubre de 2018

Claudicación


La venta de armas a Arabia Saudí, estado con un régimen criminal, puede considerarse como una complicidad inadmisible para cualquier país que se califique de democrático, y da igual que esté gobernado por un partido socialista o por otro consevador. España, por lo que ha dado a entender la Comisión de Defensa del Congreso, ha claudicado en toda regla de su obligación de defender los derechos humanos y de la lucha contra el terrorismo de estado.

Ya sé los argumentos de los que defienden que se vendan armas, corbetas y otros materiales bélicos a Arabia Saudí: que los contratos ya estaban firmados por el gobierno anterior, que están afectados muchos puestos de trabajo vía la carga del mismo para los astilleros españoles y otras milongas. No sé si la “hermandad” entre la familia real saudí y la española tiene algo que ver en este asunto, pero si así fuese solo comprometen a dichas familias, aunque se vea arrastrado el Estado español y su población.

Un partido socialista no puede caer en este tipo de políticas si no es a cambio de que se le acuse de claudicar de sus principios, de que parte de su electorado se defraude y busque otros caladeros en las próximas elecciones. Por mi parte el voto no irá a ningún otro partido que el socialista, pero ya he votado nulo varias veces cuando me repuganan ciertos candidatos; en este caso el asunto que nos ocupa.

¿Cómo se puede decir que los contratos de trabajo valen más que las vidas humanas que van a perecer en la guerra de Yemen? Esto es pensar lo mismo que el señor Trump, pero yo creí que el socialismo español se diferenciaba de ese personaje también en esto. ¿Cómo se puede decir que los contratos están ya firmados con anterioridad cuando, ante evidencias criminales, se pueden denunciar sin más miramientos? Perder a un climiente como Arabia Saudí es, económicamente, malísimo, pero peor es tenerle como socio en la comisión de crímenes.

Alemania, que tiene más poder que España en la esfera internacional, que tiene una industria más saneada que la española, puede permitirse el lujo de cancelar sus ventas armamentísimas a Arabia Saudí, máxime si, como alguien ha apuntado, ya no tiene compromisos con tal estado. Pero que Alemania marque el camino, en cuyo gobierno hay socialistas, debiera servir para que España, y el resto de la Europa democrática, se uniesen en una finalidad de categoría superior. Cuando el Pleno del Congreso, como es previsible, confirme la decisión tomada por la Comisión de Defensa, se habrá tocado fondo en materia de claudicación ante criminales de postín.

No insistiré en las alternativas que existen a la venta de armas a Arabia Saudí porque se han hecho públicas por diversos partidos políticos: se pueden encontrar otros mercados y el Estado puede asumir al pago de los trabajos que están realinzándose en los astilleros españoles, planteando a la UE, comandada por Alemania, esta necesidad moral y económica. No se trata, pues, de tener que elegir entre puestos de trabjo o colaboración con un régimen criminal; se trata de buscar alternativas a un problema que no se puede intentar solucionar de la forma más fácil e inmoral. Clama al cielo la posición del PNV, que se dice un partido cristiano, cuando argumenta que la solución de este problema ha de pasar, necesariamente, por el concurso de la UE, sabiendo que no está en condiciones de hacerlo dada la situación política en Reino Unido, Italia, Hungría, Polonia y otros estados, por poner algunos ejemplos.

De una hipocresía superior es también la abstención de Ciudadanos, solo cuando supo las intenciones del PP, suficientes, con los votos del PSOE, para que la venta de armas a Arabia Saudí saliese adelante. En situaciones como esta –difíciles- es cuando se demuestra si un partido, un país, está dispuesto a dar la batalla por los derechos huamnos y por un mundo justo. Hacer pequeños gestos electorales no llega, es miserable y una claudicación en toda regla. Por mi parte me dispongo a escribir –ingenuamente- a la Ministra de Defensa, que quiso mostrarse pura y casta votando no a la investiduda del señor Rajoy. ¿Qué es peor, esto último o vender armas a los delincuentes internacionales?

L. de Guereñu Polán.

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