miércoles, 9 de noviembre de 2011

La privatización del desempleo

Ahora que está de actualidad hablar del debate electoral que tuvo lugar entre los líderes de los dos partidos mayoritarios, me gustaría recalcar uno de los temas que se trataron, pero que no se explicaron, el llamado “modelo austriaco”, que propone en buena medida el programa del Partido Popular. Este consiste en la creación de una especie de fondo de ahorro personal de cada trabajador, creado con una aportación sustraída del salario de este, que será utilizado para pagar su desempleo en caso de despido. De esta manera se le evitarían a las empresas las indemnizaciones y al Estado el gasto por subsidios de desempleo, además de, supuestamente, flexibilizar y liberalizar el trabajo, como pide la Patronal. Eso sí, no se explica quien gestionará esos fondos, que me temo puedan acabar siendo privados o privatizados.

Pero lo curioso de todo esto, y lo que realmente me atemoriza, es que este modelo “moderno” y “actual”, dice el Señor Rajoy que hay que mirar al futuro, es el mismo que proponía el Partido Liberal en el I Congreso Nacional Sociológico de 1883, siglo XIX, a través de Daniel Balaciart, que afirmaba que el trabajador debería “crear un fondo de reserva para necesidades futuras detrayendo excedentes de su salario”, teoría del “individualismo liberal” que se oponía a que el Estado interviniese en ayudas sociales, ya que “las pensiones y la caridad fomentan la holgazanería y la inmoralidad y deberían desaparecer”. Por contra, afirmaban que “la caridad oficial es socialista y hace concebir al individuo la seguridad de un refugio y le da con ella un pretexto para no sujetarse a las privaciones del ahorro”. En fin, los liberales de siempre con la especulación que ahora permitirían unos fondos de desempleo camino de la privatización.

Guillerme Peres

2 comentarios:

X.X. García dijo...

Comparto plenamente la aguda observación del compañero Guillerme. Es curioso que haya quedado apeada del "debate del 2011" una valoración de este "modelo austríaco". Pero, ¿en qué contexto laboral pretenderían que bailásemos un vals? Nos presentan un panorama de redistribución de la jornada laboral, de movilidad geográfica o funcional de los trabajadores, de cambios en las tablas salariales, de la posibilidad de que las empresas revisen los sueldos al margen de las cláusulas de subida salarial fijadas en los convenios (el "descuelgue laboral"). Y, para rizar el rizo, se abarata el despido, colocándolo en unos 20 días de indemnización que todavía parecen provisionales. Por esto mismo, efectivamente, habría que valorar si conviene a los trabajadores, en un contexto así, tragar una receta de 1883 como si fuese un amargo purgante para el 21-N. Entonces ya no habrá cámaras ni flashes en la alfombra roja, sino el estreno de la película: desregulación del mercado, limitación del papel de los representantes de los trabajadores y, "patapún parriba" (como los goles que deseaba Javier Clemente), reducción de los derechos sociales. Este era el gancho de izquierda que le propinó el peso pesado Rubalcaba a la quijada liberal de Rajoy, que sabe muy bien que su victoria vale más por lo que calle que por lo que diga. Nada de demagogias ni de revelar curas de caballo macroeconómicas. Nada de ir por lana de economista y salir trasquilado (como Manuel Pizarro debatiendo con el ministro Pedro Solbes en la campaña de 2008). La "hoja de ruta" ya está trazada, y el presidente de la CEOE, Juan Rosell, sólo tuvo que poner las piezas de Rajoy en el tablero de ABC, el pasado 4 de septiembre: ligar el salario a la productividad ("una parte fija y otra variable, en función de lo que tengan que aportar"), reducción al mínimo del gasto público, implantación del copago sanitario, fuera convenios sectoriales frente a los de empresa...E, incluso, ir más allá: reforma del Estatuto de los Trabajadores y aprobación de Ley de Huelga. Con lo cual, ganando el PP las elecciones, como parece previsible, habrá motivos más que fundados para pelear por lo que queremos...y también por aquello que nos arrebaten. Pienso que se abrirá una verdadera segunda Transición, más autoritaria y con mucho menos consenso que la primera. Pero seguro que don Mariano levantará la vista de sus fichas, fruncirá el ceño y dirá enojado: "todo eso que usted me dice son insidias, insidias, insidias..."

Saúde e República

L. de Guereñu Polán dijo...

Me ha gustado el artículo. En poiopoio.blogspot.com hay dos artículos "Tiempo gris" y "¿El gran festín?" que abordan temas más generales pero relacionados con esto. Un saludo.