martes, 19 de junio de 2012

La política en Galicia

Nunca me he sentido atraído por la política en Galicia, aunque durante mis veinte años de militancia socialista tuve que hacerlo, pero solo en el ámbito local y provincial de cortos vuelos. Y no me he sentido atraído porque, como le oí decir en una ocasión a un correligionario, para ello "hay que tener un pelaje especial". Conocido lo que pasa en el resto del mundo, ahora ya no parece cierta aquella frase: en todos los lugares cuecen habas. 

Pero lo cierto es que desde que Galicia tiene un estatuto de autonomía (1981) han transcurrido treinta años largos y solo durante unos pocos la derecha no ha gobernado. Durante dos los socialisas se valieron de un "golpe de Estado" incruento no protagonizado por ellos y llegaron a alianzas con personajes verdaderamente demoníacos que lo hundieron por una buena temporada, por llamar al tiempo transcurrido de alguna manera. Durante cuatro años, recientemente, el acceso al gobierno fue lícito, pues se valió de una mayoría muy ajustada con un socio poco leal. 

El resto ha sido gobierno tras gobierno de la derecha mediante un partido, primero AP, luego PP, que a la postre es lo mismo, que actuó en Galicia -y lo sigue haciendo- como el PRI en México, como un partido institucional, como el partido "natural" de Galicia, al que buena parte de la población ve como hegemónico, propio y conectado perfectamente con la sociedad gallega. Es como si los demás partidos fuesen apéndices del sistema, mientras el PP fuese el cuerpo sobre el que gravita toda la política gallega. También De Gaulle decía que el RPR (el partido por él creado para aglutinar a toda la derecha) era el partido francés por excelencia, mientras que los comunistas, por ejemplo, eran un partido "extranjero", en alusión a la obediencia soviética que tuvieron durante mucho tiempo. 

Tal predominio del PP en la política gallega llega a hartar (a personas como yo, que somos minoría). El resto revalida, por mayoría absoluta, casi siempre a los mismos. Y ello es, en mi opinión, por causas objetivas y subjetivas: las primeras porque la estructura social y de la propiedad de Galicia favorece a una fuerza como el PP, heredera del franquismo sociológico, que ha ocupado el centro político a base de decir que es nacionalista (marca a la que se quieren apuntar todos), populista, pupulachero y que abarca tanto al campo ("la boina) como a la ciudad ("la toga"). Don Manuel Fraga supo muy bien que así tenía que ser y así forjó su partido; cuando quiso extender el modelo a toda España no le valió, tuvo que abandonar el puesto de patrón y su partido mejoró electoralmente. Él era el escollo, mientras que para Galicia era la "solución". 

Las causas subjetivas derivan de la falta de liderazgo en los partidos opositores, los "apéndices". Solo el excéntrico señor Beiras apuntó maneras de lider, pero el tiempo no perdona y no llegó. El resto ha sido una sucesion de fracasos, relativos o absolutos. Pero no solo es cuesión de líderes: el Partido Socialista, por ejemplo, ya hace tiempo que no practica aquella vieja militancia de incardinarse en la sociedad: entre los vecinos, las asociaciones, los profesionales, los clubs culturales, las asociaciones de mujeres, entre los jóvenes con inquietudes... Prima lo institucional, y en luchas intestinas se agotan sus cuadros. Salvo mejor opinión. 

L. de Guereñu Polán.

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