lunes, 17 de junio de 2019

Cosas de ediles


Me entero de que el único concejal electo en una villa extremeña, de un partido de izquierdas, ha sido investido alcalde con los votos de dos partidos de derechas. Supongo que gobernará con el programa de estos partidos. En otros Ayuntamientos se ha producido uno de los acuerdos más absurdos que se pueden imaginar: que gobierne un alcalde dos años y otro, de distinto partido, los otros dos: ¿con que programa? ¿o no hay programa y la cosa va de poltronas exclusivamente? ¿será el alcalde de los dos primeros años oposición al de los dos segundos? Un enigma.

En una villa alavesa los de un partido independentista (ligado hasta hace unos años al terrorismo etarra) se han dejado encantar por el partido de derechas de la localidad, en lo que demuestran pocas convicciones unos y otros: lo importante es tener mando. En una Comunidad Autónoma de mi país, un partido de izquierdas que ha cogobernado con otro, también de izquierdas, ha desaparecido del arco parlamentario, lo que no deja de ser curioso respecto de la gestión realizada y de la decepción causada a los electores.

En la gran Barcelona la alcaldesa de los últimos cuatro años se despedía entre sollozos, hasta que un aventajado electo, de un partido híbrido, le ofreció sus votos con tal de que la alcaldía no cayese en manos de un partido independentista. La cosa le salió bien a la alcaldesa saliente, que ahora vuelve a ser entrante, y ya se apresta a colocar lazos amarillos en el balcón principal para contentar a los defraudados…

Un concejal de extrema derecha juró su cargo con un gran crucifijo en sus manos y diciendo que aceptaba la Constitución contra su conciencia, de la misma forma que otros la prometen “por imperativo legal” y otras perlas. Si el mero hecho de ser elegido cargo público –por ley- entrañase aceptar la Constitución, no haría falta ceremonia de promesa o juramento, con lo que nos libraríamos de tanta bobada.

El exalcade de una ciudad murciana (socialista) se enfadó tanto que desde el balcón del Consistorio arengó a sus fieles diciendo que el pacto de los tres partidos de derechas para desalojarle habría de combatirlo a puñetazos… Creo que no ha aprendido nada.

También están los sueldos que se ponen los alcaldes: más de 100.000 euros al año no pocos, como si tuviesen más necesidades que el Presidente del Gobierno y el común de los mortales. No pocos –me consta- llegan a los sillones edilicios en busca de una remuneración que les compense de tanta lucha para conseguir engrosar las candidaturas, aunque también los hay generosos y ejemplares, siendo incluso más en número que los anteriores. El alcalde de Madrid, por ejemplo, ha querido compensar su pequeñez con un suculento sueldo, y así mismo ha pactado buenas remuneraciones para sus socios de gobierno.

Va siendo hora de que el Estado (es decir, todos) se plantee regular por ley el sueldo de los cargos públicos, que siendo necesarios, no pueden pasar de unos límites que se consideren decentes. Estas remuneraciones son excesivas y sus beneficiarios, indecentes, como aquella alcaldesa de una villa marinera gallega que, procediendo de la honrosa profesión de redera se puso un sueldo de 120.000 euros. Vino el Presidente de la Xunta, conmilitón de ella, y le obligó a rebajárselo sustancialmente.

El alcalde electo de una ciudad gallega, que no parece tener ideología alguna, ha discurseado ante los demás concejales después de hacerse a sí mismo una fotografía a modo de burla general. Pero no parece que nos esperen casos como el de una ciudad andaluza que, andando el tiempo, tuvo la frente de su Ayuntamiento, a un sinvergüenza tras otro, comprometiendo en sus delitos a no pocos funcionarios.

Los Ayuntamientos y las Comunidades Autónomas tienen una importante función que realizar, toda vez que los gobiernos de los Estados se encuentran atados por el poder que ejercen los grandes dueños del dinero, que son los que realmente gobiernan al conjunto de la población. En cambio, adecentar barrios, destinar espacios públicos para todos, promover viviendas para los más necesitados, atender servicios básicos, promocionar la cultura, organizar fiestas donde se socializa la comunidad, construir infraestructuras para las empresas y las personas, estas cuestiones no suelen ser discutidas por los que mandan en la economía mundial. Muchos de los servicios que reciben niños y ancianos vienen de los Ayuntamientos y las Comunidades Autónomas, constreñidos como están los gobiernos de los Estados por los límites que les imponen los especuladores y los grandes financieros.

En España hay muchos más Ayuntamientos de los que son necesarios; algunos no disponen de recursos ni para pagar al personal, sobre todo en algunas provincias del interior, pero también de la periferia. No existe esfuerzo alguno en reducir el número de concejos y, los casos en los que algunos se han unido, son ejemplos que se debieran seguir. Ayuntamiento viene de “ayuntar”, juntar, por lo que seguir ese ejemplo se hace absolutamente necesario.  

Más de 2.700 municipios españoles tienen, cada uno, menos de 500 habitantes, y más de 1.000, menos de cien habitantes, bajando su población durante los últimos diez años. Sobran más palabras.

L. de Guereñu Polán.


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