No
he podido leer al completo las resoluciones de la Conferencia de los
socialistas españoles, pero sí el resumen que está en la página del
PSOE. No está mal que se haya hecho ese esfuerzo por pensar en
soluciones y estaría mejor si algunos no hubieran interferido en ello
con sus prisas por no se sabe que calendarios.
En primer lugar
conviene recordar que la Conferencia es el resultado de nueve meses de
ideas que se han recibido en la sede socialista central, por lo tanto ha
habido tiempo para madurarlas y repensarlas. Que la candidata o
candidato sea elegido por medio de primarias es una novedad buena, pero
siempre que ello no vaya precedido de descalificaciones y codazos a las
que algunos son tan adictos (y además siempre los mismos). Otros
partidos podrían seguir este ejemplo si no tienen miedo a no se sabe
que, aunque para ello han de ser partidos de gobierno, no eternizados en
la oposición. No sé hasta que punto podrán participar en las primarias
los llamados "simpatizantes": ¿y si se apuntan como simpatizantes
opositores del PSOE?
Echo de falta unas buenas parrafadas sobre
la perversión del sistema capitalista, aún teniendo en cuenta que no se
conoce otro, pero sí se hace necesario que desde la izquierda se piense
en desnaturalizar al capitalismo con medidas audaces que, por fuerza,
han de estar coordinadas con otros partidos socialistas, sindicatos
libres, comunidades progresitas y demás movimientos democráticos. De lo
contrario toda alusión a la igualdad y a las políticas para conseguirla
se quedan en mera retórica.
Las medidas de tipo fiscal están
bien planteadas y deben ir dirigidas a garantizar los servicios públicos
que están en riesgo de desaparecer con el actual Gobierno. Ello exige
un esfuerzo recaudatorio que va más allá de la voluntad. Exige la
persecución implacable del fraude fiscal y un ataque sin paliativos a
las grandes fortunas del país. Favorecer a parados y pensionistas con un
"rescate fiscal" es justamente lo contrario de lo que ha hecho el
actual Gobierno: rescatar a los defraudadores perdonándoles las deudas
con el Estado. En este sentido aumentar los impuestos sobre el patrimono
es encomiable, sobre todo si ese patrimonio no está puesto a
disposición de la prosperidad pública. La oposición a estas políticas
-de llevarse a cabo- será feroz y los socialistas deben aliarse con la
sociedad civil para combatirla.
Derogar la reforma laboral del
Partido Popular es una exigencia absoluta: no tiene sentido que los
convenios colectivos, en la mayor parte de las empresas, no tengan
vigor. ¿Que defensa queda al trabajador si no es lo pactado en un
convenio? El empresariado español -banqueros, grandes propietarios y
accionistas, corporaciones transnacionales, usureros y especulares- van a
poner el grito en el cielo, a lo que habrá que estar atentos.
En el oden electoral es muy importante que se desbloqueen las listas de
candidatos, pero la circunscripción -y esto es algo que quizá no
consiguiese consenso suficiente- debiera ser única, como en las
elecciones al Parlamento Europeo. Son las más justas y proporcionales.
En todo caso habrá que esperar a ver que hace el PSOE si gobierna,
porque probablemente no lo haga en solitario, y el desbloqueo de las
listas de candidatos parece insuficiente.
Aunque tarde, ahora
se acuerda el PSOE de la laicidad que ya proclamaron los demócratas,
republicanos y socialistas ¡en el siglo XIX! y que en España, por mor de
un Estado débil y una Iglesia fuerte y privilegiada, nunca -salvo
durante la II República- se llevó a cabo. No tiene sentido que la
Iglesia goce de ventajas respecto a otras confesiones, que interfiera en
la enseñanza pública, que reciba estipendios amplísimos por parte del
Estado, que se interfiera en la legislación y la incumpla impunemente en
ocasiones, que no pague los impuestos que sí pagan el resto de los
contribuyentes. Para corregir esta situación habrá que denunciar los
acuerdos con el Vaticano de 1979, que no se atrivieron a denunciar los
anteriores gobiernos socialistas, y han tenido que ser las
organizaciones cívicas, al margen del PSOE, las que lo reclamen.
Las reformas en la administración de justicia parecen acertadas pero
las penas máximas en determinados delitos y la redención de aquellas
debieran endurecerse y no lamentarse cuando tribunales internacionales
corrigen la plana a los legisladores españoles, que son los responsables
y no los jueces de lo que recientemente se vive en el país. Unas
víctimas del terrorismo y de delitos atroces que se sienten
desamparadas, aunque parte de ellas han sido vilmente instrumentalizadas
por el Partido Popular. Hace bien el PSOE en no entrar en este juego.
Es imprescindible volver a las políticas sociales que han caracterizado
a la socialdemocracia y a la izquierda en general desde 1945: pensiones
dignas, sanidad de calidad y púbica para todos, protección social en
materia de paro, orfandad y dependencia. En la enseñanza es necesario
-como se aprobó en la Conferencia- que la ley Wert no entre en vigor,
tanto porque no cuenta con presupuesto como porque se ha diferido "a
divinis" su comienzo y porque es perversa en sí misma. La Inspección
General del Estado, que no está cumpliendo su función, debe de vigilar a
los centros concertados, se debe dotar de más recursos a los públicos,
se debe vigilar el ideario y la práctica docente en los privados, se
deben prohibir las discriminaciones por cualquier motivo... La política
de becas, lejos de los excesos de algunos años atrás, deben volver a
cumplir el papel social que tuvieron en favor de los alumnos con menos
recursos, no de los alumnos más aventajados, porque estos pueden serlo
por partir de situaciones favorables.
Las políticas de
igualdad (combatir la violencia de género con medias preventivas, con
penas más duras; combatir la explotación sexual, bien entendido que en
no pocos casos los proxenetas forman corporaciones que están unidas a
empresas de apariencia legal; reafirmar el derecho de la mujer al aborto
en condiciones de dignidad y por medio de la sanidad pública...).
Echo de falta unos cuantos párrafos referidos a la moral pública y en
el ejercicio de responsabilidades políticas. ¿Que sentido tiene que
cargos públicos socialsitas se hayan saltado toda norma ética pasando a
la empresa privada -con pingües remuneraciones- al mes siguiente, al año
siguiente de dejar la responsabiliad que tenían con la sociedad?
Podrían aprobarse medidas encaminadas a apartar a los que presenten la
más mínima sombra de sospecha de las candidaturas. En otro orden de
cosas el Partido Socialista debiera presentarse cuanto antes a la
sociedad como un partido singular, que no tiene nada que ver con la
derecha, sobre todo con unos ideales y fines totalmente distintos. Y por
último debiera acercarse a Izquierda Unida en la medida en que dicha
formación se preste a ello, en un clima de confianza y garantías mutuas;
lo mismo respecto a toda organización progresista, altruista, empeñada
en transformar la economía y la sociedad actuales por otras justas e
igualitarias.
Tomarse en serio la gobernación de los pueblos,
comunidades y del Estado implica no poner en los cargos públicos a
amiguetes o floreros de este o aquel signo, implica no incluir en
candidaturas a personas que han demostrado una insana ambición, implica
un gran esfuerzo de generosidad que, o impregna a toda la organización o
iremos mal todos los que nos reclamamos de izquierdas.
No
pretendo agotar aquí mis impresiones sobre lo que un partido de
izquierdas debiera ser, mucho más teniendo en cuenta que la actual
crisis de la izquierda es común a todo el mundo: ¿que socialismo tenemos
en América latina? ¿que socialismo se reconoce como tal en Europa? En
Asia los gigantes japonés y chino (con un impío capitalismo de estado en
este último caso) se comen a la mitad del mundo y soslayan todo intento
de igualdad. Solo algunos ejemplos aislados, sostenidos por
personalidades ejemplares, más que por las organizaciones que les
apoyan, tenemos hoy. Los enjuagues de economistas liberales dentro del
PSOE tienen que cortarse de raíz; las ambiciones de personajillos con
poco seso deben desecharse; el respeto al dirigente que en cada momento
ocupa el cargo de Secretario es una exigencia ineludible. Estar
molestando y enredando continuamente es ocupar el tiempo en algo para lo
que la sociedad no ha puesto donde están a algunos. El Partido
Socialista debiera liderar, dentro de la Internacional, un cambio
radical y profundo del pensamiento y la práctica de los partidos
socialistas en el mundo, denunciando a las organizaciones que se prestan
a la colaboración con el capitalismo internacional, combatiendo toda
desviación de objetivos que, por nobles, son irrenunciables.
L. de Guereñu Polán.
En primer lugar conviene recordar que la Conferencia es el resultado de nueve meses de ideas que se han recibido en la sede socialista central, por lo tanto ha habido tiempo para madurarlas y repensarlas. Que la candidata o candidato sea elegido por medio de primarias es una novedad buena, pero siempre que ello no vaya precedido de descalificaciones y codazos a las que algunos son tan adictos (y además siempre los mismos). Otros partidos podrían seguir este ejemplo si no tienen miedo a no se sabe que, aunque para ello han de ser partidos de gobierno, no eternizados en la oposición. No sé hasta que punto podrán participar en las primarias los llamados "simpatizantes": ¿y si se apuntan como simpatizantes opositores del PSOE?
Echo de falta unas buenas parrafadas sobre la perversión del sistema capitalista, aún teniendo en cuenta que no se conoce otro, pero sí se hace necesario que desde la izquierda se piense en desnaturalizar al capitalismo con medidas audaces que, por fuerza, han de estar coordinadas con otros partidos socialistas, sindicatos libres, comunidades progresitas y demás movimientos democráticos. De lo contrario toda alusión a la igualdad y a las políticas para conseguirla se quedan en mera retórica.
Las medidas de tipo fiscal están bien planteadas y deben ir dirigidas a garantizar los servicios públicos que están en riesgo de desaparecer con el actual Gobierno. Ello exige un esfuerzo recaudatorio que va más allá de la voluntad. Exige la persecución implacable del fraude fiscal y un ataque sin paliativos a las grandes fortunas del país. Favorecer a parados y pensionistas con un "rescate fiscal" es justamente lo contrario de lo que ha hecho el actual Gobierno: rescatar a los defraudadores perdonándoles las deudas con el Estado. En este sentido aumentar los impuestos sobre el patrimono es encomiable, sobre todo si ese patrimonio no está puesto a disposición de la prosperidad pública. La oposición a estas políticas -de llevarse a cabo- será feroz y los socialistas deben aliarse con la sociedad civil para combatirla.
Derogar la reforma laboral del Partido Popular es una exigencia absoluta: no tiene sentido que los convenios colectivos, en la mayor parte de las empresas, no tengan vigor. ¿Que defensa queda al trabajador si no es lo pactado en un convenio? El empresariado español -banqueros, grandes propietarios y accionistas, corporaciones transnacionales, usureros y especulares- van a poner el grito en el cielo, a lo que habrá que estar atentos.
En el oden electoral es muy importante que se desbloqueen las listas de candidatos, pero la circunscripción -y esto es algo que quizá no consiguiese consenso suficiente- debiera ser única, como en las elecciones al Parlamento Europeo. Son las más justas y proporcionales. En todo caso habrá que esperar a ver que hace el PSOE si gobierna, porque probablemente no lo haga en solitario, y el desbloqueo de las listas de candidatos parece insuficiente.
Aunque tarde, ahora se acuerda el PSOE de la laicidad que ya proclamaron los demócratas, republicanos y socialistas ¡en el siglo XIX! y que en España, por mor de un Estado débil y una Iglesia fuerte y privilegiada, nunca -salvo durante la II República- se llevó a cabo. No tiene sentido que la Iglesia goce de ventajas respecto a otras confesiones, que interfiera en la enseñanza pública, que reciba estipendios amplísimos por parte del Estado, que se interfiera en la legislación y la incumpla impunemente en ocasiones, que no pague los impuestos que sí pagan el resto de los contribuyentes. Para corregir esta situación habrá que denunciar los acuerdos con el Vaticano de 1979, que no se atrivieron a denunciar los anteriores gobiernos socialistas, y han tenido que ser las organizaciones cívicas, al margen del PSOE, las que lo reclamen.
Las reformas en la administración de justicia parecen acertadas pero las penas máximas en determinados delitos y la redención de aquellas debieran endurecerse y no lamentarse cuando tribunales internacionales corrigen la plana a los legisladores españoles, que son los responsables y no los jueces de lo que recientemente se vive en el país. Unas víctimas del terrorismo y de delitos atroces que se sienten desamparadas, aunque parte de ellas han sido vilmente instrumentalizadas por el Partido Popular. Hace bien el PSOE en no entrar en este juego.
Es imprescindible volver a las políticas sociales que han caracterizado a la socialdemocracia y a la izquierda en general desde 1945: pensiones dignas, sanidad de calidad y púbica para todos, protección social en materia de paro, orfandad y dependencia. En la enseñanza es necesario -como se aprobó en la Conferencia- que la ley Wert no entre en vigor, tanto porque no cuenta con presupuesto como porque se ha diferido "a divinis" su comienzo y porque es perversa en sí misma. La Inspección General del Estado, que no está cumpliendo su función, debe de vigilar a los centros concertados, se debe dotar de más recursos a los públicos, se debe vigilar el ideario y la práctica docente en los privados, se deben prohibir las discriminaciones por cualquier motivo... La política de becas, lejos de los excesos de algunos años atrás, deben volver a cumplir el papel social que tuvieron en favor de los alumnos con menos recursos, no de los alumnos más aventajados, porque estos pueden serlo por partir de situaciones favorables.
Las políticas de igualdad (combatir la violencia de género con medias preventivas, con penas más duras; combatir la explotación sexual, bien entendido que en no pocos casos los proxenetas forman corporaciones que están unidas a empresas de apariencia legal; reafirmar el derecho de la mujer al aborto en condiciones de dignidad y por medio de la sanidad pública...).
Echo de falta unos cuantos párrafos referidos a la moral pública y en el ejercicio de responsabilidades políticas. ¿Que sentido tiene que cargos públicos socialsitas se hayan saltado toda norma ética pasando a la empresa privada -con pingües remuneraciones- al mes siguiente, al año siguiente de dejar la responsabiliad que tenían con la sociedad? Podrían aprobarse medidas encaminadas a apartar a los que presenten la más mínima sombra de sospecha de las candidaturas. En otro orden de cosas el Partido Socialista debiera presentarse cuanto antes a la sociedad como un partido singular, que no tiene nada que ver con la derecha, sobre todo con unos ideales y fines totalmente distintos. Y por último debiera acercarse a Izquierda Unida en la medida en que dicha formación se preste a ello, en un clima de confianza y garantías mutuas; lo mismo respecto a toda organización progresista, altruista, empeñada en transformar la economía y la sociedad actuales por otras justas e igualitarias.
Tomarse en serio la gobernación de los pueblos, comunidades y del Estado implica no poner en los cargos públicos a amiguetes o floreros de este o aquel signo, implica no incluir en candidaturas a personas que han demostrado una insana ambición, implica un gran esfuerzo de generosidad que, o impregna a toda la organización o iremos mal todos los que nos reclamamos de izquierdas.
No pretendo agotar aquí mis impresiones sobre lo que un partido de izquierdas debiera ser, mucho más teniendo en cuenta que la actual crisis de la izquierda es común a todo el mundo: ¿que socialismo tenemos en América latina? ¿que socialismo se reconoce como tal en Europa? En Asia los gigantes japonés y chino (con un impío capitalismo de estado en este último caso) se comen a la mitad del mundo y soslayan todo intento de igualdad. Solo algunos ejemplos aislados, sostenidos por personalidades ejemplares, más que por las organizaciones que les apoyan, tenemos hoy. Los enjuagues de economistas liberales dentro del PSOE tienen que cortarse de raíz; las ambiciones de personajillos con poco seso deben desecharse; el respeto al dirigente que en cada momento ocupa el cargo de Secretario es una exigencia ineludible. Estar molestando y enredando continuamente es ocupar el tiempo en algo para lo que la sociedad no ha puesto donde están a algunos. El Partido Socialista debiera liderar, dentro de la Internacional, un cambio radical y profundo del pensamiento y la práctica de los partidos socialistas en el mundo, denunciando a las organizaciones que se prestan a la colaboración con el capitalismo internacional, combatiendo toda desviación de objetivos que, por nobles, son irrenunciables.
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