viernes, 28 de febrero de 2014

El vaciamiento del Estado

Ha sido característica de los partidos socialistas (en su sentido amplio) que el Estado ampliase sus competencias para dar más servicios a los ciudadanos, lo que ha implicado el aumento de los impuestos y la nivelación de las rentas con ello, así como que los partidos conservadores (también en su sentido amplio) el Estado dejase a la iniciativa privada la mayor parte de las actividades como mercancías que se pueden comprar y vender.

Muchos partidos socialistas en Europa (también fuera de ella) han cambiado aquella máxima crecientemente, de forma que en las últimas décadas el Estado se ha ido vaciando en favor de planes de pensiones gestinados por compañías de seguros o por bancos, la contratación de empresas para gestionar determinados servicios (sobre todo en los Ayuntamientos y en las Comunidades Autónomas), los conciertos para que empresas privadas participasen de los presupuestos del Estado a cambio de aportar escuelas, centos sanitarios, suministros (agua, electricidad...) o bien se han privatizado empresas públicas con lo que se ha privado al Estado de sectores estratégicos que debieran estar en manos públicas. 

Para el socialismo ha sido tradición considerar que la red ferroviaria y el transporte ferroviario han de ser públicos, así como la energía, la educación, la sanidad, la seguridad social... junto a la banca privada el socialismo siempre ha considerado que debe existir una banca pública que condicione las prácticas de aquella, de la misma forma que el Estado sea vigilante ante las prácticas monopolísticas, abusos del libre mercado, operaciones de "ingeniería" financiera y otras. El Estado, aún en manos de socialistas durante los últimos años, ha claudicado de aquella misión y ha entregado a la iniciativa privada muchos sectores de la gestión pública. 

Junto a RENFE y los Paradores Nacionales, el Consorcio de Compensación de Seguros y el Instituto de Crédito Oficial, poco más le queda al Estado (en España) actualmente. ¿Que sería de los españoles si la Seguridad Social fuese privatizada? Las Cajas de Ahorro, que eran públicas, son ahora bancos privados; había una banca pública en España, empresas como Repsol y Endesa han sido privatizadas; el Estado ha claudicado de gestionar sectores de la economía de los que nunca debió desprenderse. En esto los partidos socialistas son responsables y los partidos conservadores se han frotado las manos, a la vez que han completado el programa en cuanto han podido.

El antiguo Instituto Nacional de Industria (y me cuesta mentar la bicha) controlaba empresas como SEAT, la industria armamentística española, una empresa nacional de turismo, Aceralia (empresa siderúrgica), empresas de fertilizantes, la citada ENDESA, las empresas de fabricación de pasta para papel, el Instituto Nacional de Hidrocarburos donde se integraba REPSOL, quedando hoy solo al Estado la empresa de construcción naval NAVANTIA.

La explotación minera está privatizada, el crédito en manos de especuladores, el Estado en manos de "técnicos" que no se enteran de cuando se avecina una crisis y hay que poner a resguardo los intereses de la población. El Estado no tiene ya una política de construcción de viviendas que compita en el mercado condicionando a este, el Estado se ha quedado como espectador de una economía casi totalmente privatizada que gestiona a duras penas servicios que han empeorado sus prestaciones porque el Estado no tiene recursos para inyectar las inversiones necesarias. 

Mientras tanto la investigación y la innovación languidecen en cuanto a recursos, se restan ayudas a los estudiantes, se niegan las que precisan los ancianos dependientes (y no ancianos), no se prevén las situaciones catastróficas para auxiliar a los más débiles. Un Estado fuerte no se deja vapulear por la economía; un Estado débil se ha entregado a ella y no es más que un junco que oscila vacilante aquí o allá a merced del viento. 

O los partidos socialistas vuelven a recuperar el papel que al Estado corresponde en la economía, condicionándola, dirigiéndola en sectores productivos estratégicos, haciéndose con aquellos que no se pueden dejar a la especulación privada, o la población pagará más por menos, verá reducidas las prestaciones que en los años ochenta y noventa conquistó y en otros países europeos desde mediados del siglo pasado. No ignoro que en una economía globalizada el capital privado, que no tiene fronteras, es difícil de vencer, pero también es cierto que el poder político ofrece resortes poderosísimos si se utilizan con decisión, con ideas claras de lo que es una política de izquierdas y se denuncian aquellos acuerdos en los que esté el país (con la Unión Europea, por ejemplo) que vengan a significar una mayor liberalización perniciosa de la economía.

L. de Guereñu Polán.

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