martes, 27 de marzo de 2012

¿Quien se fía de Obama?

Uno de los grandes problemas que tiene la humanidad en materia de derechos humanos es la existencia de pena de muerte en muchos países, algunos de los cuales llevan el título de democráticos. Es sabido que las sociedades responden de forma muy diversa ante la indignación que provocan algunos crímenes, pero no suelen indignarse por "crímenes" cometidos día a día, al socaire de un sistema económico injusto como el capitalista.

Según Amnistía Internacional, de 198 países que han condenado a reos a la pena capital, solo 20 la han ejecutado en los últimos años; entre ellos China, Irán, Arabia Saudí, Irak, Bielorrusia y Estados Unidos. ¿Quien le diría al Estados Unidos del señor Obama que estaría en un "ranking" con países tan odiados por la clase media norteamericana como los citados? 

Está pendiente que el Parlamento norteamericano apruebe o no la ley sanitaria propuesta por el presidente Obama; éste mismo no tuvo inconveniente en cometer un crimen de estado cuando se dio caza, literalmente, al terrorista bin Laden, para colmo de males en territorio que no estaba bajo la jurisdicción de Estados Unidos, con lo que se violaron dos normas del derecho internacional al mismo tiempo. Estados Unidos es el único país del G-8 donde se sigue ejecutando a reos a la pena capital, como si el ser humano fuese dueño de la vida de otros seres humanos. 

Sobre todos estos asuntos, ¿que ha dicho el premio Nobel de la paz señor Obama? Nada. Léanse los periódicos, repásense las páginas web, échese un vistado a todo tipo de información sobre estos graves asuntos y se verá que el demócrata Obama no ha movido un dedo en los más de tres años de mandato al frente del país más poderoso del planeta. 

Con la amenaza del Tea Party y los republicanos estadounidenses en el próximo noviembre (mes electoral en Estados Unidos) es de desear que el señor Obama vuelva a ganar las elecciones (al menos esta es mi opinión y deseo) pero ello no quita para que allí donde haya una voz dispuesta a hacerse oir se denuncien las carencias de un político, la cobardía de un presidente y la crueldad de un sistema. 

L. de Guereñu Polán.

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