Un Gobierno puede haber sido elegido democráticamente, puede tener legitimidad, puede cometer errores, puede incluso defraudar a los ciudadanos, o a una parte del cuerpo social, pero un Gobierno -dentro de ciertos límites- no puede nunca llegar a ser indigno. Y el actual está en ese camino: está acercándose a la categoría de la indignidad.
Pretender que da solución al problema de una ley hipotecaria injusta (que ningún Gobierno anterior ha reformado en profundidad) recomendando a los bancos un código de buenas prácticas ("recomendando") condonando la deuda mediante la entrega del inmueble en dación, siempre que todos los miembros de la familia afectada estén en paro (en síntesis) es no ya una tomadura de pelo; es tener una mísera manera de concebir la acción política, es una indignidad en toda regla. Máxime si se sabe que los bancos que se acojan a aquella "recomendación" gubernamental serán beneficiados fiscalmente por el Estado. Un Gobierno de banqueros y sus amigos retrógrados toma una medida que beneficia a los banqueros y a los más retrógrados de la sociedad. Pero esta medida no va a ser solución para ningún caso de persona que se encuentre sin poder amortizar su crédito hipotecario.
Legislar de esta manera es como hacer que el esclavo rinda culto al señor por no maltratarle. Legislar de esta manera e no ya inmoderado, es una burla a la sociedad a quien se presenta. ¿Para eso queremos juristas, sociólogos, banqueros, economistas, profesores de universidad y otras milongas en el Gobierno? Podrían haberse ahorrado su campaña electoral, sus mentiras, sus miserias, su indignidad.
El Gobierno de España ha empezado mientiendo; ha seguido reprimiendo; se burla día a día, se jacta de que ha ganado las elecciones sin saber que una cosa es ser depositario de la confianza de un sector de la población, por muy mayoritario que sea -que no lo es- y otra tener autoridad. La autoridad, decían los antiguos, se distingue del poder. El poder se ejerce por la fuerza de que se dipone: el amo para con el esclavo o el siervo; la autoridad es un concepto moral. Se tiene si se respeta al administrado, al diudadano; no si se le denigra con medidas como la que aquí comentamos. Es un escarnio, es una burla que la sociedad debe denunciar, nos afecte directamente o le afecte al vecino. Los próximos seremos otros. ¡Que mal lo han hecho los de antes para que nos haya caído esta peste!.
L. de Guereñu Polán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario