viernes, 17 de marzo de 2017

Otra visión del resultado de las elecciones en Holanda.



La sabiduría del pueblo llano tiene fórmulas explican eventos que la “ciencia demoscópica” no comprende, en estos casos es de aplicación lo de: Los árboles no dejan ver el bosque, este es uno de esos casos.

Yo no comparto los análisis que se felicitan de unos resultados y situaciones sociales “porque se ha frenado a la extrema derecha”. Un par de razones, la primera lo de “frenar” no es aplicable a unas fuerzas que han ganado espacio político y presencia institucional, y segunda porque la derivada es que, como consecuencia de esos resultados, solo son viables los gobiernos más conservadores cuyos programas evolucionan hacia medidas muy retrógradas.
Vamos, que la filosofía del “virgencita, virgencita que me quede como estoy” (otro dicho fruto de la sabiduría popular), no puede darse por válida para las víctimas del austericidio, propiciado con la disculpa de una crisis a la que han propuesto como solución, única, el recorte de derechos y medios, los mismos que son autores intelectuales de esa crisis.
Profundicemos un poco, cuales son las características comunes de los actuales partidos extremistas, me niego a aceptar el calificativo de populistas, que merece una aplicación más noble).
Una, y solo aparentemente principal, un nacionalismo más propio del tribalismo arcaico: Holanda para los holandeses, Francia para los franceses, Finlandia para los auténticos finlandeses, etc.; como todo tribalismo deviene en racismo rancio, extremado y trufado con integrismos religiosos, e incluso odio inter-clases del que llega a participar la clase media.
Dos, anti europeísmo, consecuencia lógica ya que el proyecto de Unión Europea, creación que tuvo y aún tiene  como primer objetivo salvar a la propia civilización europea del colapso, al que se vio abocada por las continuas guerras entre vecinos, que intentaban imponer su religión, su supremacía racial o los intereses de su clase dirigente, al resto de europeos, lo que está en la base filosofía  de toda tribu, el devenir histórico ha demostrado que es falso que los jefes de tribu se conformen con su propio territorio, e intentan depredar en el del vecino siempre, la U.E. es el antídoto a la propia esencia de nacionalismos trasnochados.
Y tres, contradictoriamente con sus posiciones públicas, todos estos movimientos dependen, en mayor o menor medida, de los apoyos de dos actores externos: Los EEUU de Trump y la Rusia de Putin, y no solo en apoyo político, ya que en muchas ocasiones es claro el apoyo financiero, mediático e incluso mediante acción directa (como el hackeo de redes sociales), contradiciendo así su publicitada, hasta la nausea, característica de soberanía nacionalista.
Y ahora profundicemos también en las consecuencias de estos fenómenos sociales, propiciados por las prédicas que los dueños de los grandes medios de comunicación social, los mismos que son dirigentes de las grandes corporaciones financieras y especuladoras, que exprimieron tanto a los ciudadanos de a pie que dispararon una crisis que estuvo a punto de obligar a reformas profundas del capitalismo imperante y que reaccionaron así para evitar pagar la factura de sus actos.
Primera, un importante daño en la credibilidad de las fuerzas progresistas, entre ellas las socialdemócratas, que propugnan una convivencia en la que todos los ciudadanos, y no solo los de las clases más altas, sean beneficiarios de la riqueza producida por todos. Segunda, una situación de enfado permanente y progresivo de la capa, cada vez más amplia de los perdedores y agraviados y el temor creciente de la amplia clase media a sumarse a esa capa. Y tercera, el nacimiento y crecimiento, en ese caldo de cultivo, de las fuerzas que proponen como solución los valores y actuaciones que fueron útiles a los dirigentes en situaciones de siglos atrás, para entendernos la regresión a la tribu como ámbito de seguridad.
En ese contexto sí que se entiende que amenazado el ciudadano con las penas del infierno tribal, considere un alivio el purgatorio neoliberal.
Por cierto, aprovechando la situación, nos han hecho creer que las directivas y demás normativas europeas, elaboradas con una relación de fuerzas muy favorable a las fuerzas más conservadoras y retrógradas son irreversibles y no modificables, con una relación de fuerzas diferente en el Parlamento y Comisión europeos, más progresistas y sin modificar los Tratados, también mejorables con unas relación de fuerza más progresista, en el conjunto de los los gobiernos de los estados miembros de la U.E.

Isidoro Gracia

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