sábado, 22 de junio de 2013

"La izquierda soy yo"

Como según se dice del rey francés Luis XIV, que se autoproclamó encarnación del Estado, algunos pretendidos izquierdistas también se consideran los únicos representantes de la izquierda, solo que que si así fuera la izquierda sería escuálida. El Partido Socialista es la derecha disfrazada de izquierda, Iizquierda Unida es un conglomerado indefinido, las organizaciones cívicas están infiltradas de derechistas, cualquier organización o plataforma que surja con ánimo de contar en la izquierda es sospechosa. La izquierda, para algunos iluminados, es solo ellos, detentadores de las esencias nunca comprobadas; el resto son excrecencias más o menos putrefactas, pero no izquierda químicamente pura.

Lo cierto es que la izquierda se ha caracterizado, históricamente, por su heterodoxia. Rosa Luxemburgo, a quien tantos izquierdistas admiran, demostró no pocas contradicciones y dudas. Formó parte del Partido Socialdemócrata polaco (esto de socialdemócrata es un anatema para algunos) y luego del Partido Socialdemócrata alemán, porque aunque era polaca de nacimiento fue alemana de adopción. Fue una pacifisca consecuente; estuvo en contra de la revolución alocada y fracasada de 1919 aunque fue víctima de ella. Lenin fue otro socialdemócrata, como Kerenski y otros muchos. Fueron generalmente dirigentes políticos bien formados, pero dubitativos y prudentes (salvo cuando Lenin proclamó "todo el poder para los soviets", que solamente él debió entender).

¿Son de izquierdas los ciudadanos turcos que se oponen al régimen caudillista del señor Erdogán? ¿Son de izquierdas los ciudadanos brasileños que protestan contra las injusticias que se viven en su país? Erdogán es un conservador moderado (menos moderado de lo que se creía) y Dilma Roussef es una señora muy consecuente y que se ha dado cuenta de que las revoluciones no se hacen -en el mundo actual- como dicen los libros de baratillo, sino con grandes consensos, con grandes esfuerzos y con mucho tiento. Incluso puede que haya que renunciar a toda revolución con tal de conseguir mejorar la condición de los pueblos que padecen desigualdades e injusticias.

Resistente contra una dictaura, luego fue guerrillera, algo comprensible en el Brasil de los años sesenta, sufrió lo suyo y tiene un mérito extraordinario, pero luego se dio cuenta de que era la socialdemocracia (el socialismo diríamos algunos) la mejor opción para una sociedad compleja en un mundo complejo y contradictorio. Más de una vez ha dicho que existen varias izquierdas a las que hay que tener en cuenta, que no se trata de descalificar sino de sumar, de discutir, de aunar, de buscar consensos. Esto lo aprendió de Lula da Silva, de Bruno Kreisky, de Olof Palme, de Willy Branad, del socialismo español, portugués y europeo en geneeral; también de organizaciones progresistas e izquierdistas sudamericanas.

Dilma Roussef no se considera la única izquierda posible y puede que no se tenga por una militante izquierdista en el sentido tradicional de la palabra, sino por una servidora pública que, hasta el momento, está entendiendo muy bien las protestas de su pueblo. No como otros "divinos" que se creen encarnación de la izquierda. Esta no es algo definido, sino un conjunto de ideas muy ricas, muy variadas, contradictorias incluso que hay que poner en orden en los próximos años para seguir una lucha ya bicentenaria, sin excluir a nadie que se quiera sumar a la misma.
L. de Guereñu Polán.

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