Me entero de que el
único concejal electo en una villa extremeña, de un partido de izquierdas, ha
sido investido alcalde con los votos de dos partidos de derechas. Supongo que
gobernará con el programa de estos partidos. En otros Ayuntamientos se ha producido
uno de los acuerdos más absurdos que se pueden imaginar: que gobierne un
alcalde dos años y otro, de distinto partido, los otros dos: ¿con que programa?
¿o no hay programa y la cosa va de poltronas exclusivamente? ¿será el alcalde
de los dos primeros años oposición al de los dos segundos? Un enigma.
En una villa alavesa
los de un partido independentista (ligado hasta hace unos años al terrorismo
etarra) se han dejado encantar por el partido de derechas de la localidad, en
lo que demuestran pocas convicciones unos y otros: lo importante es tener
mando. En una Comunidad Autónoma de mi país, un partido de izquierdas que ha
cogobernado con otro, también de izquierdas, ha desaparecido del arco
parlamentario, lo que no deja de ser curioso respecto de la gestión realizada y
de la decepción causada a los electores.
En la gran Barcelona la
alcaldesa de los últimos cuatro años se despedía entre sollozos, hasta que un
aventajado electo, de un partido híbrido, le ofreció sus votos con tal de que
la alcaldía no cayese en manos de un partido independentista. La cosa le salió
bien a la alcaldesa saliente, que ahora vuelve a ser entrante, y ya se apresta
a colocar lazos amarillos en el balcón principal para contentar a los
defraudados…
Un concejal de extrema
derecha juró su cargo con un gran crucifijo en sus manos y diciendo que
aceptaba la Constitución contra su conciencia, de la misma forma que otros la
prometen “por imperativo legal” y otras perlas. Si el mero hecho de ser elegido
cargo público –por ley- entrañase aceptar la Constitución, no haría falta
ceremonia de promesa o juramento, con lo que nos libraríamos de tanta bobada.
El exalcade de una
ciudad murciana (socialista) se enfadó tanto que desde el balcón del
Consistorio arengó a sus fieles diciendo que el pacto de los tres partidos de
derechas para desalojarle habría de combatirlo a puñetazos… Creo que no ha
aprendido nada.
También están los
sueldos que se ponen los alcaldes: más de 100.000 euros al año no pocos, como
si tuviesen más necesidades que el Presidente del Gobierno y el común de los
mortales. No pocos –me consta- llegan a los sillones edilicios en busca de una
remuneración que les compense de tanta lucha para conseguir engrosar las
candidaturas, aunque también los hay generosos y ejemplares, siendo incluso más
en número que los anteriores. El alcalde de Madrid, por ejemplo, ha querido
compensar su pequeñez con un suculento sueldo, y así mismo ha pactado buenas
remuneraciones para sus socios de gobierno.
Va siendo hora de que
el Estado (es decir, todos) se plantee regular por ley el sueldo de los cargos
públicos, que siendo necesarios, no pueden pasar de unos límites que se
consideren decentes. Estas remuneraciones son excesivas y sus beneficiarios,
indecentes, como aquella alcaldesa de una villa marinera gallega que,
procediendo de la honrosa profesión de redera se puso un sueldo de 120.000
euros. Vino el Presidente de la Xunta, conmilitón de ella, y le obligó a
rebajárselo sustancialmente.
El alcalde electo de
una ciudad gallega, que no parece tener ideología alguna, ha discurseado ante
los demás concejales después de hacerse a sí mismo una fotografía a modo de
burla general. Pero no parece que nos esperen casos como el de una ciudad
andaluza que, andando el tiempo, tuvo la frente de su Ayuntamiento, a un
sinvergüenza tras otro, comprometiendo en sus delitos a no pocos funcionarios.
Los Ayuntamientos y las
Comunidades Autónomas tienen una importante función que realizar, toda vez que
los gobiernos de los Estados se encuentran atados por el poder que ejercen los
grandes dueños del dinero, que son los que realmente gobiernan al conjunto de
la población. En cambio, adecentar barrios, destinar espacios públicos para
todos, promover viviendas para los más necesitados, atender servicios básicos,
promocionar la cultura, organizar fiestas donde se socializa la comunidad,
construir infraestructuras para las empresas y las personas, estas cuestiones
no suelen ser discutidas por los que mandan en la economía mundial. Muchos de
los servicios que reciben niños y ancianos vienen de los Ayuntamientos y las
Comunidades Autónomas, constreñidos como están los gobiernos de los Estados por
los límites que les imponen los especuladores y los grandes financieros.
En España hay muchos
más Ayuntamientos de los que son necesarios; algunos no disponen de recursos ni
para pagar al personal, sobre todo en algunas provincias del interior, pero
también de la periferia. No existe esfuerzo alguno en reducir el número de
concejos y, los casos en los que algunos se han unido, son ejemplos que se
debieran seguir. Ayuntamiento viene de “ayuntar”, juntar, por lo que seguir ese
ejemplo se hace absolutamente necesario.
Más de 2.700 municipios
españoles tienen, cada uno, menos de 500 habitantes, y más de 1.000, menos de
cien habitantes, bajando su población durante los últimos diez años. Sobran más
palabras.
L. de Guereñu Polán.
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