jueves, 19 de julio de 2012

Un Gobierno de locos

No conozco otro Gobierno que haya perdido el norte en tan poco tiempo. Es tal el afán de cumplir con los objetivos de someter a la población en favor de los intereses de unos pocos que éste Gobierno ya desvaría. Cuando hablo de Gobierno de locos no me refiero a los que están en un hospital a tratamiento médico, sino a los locos que andan sueltos armados con un hacha (como en las viñetas de Peridis). La ministra de Sanidad elimina en la práctica la ayuda a la población dependiente (sobre todo mayores con grave pérdida de la movilidad o de la consciencia y obliga a pagar dos veces las medicinas a los pacientes; la ministra de Trabajo rebaja las prestaciones a los desempleados hasta niveles insultantes, además de entretenerse en filtrar a la prensa datos que solo deben estar en manos de los jueces; el ministro de Justicia ha puesto en su contra a buen número de jueces, fiscales y abogados, además de pretender una reforma del Código Penal que ya veremos si es constitucional, con lo que estaríamos perdiendo el tiempo y restando garantías jurídicas a los ciudadanos; el ministro de Hacienda -en vez de hacer una reforma fiscal para subir el porcentaje de contribución de las rentas más altas y establecer un impuesto a las grandes fotunas- se dedica a ahuyentar a los inversores con declaraciones escandalosas. En otro orden dice cosas tan obvias como que pagar impuestos es equivalente a ser patriota, pero no hace nada para combatir el fraude y la evasión fiscal. El ministro de Economía se pasea por Europa aceptando toda cuanta imposición le hacen los poderes económicos, que no han sido elegidos y por lo tanto no son democráticos. El ministro de Industria tiene en pie de guerra a los mineros españoles por el capricho de restar unos trescientos mil euros de ayuda al carbón. El ministro que tiene la competencia del medio ambiente pretende agravar más la situación de las costas españolas rebajando la franja urbanizable, con el solo objeto de favorecer a los infractores de la Ley de Costas de 1988. El ministro de Educación es otro caso: no solo no se ha informado sobre cual es el modelo educativo en nuestro país desde la aprobación de la LOGSE y luego de la LOE, sino que, en vez de presentar un proyecto alternativo para ser discutido, va tomando medidas día a día, contradictorias entre sí, gravosas para el alumnado y los profesores, sin pactar un ápice con las Comunidades Autónomas que tienen en buena medida las competencias (en mala hora) de educación. El ministro de Defensa quiere dejar indefensa a la población afgana ante el ataque terrorista de los talibán. El ministro de Exteriores no asiste a reuniones clave para combatir el terrorismo en el Sahel y ayudar al desarrollo de sus poblaciones.

Las declaraciones de los ministros españoles son explosivas, pero sin altura intelectual, son chulescas, son ofensivas, son miserables en algunos casos, como cuando se criminaliza a los parados por el solo hecho de que la picaresca hispana cuente con una minoría de ellos que defrauda al Estado. Estos locos se lo han creído: gobernar con mayoría absoluta da pie a no contar con la opinión de nadie; los intelectuales, los cientificos, los universitarios, los periodistas, los estudiantes, los profesionales, los profesores, los investigadores, los pequeños y medianos empresarios a quienes se ha subido el IVA indiscriminadamente, a las organizaciones cívicas y los sindicatos (muchos de todos ellos) están atónitos. No saben si les han cambiado el país en un arrebato furioso de los dioses o es que, realmente, es lo que digo: éste Gobierno es de locos, pero de los que andan sueltos...

L. de Guereñu Polán.





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