miércoles, 4 de julio de 2012

De tal palo tal astilla

Se me dirá que me cebo con el título, pero lo cierto es que hay personajes tan perniciosos para el país (cuando digo el pais me refiero a la mayor parte de la población) que no merecen muchos miramentos. Don Rodrigo Rato, exministro de Economía, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional y exdirector del grupo Bankia, ha sido imputado legalmente acusado de estafa. Es cierto que debe presumirse la inocencia de toda persona antes de que se demuestre lo contrario, pero un español de a pié no puede dejar de tener en cuenta que el señor Rato lleva tiempo haciendo de las suyas: en el plano político llevó a cabo una serie de medidas como ministro que perjudicaron a los asalariados; como director del Fondo Monetario Internacional no se enteró de la crisis financiera que se avecinaba a pesar de que se le pagaba para ello, incluso dejó el cargo sin más explicación cuando España había puesto toda la carne en el asador para que un español dirigiera el organismo (costumbre de dudosa utilidad porque dependerá de qué español se trate). Como director del grupo Bankia es responsable de los problemas que padece la entidad, que absorbió a otras entidades financieras sin las garantías de viabilidad, preocupándose solo de sus intereses y los de su camarilla. Españoles como éste son los que no interesan. 

No desearé sino que se haga justicia, que el imputado y sus adláteres tengan la defensa que les corresponda (que la tendrán porque recursos económicos no les faltan), que los fiscales y los jueces actúen con contundencia y con equidad, con ejemplaridad incluso, y que salga el sol por Antequera. Ya el padre de Don Rodrigo, Don Ramón Rato, estuvo en prisión tres años por operaciones ilegales antes y desde 1967.

Me alegro de que alguien que ha huído de dar cuentas de sus actos ante los foros políticos -con la ayuda de sus amigos del Gobierno- tenga que hacerlo ahora ante los tribunales de justicia, pero no me alegraré de su desgracia; sí me alegraré del esclarecimento de los hechos y del resarcimiento de los pequeños ahorradores. 

L. de Guereñu Polán.

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