domingo, 22 de abril de 2012

Un indulto vergonzoso

Vergonzoso es el primer calificativo que se me ocurre, pero me atrevo a decir que el Gobierno actúa criminalmente aliándose con los responsables de las negligencias que llevaron a la muerte a muchos españoles, la mayor parte militares, en un viaje de Turquía a España hace ya años (Jack 42). He oído a algunos periodistas decir que es el precio que Don Federico Trillo pidió por no estar en el Gobierno. Ni lo sé ni me importa. Lo que sí sé es que dicho Trillo es responsable de aquellas muertes -indirectamente, claro- que nunca dio la cara, que mintió bellacamente a la opinión púlbica y a los familiares diciendo que se habían hecho las autopsias correctamente; se negó a dimitir de su cargo de ministro y de diputado durante todos estos años y se ha estado burlando de los españoles por esta causa y sin ella; cualquier circunstancia le ha valido.

No quiero dejar pasar esta oportunidad para solidarizarme con los familiares de las víctimas de aquella tragedia (que se pudo haber evitado si algunos cumpliesen con su obligación, para lo que estaban bien pagados), pero todavía es más vergonzoso y deplorable haber mentido, haber permitido que unos médicos del tres al cuarto y unos militares españoles hiciesen unas autopsias para tapar el asunto, sin respeto alguno por las familias de las víctimas, embalando con todo desprecio los restos de los cadávares, sin que se pudiera decir si los que recibían cada familia eran los de sus deudos o no. Creo que -salvo en las semanas que siguieron- la prensa, la radio y la televisión no dieron la suficiente importancia a éste asunto, que es sintomático de la salud moral de una sociedad. 

Los que ahora se libran de la justicia, de la cárcel, de pagar su ignominia y su crimen, no se libran, sin embargo, de que algunas personas -espero y deseo que muchas- no olvidemos los hechos, no olvidemos las mentiras, no olvidemos el desprecio por la dignidad que todos -vivos y muertos- merecemos. El Gobierno se ha emponzoñado con éste asunto (como con otros) pero éste clama al cielo porque es burla y escarnio para con personas que aún sentirán en sus conciencias el dolor de aquellos seres queridos y maltratados.

L. de Guereñu Polán.

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