miércoles, 27 de marzo de 2013

En recuerdo de Teresa Mattei

Teresa Mattei con las mimosas de la mujer trabajadora italiana
En la Génova de 1921 nació esta mujer que dedicó casi toda su vida a la lucha por la libertad, por la democraia y contra el fascismo, bajo cuyo régimen le tocó vivir muy joven. Cuando Mussolini marchó sobre Roma al frente de los camisas negras, Teresa tenía solo un año de edad: no podía saber lo que pasaba ni lo que pasaría, pero lo compensó con creces al comprometerse en una lucha que no dejaría hasta el final de sus días, hace unos pocos, a los 92 años de edad.

Hay un lado oscuro en la vida de Teresa, como en cualquier otra. Solo se explica por el clima de crispación, de polarización de la vida política en Italia bajo el fascismo. Participó, de forma indirecta, en el asesinado de Giovanni Gentile, colaborador fascista de Mussolini, ministro suyo e ideólogo totalitario. Pero Gentile fue, ante todo, un intelectual cuya única culpa (y no es poco) es haber colaborado con el fascismo y haberlo inspirado. De todas formas ¿por que matarlo? ¿como se puede legitimar un asesinato desde una perspectiva democrática?

La joven Teresa, en 1946, entró en el Parlamento italiano dentro del las filas del Partido Comunista, un partido que ha sabido tener su propia estrategia al margen del gigante soviético, con la ventaja de no estar situado donde le tocó a Josif Broz, en la Yugoslavia de la segunda postguerra mundial. En realidad el Partido Comunista italiano ha sido el partido de la izquierda durante décadas en dicho país, como lo han sido el Partido Laborista en Gran Bretaña, el SPD en Alemania, las dos corrientes del socialismo francés, el Partido Socialista de Olof Palme en Suecia... 

La lucha de Teresa estuvo entregada a los derechos de los más humildes, de las mujeres discriminadas, de los niños pobres, de la escuela laica en un país donde la democracia cristiana y el clero -con el papa cerca- mandaban a porfía. Teresa fue una partisana, una resistente; luego fue una legisladora; ahora es un símbolo, como otros, de una mujer cuya vida fue entregada a un ideal que no muere, aunque ella se vaya, definitivamente, a un limbo indefinido.

L. de Guereñu Polán.

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