martes, 29 de mayo de 2012

El pontífice laico

El "pontífice" en mala compañía
El que dejará de ser Gobernador del Banco de España pronto ha demostrado su incopetencia sobradamente al frente de tan importante institución, pero ello no le ha impedido pontificar ante los medios de comunicación, las Cortes y allí donde se le ofreciese, generalmente contra ciertas medidas del gobierno que en su momento presidió el señor Zapatero. 

El señor Fernández Ordóñez militó en Convergencia Socialista de Madrid hace años, pero parece que de aquella influencia no le queda nada: se ha convertido, a la postre, en un tecnócrata del tres al cuarto. Fue Secretario de Estado de Economia y miembro del Fondo Monetario Internacional, organismo sobre el que nunca se le ha oído decir debe reformarse casi todo, pues ya no cumple la importante misión para la que fue creado. En vez de combatir a los colegios profesionales, residuo feudal de nuestra sociedad, se limitó a proponer algunas medidas que me gustaría saber para qué han servido. Como uno ha de ser justo creo que cumplió un importante papel en la lucha contra los privilegios de las empresas eléctricas; luego se integró en el grupo PRISA, editor, entre otros, del diario "El País": un buen periódico a mi parecer, pero la empresa ya es otra cosa, una más de las que persiguen beneficio sin demasiados miramientos. 

Cuando fue nombrado Gobernador del Banco de España, el ahora partido gobernante se opuso por su "alto perfil político". ¡Cousas veredes! Si éste hombre tiene perfil político que venga Dios y lo vea. Yo tengo otra idea de la política. No se enteró de la crisis que se avecinaba entre los años 2007 y 2008, aunque en esto no se distinguió de tanto "sabio" como hay por el mundo. No se enteró del desvalijamiento que se estaba haciendo en la banca española (Caja de Ahorros del Mediterráneo, Caja de Castilla-La Mancha, Caixa Nova y Caixa Galicia, Bankia...). Con supervisores de las finanzas como el señor Fernández Ordóñez estamos apañados, pero eso sí, pontificó a diestro a siniestro, siempre son esa sonrisita autosuficiente que no le ha valido para salir desprestigiado del envite. ¡Lástima!

L. de Guereñu Polán. 

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