Mucho menos lo dice Montesquieu, a quien todo el mundo cita, en especial los jueces en defensa de sus posiciones, como padre de la idea de la separación de poderes, el también sostenía algunas otras ideas que completaban su exposición y que son ignoradas por quienes reclaman una independencia en unos términos que el filósofo y jurista jamás propuso. Siendo consciente que quien dispone de poder tiende a ampliarlo con inclinación a abusar de él, lo que proponía era que concretamente este poder no fuera ejercido por nadie de forma permanente ya que “así el poder de juzgar, tan terrible en manos del hombre, no estará sujeto a una clase determinada, ni quedará exclusivamente en manos de una profesión”. Así pues el mismo filósofo y jurista, y otros que forjaron las bases de las democracias modernas, establecían que el origen de todo poder es el pueblo, sujeto a quien todos los poderes están supeditados, y más, eran radicalmente contrarios a alguna de las prácticas de quienes hoy reclaman su amparo, ya que es claro y evidente que la administración de la Justicia ha quedado en exclusiva en manos de una profesión.
También establecía algunas reglas básicas entre las que se encuentra una que hoy es muy pertinente: “No hay libertad si un poder del Estado se le encomienda a una única fuerza social o a un único órgano estatal”
El obligado paso periódico por urnas del Parlamento y del Gobierno hace que los ciudadanos dispongamos de mecanismos que nos permiten apartar del ejercicio del Poder a quien no está de acuerdo con lo que la voluntad de la mayoría demanda, pero esa voluntad mayoritaria no encuentra vías para controlar la Judicatura, que encuentra mecanismos para perpetuarse en manos de una clase y una profesión determinada, y los hechos demuestran que tendentes a ideas no muy democráticas.
Hoy, si un tribunal, formado por Montesquieu, Rosseau y el empirista Locke, pasara examen a la Democracia española (y a otras muchas), la nota sería: necesita mejorar.
Febrero de 2012
Fdo. Isidoro Gracia Plaza
1 comentario:
Creo que en la actual situación de España hay un plan, perfectamente urdido, para que jueces, Iglesia, extrema derecha y Partido Popular frenen cualquier avance que se haya producido y se produzcan las contrarreformas necesarias que disciplinen a una población que se ha visto decepcionada por la izquierda. Vencer aquella coalición no será fácil.
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