jueves, 2 de mayo de 2013

El tesón y la quimera

Este es parte del título de una obra reciente, publicada por el recientemente fallecido historiador Julio Aróstegui, y que está dedicada al mejor estudio -creo yo- sobre la obra y personalidad de Francisco Largo Caballero.

Nacido cuando los revolucionarios del sexenio redactaban la primera Constitución española que se puede considerar democrática para la época (en 1869), morirá en París en 1946, solo siete años después de la guerra que él sufrió, como la inmensa mayoría de los españoles, y a la que hizo frente con valentía incluso desde la presidencia del Gobierno durante algunos meses de 1936 y 1937.  Dirigente sindical antes que nada, su férrea personalidad y el hecho de que hubiese conocido personalmente a Pablo Iglesias le facilitó el reconocimiento de los miles de socialistas de la España que le tocó vivir. Vivió lo suficiente como para poder ver la derrota del fascismo en Europa y el renacer de nuevas democracias.

El libro "Francisco Largo Caballero, tesón y quimera" es el resultado de varias décadas de estudio sobre la obra del dirigente socialista, sobre cuya personalidad hay riquísima documentación en la Fundación Pablo Iglesias y en la Fundación Largo Caballero, además de en diversos archivos. La preocupación de Largo por la situación de los jornaleros españoles, particularmente andaluces y extremeños le llevó, desde el Ministerio de Trabajo que dirigió, a hacer aprobar una ley que, aunque controvertida, obligaba a los terratenientes a contratar a los obreros en paro del muncipio correspondiente, lo que de forma automática elevó las rentas agrarias y dio fuerza a las organizaciones campesinas. No lo perdonarían los señoritos andaluces. Impulsó la ley de Reforma Agraria, verdadero baluarte para dar solución a tantos campos yermos, tanta tierra infecunda, tantos arrendatarios y aparceros oprimidos por los contratos, tantos braceros que sufrían el paro estacional durante varios meses al año.

Forteleció así a las organizaciones sindicales y llevó a cabo una política social de la mano del gran experto Pascual Carrión, que ha defendido con su obra sobre los latifundios en España la política de Largo y su equipo. Durante la guerra civil estuvo en diversos frentes apoyando a la tropa y a los militares afectos a la República; presidía casi siempre las manifestaciones del 1º de mayo en Madrid, incansable trabajador por las ideas del socialismo en su época, se guió equivocadamente (creo yo) por el intelectual Luis Araquistain, llevando su postura a extremos que luego se ha visto resultaron inconvenientes. ¿Quien puede saber las consecuencias de sus actos en todo momento? 

Mantuvo diferencias con Negrín, con Prieto y Besteiro. A este útimo le tachó de "purista"; al segundo de pragmático en extremo (cuando el propio Largo lo fue y en no pocas ocasiones, incluso apoyándose en el dictador Primo de Rivera para salvaguardar a la UGT). Las diferencias con Negrín fueron más bien en el exilio, cuando ambos estaban en Francia y se trataba de reorganizar a los republicanos españoles en la ocupada Francia. Pero antes que sus virtudes y defectos, antes que sus errores y aciertos, el legado que nos ha dejado es el de una gran honestidad, un gran espíritu de sacrificio y de trabajo, una gran convicción en el socialismo como emancipación de las poblaciones contra los grandes detentadores de dinero. 

Puede parecer anacrónica la figura de Largo Caballero a la altura del tiempo en que estamos. Incluso puede parecer que su lucha careció de sentido si tenemos en cuenta el devenir de España y el mundo hasta el momento. Es inmenso su ejemplo, su semilla germinó porque con su nombre y su recuerdo -como con los de otros- se reconstituyó el Partido Socialista en los años setenta pasados, se gobernó España para alejarla del militarismo golpista y de los desmanes de la derecha; a las nuevas generaciones quizá les diga mucho aquel hombre que, desde una cuna humilde, se alzó al liderezgo del movimiento obrero español.

L. de Guereñu Polán.

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