Sus repetidos lloros, alternados con amenazas de
ERES y posibles cierres, han ido consiguiendo apoyos públicos que solo han devenido
en otros nuevos lloros. Esta vez habría que poner término al proceso.
Empecemos por su principal argumento el coste de
su energía, que según sus responsables supone el 40% de sus costes de
producción por lo que no son competitivos por los precios que sufren, en
relación con otros países. Evidentemente la referencia obligada para una
industria calificada como gran consumidor, instalada en un país desarrollado
debe de ser otros grandes consumidores instalados en países similares, tomemos
Europa.
Según
Eurostat el victimismo de los grandes consumidores españoles, entre
los que se encuentra ALCOA, no está en absoluto justificado y tanto la opinión
pública como el Gobierno, que ha asumido como verdad inapelable esa queja permanente,
están equivocados. Nuestras empresas tienen unos costes superiores
(ligeramente) a los de países importantes como Francia, Holanda o Austria,
pero, al mismo tiempo, son más bajos que los de Alemania, Reino Unido o Italia,
son más bajos respecto tanto de la media del los correspondientes al ámbito
euro, como al del conjunto de los 28. Además, existen otros costes en los que
nuestro país está muy por debajo de la media europea, entre ellos los laborales
de forma espectacular, o la fiscalidad real sobre Sociedades.
El que esos precios se consigan por procedimientos tan
imaginativos como
los llamados “pagos por interrrumpibilidad” (a cambio las empresas autorizan al
Operador de Sistema a cortar el servicio en una determinada cantidad), no
pueden disimular el precio real final. Esas grandes empresas nunca descuentan
de su precio de la electricidad esta anómala subvención que cada año supone
varios cientos de millones de euros, 525 M€ estaban presupuestados en 2017. Claro
que es difícil que en un país en que tenemos una potencia instalada de más de
100.000 MW y una punta de demanda del orden de 40.000 MW se dé la circunstancia
prevista, de hecho no se ha dado nunca en los últimos años.
Continuemos
por ver cómo han afrontado otras empresas con instalaciones de gran consumo su
futuro competitivo. La solución
lógica para una industria que declara que el 40% de sus costes es la energía es
disponer en propiedad, o bajo su control, ese componente. Algunos
grandes consumidores europeos, y en otros países desarrollados (p/e USA) han
optado por estrategias de ahorro y autogeneración de su propia energía,
mediante inversiones en las tecnologías más avanzadas y económicas existentes
en su entorno. ALCOA ha optado por el lloro y la presión en vez de por esta alternativa.
Por cierto, la experiencia habida es
que las cesiones de la Administración, ante situaciones similares, en el abaratamiento
de costes, no solo no han consolidado la localización de la actividad y el empleo, sino que han incrementado los
riesgos del conjunto, mientras que la subvención a inversiones tecnológicas, o
el apoyo con potenciación de la I+D+i del sector en el entorno geográfico
incluso a proyectos externos han contribuido a consolidar otros sectores (CTAG
y automoción son un buen ejemplo), además de ser mucho más compatibles con la
normativa de la U.E. sobre competitividad.
Quizá no sea políticamente correcto decirlo en público,
pero mi experiencia sobre política industrial me dicta que en el caso de ALCOA
no se debe hacer ni la más mínima concesión en nada, ni en el tema energía, ni
en la aplicación a rajatabla de la normativa laboral, ni en la posible
reclamación de ayudas públicas anteriores disfrutadas, ni en la presión activa
para evitar que una multinacional, que en este caso no es europea, consiga
facilidad alguna futura en ningún estado de la U.E. para sus proyectos, y que
esa es la posición correcta. Es verdad que hay puestos de trabajo que hoy están
en riesgo, pero no es menos cierto que anteriores y generosísimas concesiones
públicas no solo no han servido para consolidarlos, sino que han sido
claramente incentivadores de prácticas que ponen en riesgo grave múltiples
proyectos industriales viables, y miles de puestos de trabajo estables.
Es más, si tuviera responsabilidades sindicales en el
tema, esa sería mí propuesta a los trabajadores de ALCOA, y a cualquier otro
que estuviera en situación similar. Mi propuesta garantizaría mejor la
viabilidad que las concesiones políticas, que durante más de 10 años, solo han
conseguido una sucesión crisis similares cada pocos meses o años, y una
reducción de la plantilla inicial. Solo deben apoyarse con subvenciones limitadas
las inversiones tecnológicas realizadas
por el propietario. Así se han consolidado otros sectores, aquí y en otras CCAA.
No ha ocurrido lo mismo con el sector aluminio, donde se han subvencionado
costes, sin otra contrapartida que la continuidad.
Octuble de 2018
Isidoro Gracia
1 comentario:
GRACIAS POR ESTA IMPORTANTE APORTACIÓN (GUEREÑU)
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