viernes, 25 de mayo de 2018

LA HORA DE LA DIGNIDAD.



Se ha alcanzado un punto en el que lo que ya está en juego y en riesgo extremo es la dignidad ciudadana, la integridad moral del país, y la ética. La democracia no puede seguir siendo indecorosamente humillada y degradada. No se puede seguir sometiendo a España al bochorno interno y exterior. Ni seguir deshonrando el sentido de una presidencia democrática. No es momento de toma y daca de intereses de partido, anteponiendo sus estrategias a la necesidad de una respuesta adecuada al momento político.  
No puede estar un día más en La Moncloa quien mintió reiteradamente, convivio imperturbable con la corrupción, agredió sin pudor a las clases más desfavorecidas y al dictado de los poderosos agigantó la brecha social a niveles desconocidos. Un Presidente que mostró despreció absoluto por los derechos civiles y sociales… Que jugó constantemente con la Justicia para favorecer la impunidad, pero ni aun así pudo evitar que aflorase y se pensase la ignominia.  
Treinta y tres años de cárcel al tesorero delincuente al que animaba el Presidente del Gobierno de España por un medio electrónico. Un Presidente, cuyas  palabras cuando pisó los tribunales (la primera vez que un presidente de España en ejercicio se ve obligado a enfrentarse a un juez), no eran verosímiles. Ni en sede judicial concilió con la verdad, según pone en evidencia la sentencia. Un Presidente, que su vez preside un partido, que es el único en democracia condenado por operaciones corruptas. Un Presidente bajo cuya dirección los discos duros de los medios informáticos de su organización son destruidos a martillazos ante la llegada inminente de los investigadores policiales. Un rosario de tropelías que ponen en evidencia a sus autores: ex-ministros, segundos de ministros, alcaldes, diputados, eurodiputados, gobiernos de autonomías, colaboradores y amiguetes diversos… Todos protagonistas en la macabra danza de saqueo y corrupción… Un Presidente que se ahoga en una marea imparable pataleando agónico en el fango, incapaz de hacer pie ante cada nueva ola…al tiempo que ve como varios de sus ministros o altos cargos son reprobados por el Parlamento.
 Un Presidente que del brazo de su partido hizo lo  imposible para enconar el tema de Cataluña… Que fue escasamente leal en la lucha contra ETA…Que formó parte del gobierno  que quiso engañar al país el 11-M mintiendo con el mayor de los cinismos hasta quedar en evidencia… Un Presidente que Intenta exonerarse atribuyendo al Sr. Aznar la corrupción… Pero que bajo la presidencia del que él considera padre de todas las corrupciones, ejerció como  Vicepresidente del Gobierno, Ministro del Interior, Ministro de Cultura, de Administraciones, Portavoz del Gobierno, y coordinó campañas electores a nivel partidario del que era entonces vicesecretario general… Que fue nombrado a dedo por el  Sr. Aznar  como candidato. Si, el mismo Sr. Aznar, del “milagro económico” de la burbuja inmobiliaria y enajenamiento de gran parte del patrimonio púbico entre amiguetes… ese caballero que mintió con todo cinismo en el Parlamento sobre las armas de destrucción masiva y que presidió un gabinete en el que el Sr. Presidente M punto Rajoy  usted estuvo siempre, y del que 14 de sus ministros, doce tuvieron o tienen cuentas muy graves con la Justicia…
Es indispensable, por un mínimo de higiene cívica y salud pública, por decencia y por respeto a la ciudadanía arbitrar desde la Ley y la Constitución las medidas para que este  Presidente y el partido en que se aúpa, -un mecanismo declarado por la Audiencia Nacional  “que como persona jurídica, a título lucrativo ha sido beneficiario de un sistema de corrupción institucional”-,  ocupe un  día más el Palacio de La Moncloa.
En cuanto a las declaraciones de M punto Rajoy…y de su escudero Maillo tras conocer la censura registrada en el Parlamento…son casi tan patéticas, estrafalarias o irreales como la “Operación salvar al soldado Rajoy” por parte de los medios audiovisuales subordinados al gobierno popular.
El recorrido de la moción podrá ser incierto. Lo que ya no es incierto es que la decencia, el decoro, la honorabilidad y la dignidad han abandonado espantadas el Palacio de la Moncloa. 

 Antonio Campos Romay

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