martes, 18 de diciembre de 2012

Obélix no quiere pagar impuestos

Quiere ser famoso, ganar dinero, disponer de lujos y vivir bien, quiere que el druida le dé continuamente la pócima prodigiosa, que es la única que le ha hecho fuerte y rico, pero no quiere pagar impuestos. Quiere lo bueno, pero no quiere lo que puede hacer felices a los demás en materia de subsidios a desempleados, atención a los pobres, viviendas sociales, carreteras e infraestructuras para los pueblos, la industria, etc.

Este Obélix actual, más gordo aún que el original, no tiene nada de bonachón, ni de disciplinado; solo se parece al original en que come y bebe mucho, tanto como le permiten sus pingües ingresos, monumentales ingresos a base de una sociedad que le ha admirado sin merecerlo tanto. No veré una sola película de él aunque tenga 50 óscares (o precisamente por ello). Es un indeseable, un egoista y un enano moral, por muy grandote que parezca.

Aparenta querer reventar de riqueza, parece decirnos en todo momento: "quiero seguir comiendo, bebiendo, viviendo bien, disfrutando de la vida aunque me quede un minuto...". Ahora se va a vivir a un pueblecito belga para no pagar impuestos en su Francia natal: no lo hizo antes con Sarkozy; lo hace ahora con Holande; en su actitud hay mensaje. No solo una llamada a los grandes contribyuentes para dejar Francia, sino apoyando a las opciones políticas que defienden a los ricos como él, a los egoístas como él, a los hambrientos de seguir engordando como él. No se parece nada al Obélix original este Obélix franco-belga, apátrida si pudiese compatibilizar esa condición jurídica con la de no pagar impuestos. Así reviente.
L. de Guereñu Polán.

No hay comentarios: