lunes, 20 de septiembre de 2010

LOS SINDICATOS, LA ESCLAVITUD Y LA HISTORIA

Creo que fue Nelson Mandela quien dijo: Como la esclavitud y el apartheid, la pobreza no es natural. Es obra del hombre, y puede ser superada.
En estos momentos los pobres y explotados han visto como una de sus líneas de defensa, los partidos socialdemócratas, ha sido sobrepasada por “el mercado”, y sus dirigentes políticos, vencidos por las grandes corporaciones y especuladores, abandonan un amplio terreno de las conquistas del “estado de bienestar”. Terreno en el que los pobres y los explotados, encontraban refugio para sus necesidades más imperiosas de justicia distributiva (educación, sanidad y pensiones, casi suficientes y de calidad).
En estos momentos todos podemos ver como abundan los ataques contra la segunda, y posiblemente última, línea de defensa: los sindicatos. Por ello es adecuado recordar que en la historia, bastante reciente, el final jurídico de la esclavitud y el nacimiento de los sindicatos coinciden en el tiempo, y no por casualidad (al comienzo del siglo XIX). Solo unos años más tarde nacen los partidos que defienden los intereses de clase.
La historia demuestra también que la limitación de la jornada (las famosas 8 horas), la prohibición del trabajo de los niños, la protección de los trabajadores enfermos o accidentados, etc., es fruto de la acción sindical.
Los logros nunca fueron fruto de la generosidad de los poderosos, siempre fueron logrados por la fuerza, cuando la relación de fuerzas favorecía las posiciones sindicales. Durante un tiempo el capitalismo egoísta, temeroso de una alternativa cierta: el Comunismo, alternativa que cuestionaba sus sagradas posesiones materiales, cedió poco a poco a alguna de las pretensiones de los socialdemócratas. La crisis ha debilitado las posiciones institucionales de los partidos progresistas y está siendo utilizada por los poderosos para recuperar parte del terreno cedido.
Pero atención, si la relación de fuerzas hace que los sindicatos se vean también superados, la historia nos recuerda que el final del camino de retorno no es ni siquiera la pobreza sino la esclavitud.

Septiembre de 2010

Fdo: Isidoro Gracia (DNI 7752400C)

2 comentarios:

Maia Leiro dijo...

Estoy en cierta parte de acuerdo con lo publicado con el señor Gracia, pero matizaría un par de cuestiones. La socialdemocracia no es ninguna defensa para los trabajadores, ya que, en lo que se refiere a la actualidad, está integrada por burgueses y señoritos a los que poco o nada interesa la gente de a pie, vendidos a las multinacionales a cambios de puestos en consejos y comisiones. Muestra de ello es que no haya en las ejecutivas del Partido Socialista ni un solo trabajador, y que estas estén formadas por médicos, funcionarios, catedráticos, jueces y, sobre todo, abogados; todos ellos Clase alta que nada sabe de los sufrimientos del trabajador, pero lo que es aún peor, cada día más, estas ejecutivas, se nutren de gente que vive de la política y cuyo primer empleo ha sido el cargo y el coche oficial, pagados con sueldazos e inmejorables pensiones, ¿y pretendemos que esos señoritos sean los que miren por una clase trabajadora de la que desconocen todo? La izquierda pide a gritos un nuevo partido que, como indico Pablo Iglesias en los fundamentos del PSOE, represente a la clase trabajadora y trabaje por la clase trabajadora.

L. de Guereñu Polán dijo...

UGT y CIG -si no me equivoco- son los dos sindicatos, junto con alguno otro corporativo, que firmaron un acuerdo con el Ministerio de entonces para favorecer a una minoría de opositores en el sector de la enseñanza y dejar en la estacada a una mayoría de los mismos, los licenciados en paro. Flaco favor a la democracia y al sindicalismo de clase. Buen favor al caciquismo de los mejores tiempos. De tal naturaleza fue aquel acuerdo que propició el que opositores con un 5 de nota final ganasen plaza mientras que los de nota 10 quedasen fuera, que los que de la nota 10 pasasen a engrosar listas de espera por detrás de los que habían obtenido nota 0 en la anterior convocatoria... por el solo hecho de haberse presentado un año antes. El pacto caciquil propició que la minoría seleccionada por los sindicatos nombrados arriba NO tuviesen que sufrir uno de los exámenes, que podían sustituir por un informe de diez folios, CUYA AUTORÍA NO TENÍAN QUE DEMOSTRAR, y que juzgó una comisión al margen del Tribunal (¡¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!!!!). Dicho sistema pactado aciciquilmente y sin el mínimo rubor propició que opositores que no tenían la menor intención de aprobar las oposiciones les bastase con presentarse para pedir al Tribunal un certificado que les valdría para renovar el contraro con la Admistación un año más. Esto solo lo podían hacer los que ya estaban en el sistema (los interinos) no los licenciados en paro, que debían sacrificarse estudiando si querían... perder el tiempo porque con dicho sistema era harto improbable que pudiesen ser aprobados. Se insaculaban 5 bolas (cuantas más, más se favorece al que ha estudiado pocos temas) en vez de 3 como siempre fue; se primó al que no estudiaba, se dejó en la estacada al que se preparó a conciencia porque no tenía puntuacion en la fase de concurso. Esta fase se primó con un 40% sobre el total, mientras que a la oposición propiamente dicha le quedaba en 60% restante. Si un opositor ha conseguido el certificado del que hablábamos antes durante muchos años tendría muchos puntos para concursar; el que estudio encarnizadamente y todavía no estaba en el sistema, pero quería estarlo por derecho propio, no podía acceder porque dicho sistema no el favorecía: ¿que digo favorecía? Lo excluía en la práctica. Hay Dios, ¿cuando volverá un verdadero sindicalismo sin burócratas y con personas convencidas de los verdaderos valores democráticos...?