No
es la deuda para que el país recobre el crédito ante la economía
internacional, que con ser un problema no es el más importante que
tenemos; no son los partidos políticos, que son consustanciales a un
sistema democrático; no son los sindicatos de trabajadores; ni el paro,
que ha alcanzado cotas altísimas; no es la oposición, que puede haber
pecado de falta de ideas; ni siquiera es la corrupción, que a la postre
existe en todos los países, en todas las sociedades y ha existido en
todos los tiempos. El verdadero problema de España, en mi opinión, es el
Gobierno que los españoles hemos elegido, que ha mentido bellacamente
al cuerpo social, se comporta de forma arrogante, imposibilita el
acuerdo entre patronal y sindicatos poniéndose al lado de aquella, no
combatiendo la corrupción, teniendo incluso corruptos en sus filas,
disculpando el cobro de sueldos que no cotizan al fisco (cuando no
negándolo) manteniendo en cargos de responsabilidad a ineptos o a
indeseables, sometiéndose a los dictados del mercado internacional, cuyo
principal portavoz en Europa es la primera ministra alemana Merkel.
Un país puede tener problemas estructurales y contar con un Gobierno
que quiere combatirlos, tener paro y poner todo el esfuerzo en ayudar a
dichos parados, tanto mediante políticas que contribuyan a la
contratación como estableciendo el gasto en subsidios; un país puede
tener graves problemas de corrupción y tener un Gobierno que se empeña
en combatirla colaborando con la Justicia, poniéndose al frente de la
lucha contra dicha corrupción, denunciando los casos que existan en su
propio seno; un país puede tener cualquier problema pero ha de tener al
frente a un Gobierno digno, cualidad que este no tiene. Y no la tiene
porque está formado por individuos que no han sido puestos ahí para
ocuparse de los asuntos públicos, sino para complacer a unas pocas
familias detentadoras del dinero en España; por eso ha llevado a cabo
una amnistía fiscal, por eso no ha denunciado el mayor caso de
corrupción dentro de un partido político (Bárcenas-Gürtel), por eso ha
defendido a personas que luego han tenido que ser apartadas de los
cargos públicos que tenían (Camps, Fabra) por eso sigue manteniendo
relaciones de privilegio con narcotraficantes y con el mundo del delito
organizado.
Este no es un gobierno digno. Puede ser un
gobierno que ha ganado las elecciones (se pueden ganar por méritos
propios o por errores del contrario) puede que sea un gobierno legítimo,
pero incluso así se puede deslegitimar con sus actos, con su falta de
moral pública, con sus mentiras y burlas, con sus connivencias. ¿Como es
posible bajar sistemáticamente, cada trimestre que pasa, el gasto
social? ¿Como es posible afectar a la sanidad pública, a la enseñanza
pública, al subsidio de desempleo, a los dependientes, a las becas de
los estudiantes? ¿Como es posible subir impuestos de forma
indiscriminada afectando así a las economías más modestas? ¿Como es
posible decir una cosa hoy y hacer la contraria mañana? Un Gobierno que
hace esto es un quiste en un cuerpo que necesita urgentemente se le
extirpe. Pero en democracia solo hay dos formas para extirpar un cáncer:
mediante unas elecciones que quizá no se adelanten, porque este
Gobierno tiene el designio de seguir favoreciendo a esas pocas familias
para las que está ahi, y mediante una formidable movilización popular
que reclame su sustitución.
La segunda de las opciones va
cuajando poco a poco, a veces con ánimos redoblados, en otras ocasiones
con dudas razonables. Es lógico que los convocantes de manifestaciones y
huelgas sean prudentes, porque un cuerpo social no actúa al mando de un
resorte; es necesario que se den las condiciones objetivas y subjetivas
para que las llamadas a la movilización tengan efectos positivos. En
cuanto a la primera opción no cabe más que esperar a unas elecciones en
las que los españoles actúen con mucha conciencia de la trascendencia
que tiene su voto; no olviden las mentiras y las patrañas, las burlas y
los abusos. Que cuando depositen su voto -si lo hacen- le den un
carácter casi sagrado, trascendente, plenamente cívico y reivindicativo.
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