Vindicación de Zapatero
No soy entusiasta del que fue Presidente de Gobierno durante siete años
y medio, pero en los foros se le suele tratar, en mi opinión,
injustamente. Las personas con una opinión conservadora, o aquellas que
defienden intereses oligárquicos, logicamente estarán en contra de la
gestión de este presidente, pero conviene recordar, para los que nos
sentimos de izquierdas, que el señor Zapatero gobernó, durante casi dos
legislaturas, sin mayoría en el Congreso (y menos en el Senado), por lo
que no todo lo que quiso hacer lo pudo hacer, pues para ello necesitaba
el concurso de otros grupos parlamentarios. El de Izquierda Unida no
sería suficiente para obtener aquella mayoría.
Quizá muchos no
se acuerden de que se tomó la valiente y arriesgada medida -en el plano
internacional- de sacar a España de una guerra ilegal e injusta, la de
Irak, en la que nos había metido un presidente desaprensivo,
irresponsable y atento solo a su medro personal en Estados Unidos (el de
Bush, no el de Obama). Cierto que la creación del Ministerio de la
Vivienda no sirvió para dar solución a los muchos problemas que la
población pacede ahora, y el propio Zapatero señaló en una ocasión que
se arrepentía de "no haber pinchado la burbuja inmobiliaria", pero
cuando un sector dinamiza la economía no es fácil (y con esto no
disculpo a aquel Gobierno) ponerle freno. La idea de los "minipisos", en
sí misma buena, solo tendría sentido en régimen de alquier, pues es
difícil imaginar que alguien invierta un pequeño capital en un piso de
30 m2.
Ahora se han paralizado las investigaciones que el señor
Zapatero inició para combatir la corrupción urbanística, lo que
posibilitó que esté en curso el "caso Malaya" (fue el Fiscal General del
Etado el que inició las actuaciones). La renta básica de emancipación,
por la que se ayudaba con 210 euros a jóvenes de entre 23 y 30 años
estuvo en vigor hasta que la suspendió el actual Gobierno. La ayuda a la
maternidad con 3.000 euros, aunque provisional, debió quedar limitada a
las personas con rentas bajas.
La creación del Ministerio de
Igualdad, con ser discutible su eficacia, hizo posible la aprobación de
algunas leyes que igualaron a la mujer al varón, sobre todo en el mundo
laboral y familiar. Otra cosa es que dichas leyes no tengan hoy
virtualidad porque no se han desarrollado los reglamentos preceptivos.
Particularmente la ley contra la violencia de género ha permitido a
jueces y fiscales una más eficaz lucha contra este grave problema. La
ley destinó recursos para proteger a las mujeres maltradadas y para la
observación policial de casos concretos.
Los derechos civiles
se extendieron a colectivos como los homosexuales, combatiendo a
sectores ultraconservadores dirigidos por la Iglesia católica. El
recurso contra el matrimonio entre homosexuales, presentado por el
Partido Popular, ha sido desestimado por el Tribunal correspondiente. En
materia laboral se llegó a acuerdos para reformar el mercado laboral
con el asentimiento de la Unión General de Trabajadores, Comisiones
Obreras y las dos patronales (grande y mediana/pequeña). Por ella se
subieron las bonificaciones a la contratación indefinida (la cultura
empresarial del país hizo que no fuese eficaz).
Se reformó la
ley del divorcio para abaratarlo, simplificarlo y agilizarlo, verdadera
conquista en favor de las familias más necesitadas, que se eternizaban
ante una separación a causa de los trámites procesales. La ley de
Dependencia ha quedado en suspenso porque así lo ha querido el nuevo
Gobierno, pero en Comunidades Autónomas como Baleares, Asturias,
Extremadura y Andalucía está en pleno vigor.
A la Ley Orgánica
de Educación le queda poco tiempo, pero vino a ser una implementación
de la LOGSE, también socialista, dotando de más recursos a los centros
públicos y concertados. La Ley de la Memoria Histórica, con no contentar
a todos, es un hito en el reconocimiento de los que fueron derrotados y
sepultados de forma inhumana durante y tras la guerra civil.
La flexibilización del mercado laboral -exigencia de la patronal y de
los gobiernos conservadores europeos- ha sido un error a la vista de los
resultados, a la vez que una contradicción con los presupuestos
socialistas. De todas formas, el fondo de capitalización para contratos
indefinidos ha sido suspendido por el actual Gobierno, así como el fondo
público aprobado en la segunda legislatura Zapatero para indemnizar el
despido. Conviene recordar que se amplió la indemnización a 33 días por
año trabajado, que ahora se ha rebajado a 22.
El aumento de la
edad de jubilación (paulatina) de 65 a 67 años fue muy contestada, pero
ahora se va a reformar en un sentido perjudicial para los asalariados.
Con la reforma del señor Zapatero el trabajador podía jubilarse a los 65
años siempre que contase con 38,5 años cotizados. Otra legislación vino
a regular la edad de jubilación de trabajadores en oficios penosos y
peligrosos.
Se puso coto a los abusos que significaban las
Cajas de Ahorro, que de ser entidades públicas habían pasado a ser las
financiadoras de operaciones fraudulentas a escala local y regional. En
virtud de ello se destaparon las indemnizaciones que cobraban los
directivos y que constituye un escándalo de proporciones mayúsculas. En
este sentido el Gobierno inyectó dinero público en Cajas y Bancos como
activos propiedad del Estado; no como se ha dicho para que la banca haga
lo que le dé la gana. Otra cosa es la gestión que de ello se esté
haciendo ahora.
La ley antitabaco, las medidas de ahorro
energético (que han dado un resultado evidente y que se pueden consultar
en las fuentes más fiables) han sido medidas positivas (aquí no se pone
el acento en lo negativo porque otros lo harán). No es una gestión
brillante, sobre todo la segunda legislatura, en la que los gobiernos
del señor Zapatero no demostraron capacidad para afrontar la crisis
económica que azota a todo el mundo desarrollado (y que tiene su origen
en la quiebra de grandes corporaciones financieras que arrastraron a
otras, entre ellas la banca española). Pero es una gestión defendible,
siempre que se esté dispuesto a la crítica, a la ponderación, a aceptar
pros y contras. No se hizo la revolución social y nadie la esperaba (ni
la deseaba: hay encuestas que lo demuestran), pero sí se decepcionó a
muchos por la timidez ante las presiones exteriores y por la ignorancia
sobre la naturaleza de la crisis que, no obstante, también se extendió a
los grandes gestores de las instituciones internacionales.
Pero sobre todo los gobiernos de Zapatero nos libraron de la llegada al
poder político, durante más de siete años, de esta derecha que ahora nos
gobierna. Lástima que los errores fuesen vistos con tanta dureza por la
izquierda del país, pero en democracia deben aceptarse las críticas por
duras que sean. Vindicar al señor Zapatero, por mi parte, es un
ejercicio de justicia y dignidad, sobre todo en un momento en el que
arrecian los desprecios que creo injustificados.
L. de Guereñu Polán.
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