domingo, 26 de agosto de 2012

Manning y Assange


Los Estados tienen mucha proclividad a declarar materia reservada o clasificada asuntos que pueden afectar no solo a su seguridad sino a su prestigio, ocultando así crímenes y violaciones de los derechos humanos que deben ser conocidos para que tengan que presentarse ante la justicia los responsables. 

Que desde un helicóptero estadounidense se ametralle a unos doce civiles que estaban más o menos tranquilamente en una calle de Bagdad, que luego sigan ametrallando a las personas que les auxilian, que sigan ametrallando el furgón en el que se les quería llevar para ser atendidos en un hospital y otros muchos casos de violaciones, crímenes y asesinatos, no tienen justificación posible, no pueden ser aceptados por la comunidad internacional y el gobierno que los acepte o es un pelele o un miserable, así como la opinión púlbica. 

El soldado Bradley Manning ha demostrado que los servicios de inteligencia de Estados Unidos son bastante deficientes, pues sin categoría profesional suficiente pudo filtrar multitud de datos que ponen en solfa a las administraciones del odioso Bush como del engañoso Obama, que a la postre no deja de ser un presidente poco amigo de los derechos humanos y muy proclive a la "razones de Estado". Las informaciones que nos llegan es que el soldado Manning no está siendo tratado adecuadamente y que va a ser sometido a juicio. Esto último parece lógico, pues estaba al servicio de un estado del que reveló secretos. Otra cosa es que le haya venido bien a la humanidad, que así sabe con quien se la juega y el soldado Manning haya cumplido con su conciencia.

El caso de Julian Assange es ya otra cosa: acusado de delitos sexuales en Suecia, este país pide su extradición al Reino Unido para ser juzgado. Refugiado en la embajada de Ecuador en el Reino Unido, está negociando un salvoconducto de dicho país para poder abandonar la embajada, pero quiere evitar -y tiene razón- caer en manos de la justicia estadounidense, puesto que no tiene garantías jurídicas y no considera -también con razón- haber hecho nada punible: informar y máxime si es revelando delitos gravísimos por parte del ejército y la administración de Estados Unidos. 

Otra cosa son los delitos sexuales por los que le acusa la justicia sueca. Si el señor Assange consiguiese el salvoconducto del Reino Unido (que no ha aclarado por qué no se lo da y sospecho que es por servilismo a Estados Unidos) debiera presentarse en el país escandinavo y permitir que la justicia sueca actuase, ya que Suecia es un país donde las garantías jurídicas están salvaguardadas y, además, el señor Assange dispone de recursos para pagarse los mejores abogados (como ya está haciendo) e incluso comprar testigos dispuestos a cometer perjurio si esto fuese necesario. No lo sería si fuese inocente, lo que está por ver. 

Cabe pensar que las personas que acusan al señor Assange de ser víctimas del ímpetu de sus hormonas quieran beneficiarse con suculentas indemnizaciones, sabedoras que el acusado es rico. Esto ya son suposiciones que no tienen sentido en principio, pues todo acusador debe gozar del principio de buena fe, como también de la del señor Assange al defenderse, pero debe acceder a ello y mientras tanto será sospechoso de una acusación grave que pesa sobre él. 

Son temas muy distintos: la comunidad internacional debe exigir un trato digno para el señor Manning y un juicio justo en Suecia al señor Assange. El tema de WikiLeaks no ofrece dudas a no ser que se quiera impedir uno de los derechos más elementales conseguidos hace ya tiempo: informar y denunciar sobre crímenes cometidos por los estados. 

L. de Guereñu Polán.

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