lunes, 30 de abril de 2012

La increible historia del país menguante.

Erase una vez un país que cada día que pasaba, menguaba en derechos. Un país en el cual el Gobierno más reformista de su corta democracia llevaba ya un buen tiempo queriendo hacerle creer a sus ciudadanos que la sanidad pública era deficitaria e insostenible y que la participación de las empresas privadas era necesaria. En ello había poca verdad y mucha falsedad.

En ese país, llamado España, el sistema sanitario, probablemente el más barato y con mejor asistencia de Europa (porque, si no, vendrían a operarse aquí los jubilados alemanes), se sostiene en la llamada “Caja Común” de todos los ciudadanos. El problema viene cuando los beneficios fiscales a las empresas, la tributación al 1% de las grandes riquezas, los perdones a los defraudadores y sobre un 20% de economía sumergida que no se persigue (no hablemos de los equipos de fútbol), hacen que ese bote de todos se resienta, ya que esta siendo sostenido por la clase trabajadora, la que menos puede aportar. A partir de ahí, la solución es sencilla. Pero la opción parece ser otra, la de seguir beneficiando a los que más tienen y empobreciendo al resto de la sociedad, pues, siendo la sanidad “deficitaria”, ¿Por qué en manos de gestores privados iba a dejar de serlo? La explicación es obvia, porque no se van a prestar los mismos servicios y calidad, ni al mismo precio, porque además, una empresa privada siempre ha de sacar beneficio (lo que no precisa la pública, cuyo cometido es el servicio no el beneficio). Parece ser que la primera comunidad en dar este paso hacia el desfiladero, Galicia va en camino, será la valenciana. Pues, me aventuro a decir que dentro de unos años el erario público estará recomprando a la empresa privada, a un precio desorbitado, un sistema sanitario anémico y destrozado, verdaderamente insostenible. Pero, entre medias, alguien se habrá hecho más rico... a nuestra costa. Dentro de unos meses, mientras Rajoy y sus secuaces vuelan en primera clase y preparan sus discursos de “apretarse el cinturón” en sus acolchados coches oficiales, una pensionista, con cuarenta años trabajados, estará haciendo cuentas de cuanto le costará la ambulancia que la lleve a tratar su desgracia a un hospital, y tampoco podrá ahorrarse un café, tras una larga mañana.

Guillerme Peres

1 comentario:

X.X. García dijo...

¡Qué ilusos fuimos! Después de un largo camino, habíamos llegado a vislumbrar las puertas de la equidad, la solidaridad, la justicia social. Incluso, en algún tiempo pasado, pudimos pisar el umbral, con tanto esfuerzo como entusiasmo. Pero se han dado prisa en venir a deportarnos, a dejarnos sitiados, como señala certeramente el compañero Guillerme, en un mundo que va menguando, peligrosamente, en derechos, en salarios y, quizá muy pronto también, en libertades. Invertir en salud, en calidad de vida, les parece ahora a algunos gobernantes dinero a fondo perdido, un sacrificio fiscal que nos arrebata esos puntos mágicos de crecimiento económico. "Non ten sentido manter un 12% de gasto farmacéutico na nosa comunidade", afirmaba Feijoo, el pasado diciembre, sin rubor alguno. ¿Es este un sistema de salud tan ineficiente? Habría que preguntarse por qué no estamos invirtiendo cerca del 10% del PIB en Sanidad, como el caso de Francia, y, sin embargo, tenemos, casi diariamente, enfermos portugueses en centros de atención primaria de Verín, Arbo y Tui, y personal de enfermería de esa misma nacionalidad trabajando en otros centros de Galicia desde el año 2008. ¡No será tan malo el sistema como lo pintan! Pero si sólo se contemplan cifras macroeconómicas y lógica de mercado está claro que las políticas sociales molestan y casan mal con la libertad de empresa y la flexibilidad laboral. Por eso Dña. Esperanza ha empezado a privatizar, en régimen de concierto, la sanidad madrileña, y el conseller de Sanitat del "honorable" Mas cierra servicios de urgencia y hace "reorganizaciones" que dejan sin médico a municipios de hasta 25.000 habitantes. Y, para completar el panorama, el "ideólogo" del Gobierno, Joan Rossell, quiere reformar la legislación de Mutuas y devolver al trabajo a tantos enfermos, ¡perdón! a tantos practicantes del "absentismo laboral" que están frustrando la ligazón salarios-productividad. ¡UFFF! Con toda la razón, compañero Guillerme, habrá que pensar en levantarse de la mesa y decirle al "maitre" que no comemos "menguado a la plancha". Y algunos ya han comenzado a hacerlo:

http://www.sos-sanidadepublica.org/

http://politica.elpais.com/politica/2012/04/30/actualidad/1335788418_224714.html

http://www.europapress.es/salud/noticia-sindicato-medico-comunitat-valenciana-estudia-posible-huelga-sanidad-publica-20120428133551.html

http://www.simebal.com/2012/04/27/mientras-siguen-los-recortes-en-sanidad-el-govern-ha-aprobado-hoy-subvenciones-al-club-nautico-20-millones-de-pesetas-120-000-euros-entre-rumores-de-entrega-de-los-hospitales-de-inca-y-manacor-a/

Nos sobran razones para estar justa y dignamente indignados, así pues ¡tranquilos! No nos sorprendamos con nada de lo que pase, pues ya nos lo advirtió hace tiempo Eduardo Galeano: estamos en la "escuela del mundo al revés". Intentarán ponernos cabeza abajo, pero tendremos la confianza suficiente para seguir pataleando y pensando al derecho. Botsuana mañana será republicana.