martes, 7 de agosto de 2012

Liliputienses morales


Hay grandes paralelismos entre la situación actual de España y la de otras épocas, por lejanas que parezcan. Ya sabemos que la técnica se ha adueñado de nuestras vidas, que vivimos o hemos vivido (muchos) en el estado del bienestar, que contamos con "creativos", ejecutivos, ingenieros financieros, informáticos y otros que dicen saber más de lo que saben, pero las semejanzas entre la España actual y la que narra el periódico "El Debate" el 12 de junio de 1913 era la siguiente: "La situación política. Crisis total". 

No es que España no tenga pulso, como afirmó don Francisco Silvela, ni que ignore o renuncie al ejercicio de la ciudadanía, no. Es la convicción y la experiencia de la inutilidad de todo esfuerzo 'legal'. Porque es así que una oligarquía de liliputienses morales ha secuestrado los resortes todos de la vida pública, del Gobierno nacional, dejándonos a los que no formamos parte de ella, ni nos avenimos a ser sus lacayos, la ficción de que por los medios legales lo podemos todo y la realidad de que no podemos nada.

También Maura -escribió Ortega- creyó que existía una masa de españoles, la más importante en número y calidad, apartada de la vida pública por asco hacia los usos políticos. Tanto en el párrafo anterior como en éste no se me dirá que no hay una gran semejanza con la situación actual de España, y han sido suficientes unos pocos meses para que esa situación de hastío, al menos entre un sector importante de la sociedad, haya tocado fondo. 

El actual presidente del Gobierno se parece mucho a otro que lo fue varias veces antes de 1923. Cuando le preguntaron al conde de Romanones cual era su programa contestó que bastante programa tenía cada mañana con mantenerse en el poder un día más. Don Mariano tiene una mayoría dócil en las Cortes Generales; nada que objetar a dicha legitimiad, pero tampoco tiene programa. Lo copia de lo que le dictan desde fuera, renuncia a la soberanía que debiera ejercer por mandato legal. Y para ejercer la soberanía, lo primero que hay que hacer es tener un programa.

Las organizaciones cívicas, los sindicatos, los partidos de oposición, la sociedad en amplias capas, ha empezado a tomar medidas de protesta, pero no es suficiente. Hay una lagor ingente por hacer para que una población adocenada por la ficción de ciertos avances técnicos (¿quien no tiene coche, una finquita y mil artilugios más para presumir ante los amigos?) no ve el túnel hacia el que nos aboca el actual Gobierno. Un Gobierno que contemporiza con los Fabra, con los Pego, con los Camps, con los Costa, con los Baltar, con todo cuanto antipatriota se enseñorea todavía por la piel y la carne de España. 

L. de Guereñu Polán.

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