La derecha española, unida
Es
el caso más evidente en Europa: desde los franquistas que aún quedan
(véase el caso de una calle que llevará el nombre de Nelson Mandela en
Toledo: el Partido Popular ha preferido que siguiese llevando en nombre
“18 de julio”) pasando por los fascistas de ideología, la derecha
económica, la derecha “mediática”, la gran patronal, la gran banca, los
especuladores, la derecha delincuente y la delicuescente, la derecha
amorfa y sin pensamiento y la democrática, que también existe, toda ella
está unida. Por eso se puede decir que el Partido Popular no es de
extrema derecha sino que esta última está en aquel.
Salvo en
los casos de Cataluña y Euzkadi, donde las particularidades políticas
son evidentes, la derecha española está más unida que nunca: más incluso
que durante el franquismo, porque hubo una derecha escuálida que estuvo
en la oposición a dicho régimen, más que durante la segunda republica,
donde estaban bien enfrentados la CEDA, la Falange, la derecha
republicana, la juntas ofensivas, el carlismo, los alfonsinos… El fin de
la derecha en España es que el país no progrese por donde lo han hecho
otros países europeos tras la segunda guerra mundial. Por eso se
retrocede en materia de derechos civiles, de derechos sociales, se
reforman leyes laborales, relacionadas con la administración de
justicia, con el derecho a la educación, a la sanidad, leyes sobre
derechos de los dependientes, se frena el crecimiento de las pensiones,
se endurece la política de orden público, prácticamente no se tiene
política exterior… la derecha española está dedicada a repartirse un
botín que se llama España.
Los grandes constructores y
banqueros están en la vanguardia del reparto: ellos aportan donativos y
el Partido Popular reparte contratos. Como este intercambio es tan
suculento da para comisiones a cientos de dirigentes políticos que
ocupan cargos honorables: el Presidente del Senado, el del Gobierno,
ministros, senadores, diputados, jefecillos locales, correveidiles, etc.
Es un espectáculo bochornoso en el que sin rubor participan todos.
Se me ha ocurrido pensar sobre lo que dirán los afiliados del Partido
Popular: ¿consienten? ¿consienten todos los diputados y senadores? ¿no
hay ninguno que muestre su desacuerdo, que se rebele contra tanta
podredumbre, contra tanto escándalo? Gracias a los medios de
comunicación, a las redes sociales, a una mayor información de la
población, hoy sabemos más que hace unas pocas décadas, cuando
escándalos del calibre de los actuales, si se daban, quedaban sin
conocer. Pero a la derecha española, a sus dirigentes, al partido del
gobierno, al Presidente y sus seguidores no parece importarles. Tienen
un “valor” conquistado: mayoría absoluta en ambas cámaras y una unidad
que parece mantenerse a base de sobres conteniendo billetes de
quinientos euros.
Porque el que no esté manchado por esas cuantiosas dádivas, por tanta trama corrupta, por tanta miseria, ¿a que espera?
L. de Guereñu Polán.
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