martes, 30 de abril de 2013

¿UN PACTO PARA QUÉ?

Vaya por delante que soy partidario de la negociación y del pacto entre representantes de intereses diferentes, que permitan espacios de colaboración y convivencia respetando en el mayor grado posible los intereses de todos.
Dicho esto, me alarma y preocupa la repentina demanda de pacto que - dicen y se supone - sirva para crear empleo y hacer frente a la dificilísima situación económica que estamos viviendo, y que la cifra de los 6.200.000 parados, pero sobre todo las declaraciones del Presidente del Gobierno posponiendo la posible recuperación hasta después del 2016, han acelerado. En efecto, los sindicatos, el Partido Socialista, Izquierda Unida, los empresarios, y por lo que se ve un sector del Partido Popular, piden un pacto por el empleo y reaccionar ante el sombrío -mas bien negro- panorama que tenemos por delante. El propio Presidente del Gobierno se ha referido al pacto poniendo en duda que la oposición lo desee por “el costo que supone compartir las consecuencias de las medidas que hay que tomar”.
Es oportuno recordar que un pacto, sobre todo en este caso, no es fin en si mismo - aunque algunos puedan pensar que sí - sino un medio. Una simple foto del Presidente del Gobierno firmando unos papeles con los dirigentes de los principales partidos de la oposición y los sindicatos mayoritarios, seguida del correspondiente despliegue mediático, es de un gran impacto sin duda, pero puede no servir en absoluto para nada. Aún admitiendo que vivimos tiempos en los que, como recordaba el Presidente de Italia Giorgio Napolitano, es preciso anteponer el bien del país a los cálculos e intereses de partido, no es menos cierto que en este caso, un desgaste gratuito de la oposición, traería consigo consecuencias todavía mas negativas para un país que necesita creer y saber que “hay alternativas” frente a quienes afirman que las actuales medidas del Gobierno, auspiciadas y bendecidas por Bruselas son las únicas posibles.
El pacto sí, podrá ser muy beneficioso para el país, si contiene verdaderas actuaciones encaminadas a rectificar sustancialmente la actual política económica y social del Gobierno. Actualmente, “las dolorosas medidas” a las que se refiere Mariano Rajoy afectan solo a una parte de la población -por cierto más amplia y numerosa cada día- pero hay otra parte a la que no, e incluso a una poderosa minoría que le favorecen claramente. El pacto pues habría de incluir por ejemplo una reforma fiscal rigurosa y justa, de manera que no sigan pagando siempre los mismos, y no sigamos asistiendo a bochornosos espectáculos como el de los 88 millones de indemnización al consejero delegado del banco de Santander. Que incluya a las SICAV, a las retribuciones de los altos directivos de la banca y las grandes empresas. Que incluya medidas serias contra el fraude fiscal y la economía opaca. Que incluya por ejemplo a los bienes de la Iglesia Católica. Que incluya también una verdadera reforma de la administración local,  suprimiendo tal vez las Diputaciones Provinciales. Que incluya el papel a desempeñar por el sector financiero en la superación de la crisis. E incluso compromisos para abordar con sentido de estado las reformas constitucionales que hoy se necesitan. Están además otros aspectos puntuales, difíciles de ignorar, como la situación de los estafados por las preferentes, o los desahucios.
Los anteriores son solo ejemplos del tipo de pacto que habría que llevar a cabo, para que tuviese credibilidad. Porque, lo importante del pacto no es su firma, sino su contenido. Esto que parece tan obvio, es muy necesario sin embargo recordarlo. El pacto será la resultante de una negociación entre representantes de intereses distintos, que buscan con ello beneficios comunes. Además, en las actuales circunstancias, un  pacto de estas características en nuestro país, ha de tener en cuenta dos factores que pueden hacerlo inviable: Uno, la Comisión Europea, que tiene un diseño para nuestro país - económico, pero también político,  que tal vez muchos no podamos compartir en aspectos sustanciales. Dos, la correlación de fuerzas políticas tanto en España como en la Unión Europea es muy desigual para poder pensar en un pacto equilibrado. De hecho los sectores mas reaccionarios de la derecha hoy en el poder, conscientes de la oportunidad histórica  excepcional que tienen ante sí, no solo apuran aspectos sustanciales de “su programa máximo”, sino que están haciendo lo posible para convertir en irreversibles sus medidas, por ejemplo en la sanidad o la educación.
Aunque el Gobierno está muy desgastado, y con un panorama devastador en las encuestas, es obvio que la situación de la izquierda sindical y política en España es hoy difícil, y cuando la correlación de fuerzas es muy desigual el pacto resultante puede no ser bueno ni conveniente, ya no para las organizaciones firmantes, sino para el pueblo, para el país.
Xesús Mosquera Sueiro / 30 de Abril de 2013

1 comentario:

FUNDACIÓN LUÍS TILVE dijo...

Creo que no habrá pacto porque la patronal no está dispuesto a él, sabiendo que tiene un gobierno acorde a sus intereses. No tenemos una clase empresarial patriota (al menos en sus cuadros más influyentes). Tenemos una suerte de rapiña que aprovecha un triunfo electoral para hacer su agosto a costa de pequeños empresarios, de empleados, de la sociedad en general.