Obélix no quiere pagar impuestos
Quiere ser famoso, ganar dinero, disponer de lujos y vivir bien, quiere
que el druida le dé continuamente la pócima prodigiosa, que es la única
que le ha hecho fuerte y rico, pero no quiere pagar impuestos. Quiere
lo bueno, pero no quiere lo que puede hacer felices a los demás en
materia de subsidios a desempleados, atención a los pobres, viviendas
sociales, carreteras e infraestructuras para los pueblos, la industria,
etc.
Este Obélix actual, más gordo aún que el original, no
tiene nada de bonachón, ni de disciplinado; solo se parece al original
en que come y bebe mucho, tanto como le permiten sus pingües ingresos,
monumentales ingresos a base de una sociedad que le ha admirado sin
merecerlo tanto. No veré una sola película de él aunque tenga 50 óscares
(o precisamente por ello). Es un indeseable, un egoista y un enano
moral, por muy grandote que parezca.
Aparenta querer reventar
de riqueza, parece decirnos en todo momento: "quiero seguir comiendo,
bebiendo, viviendo bien, disfrutando de la vida aunque me quede un
minuto...". Ahora se va a vivir a un pueblecito belga para no pagar
impuestos en su Francia natal: no lo hizo antes con Sarkozy; lo hace
ahora con Holande; en su actitud hay mensaje. No solo una llamada a los
grandes contribyuentes para dejar Francia, sino apoyando a las opciones
políticas que defienden a los ricos como él, a los egoístas como él, a
los hambrientos de seguir engordando como él. No se parece nada al
Obélix original este Obélix franco-belga, apátrida si pudiese
compatibilizar esa condición jurídica con la de no pagar impuestos. Así
reviente.
L. de Guereñu Polán.
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