sábado, 12 de octubre de 2013

Exiliados españoles en Alemania del este

Hartmut Heine es un historiador al que debemos algunos trabajos sobre el exilio español tras la guerra civil de 1936. Alemania del este fue uno de los destinos de españoles, sobre todo comunistas, aunque no en número tan grande como en Francia o México, por ejemplo. Este exilio comienza en 1950 aproximadamente, después de que los comunistras franceses fueran declarados fuera de la ley (consecuencia de la "guerra fría") y algunos españoles que estaban en Francia tuviesen que encontrar otros países de acogida.
Hay que tener en cuenta que Alemania del este no es un estado propiamente dicho hasta 1949, habiendo recibido entre tanto a millones de refugiados alemanes que fueron expulsados de los territorios anexionados por Polonia y la Unión Soviética. Las ciudades donde fueron a parar la mayor parte de estos españoles fueron Leipzig, Dresden y Chemnitz, además de la pequeña Teupitz, cerca de Berlín, donde los comunistas alemanes, dueños del país, organizaron cursillos para comunistas españoles allí enviados.

Algunos eran estudiantes, otros trabajadores manuales con o sin especialización y también hubo intelectuales. Alemania del este, tras la guerra mundial, se recuperó a base de una política económica centralizada y planificada, poniendo el acento, como en la mayoría de los países comunistas, en la industria. Sajonia fue la región más industrializada y precisamente en sus principales ciudades estaban los exiliados españoles. Cuando los años sesenta toquen a su fin, sin embargo, la economía española habrá despegado lo suficiente como para que ya no se observasen grandes diferencias entre uno y otro estado, aunque con el común denominador de que en ninguno había libertades políticas.

El Partido Comunista de España era el que daba el visto bueno para que los comunistas españoles fueran acogidos en Alemania del este -en particular- y según Hartmut Heine, el gallego Santiago Álvarez hizo de burócrata negando en ocasiones la ayuda que algunos comunistas solicitaron. Tuve la ocasión de conocer a Álvarez al dar comienzo la transición política española en Vilagarcía de Arousa; se disponía a participar en un mitin y estaba preparando los papeles que le servirían de guión. Me preguntó quien era yo (entonces toda la izquierda estaba en unos y otros actos sin distinguirse mucho) y le dije que un militante del Partido Socialista. En su disertación se mostró moderadísimo -tal y como había decidido el Comité Central- y muy condescendiente con el protonacionalismo gallego que asomaba la cabeza. Me extrañó en un comunista pero no sabía yo lo que vendría luego.

A partir del año 1970, aproximadamente, el PCE indicó u ordenó a los exiliados en Alemania del este (supongo que también en otros países comunistas y no comunistas) que regresasen a España para colaborar a la implantación del partido aquí, lo que hicieron muchos. Otros, ya viejos, prefirieron esperar la muerte en Alemania y muchos regresaron para alentar la política que luego sería la seña de identidad del último comunismo español. No sin antes haber sufrido varias escisiones, de una de las cuales nació el efímero PCE VIII y IX congreso y el dirigido por Líster PCOE (1973).
L. de Guereñu Polán. 

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