Es seguro que el próximo día 25 de mayo varios
millones de españoles darán su voto al Partido Popular, el más corrupto –desde
hace por lo menos veinte años- de la democracia española. También el que más ha
incumplido su programa electoral, que estaba lleno de mentiras y de propuestas
ambiguas. Es el partido que tiene en sus filas a lo peor de la política
española, desde los concejales a las más altas instancias del Estado, el que
tiene a decenas de imputados, a varios condenados, a sinvergüenzas sin disimulo
y así podríamos seguir. ¿Cómo es posible que vaya a recibir tantos votos de la
ciudadanía? Porque dicha ciudadanía, antes que votar al contrario, el Partido
Socialista en el imaginario colectivo, es capaz de lo que sea, valga la
expresión.
Y así mismo ocurre con los votantes del Partido
Socialista: antes de votar al Partido Popular, en un buen número, seguirán
dando su voto a aquel o a otro afín. Luego pueden venir análisis sobre si el
bipartidismo predominante hasta este momento va o no a perdurar, si volverá a
haber mayorías absolutas en España o no y otras reflexiones. Pero ante todo hay
una cosa clara: hay electores que salvo que su partido desaparezca, le seguirán
apoyando por mucha corrupción en la que incurran.
El populismo, ante un ambiente político
enrarecido por la corrupción, también juega su papel: parte de ese populismo ya
está en el Partido Popular, representado sobre todo por su rama “liberal”. Otro
ejemplo de populismo oportunista y que tendrá sus días contados es Unión
Progreso y Democracia, en realidad una plataforma al servicio personal de su
fundadora y dirigente principal. Algunas de las candidaturas “pequeñas”
prefieren ser cabezas de ratón que colas de león, pues buena parte de sus
propuestas son asumidas en mayor o menor grado por los dos partidos de la
izquierda tradicional española, el PSOE y la coalición Izquierda Unida. Veremos
que es de ellos, pero lo más probable es que sirvan para espabilar a los
dormidos, que no son pocos en los partidos mayoritarios.
Los partidos nacionalistas a lo suyo, sobre
todo en Cataluña y Euskadi, donde da igual que se reclamen de izquierdas o de
derechas, lo que prima en ellos es la tribu, su condición de nacionalistas
contra el otro nacionalismo, el que representa el PP.
En todas las elecciones hay un factor con el
que no se contaba que modifica los resultados esperados; no sé cual será en
este momento pero por lo de pronto la abstención será alta porque las
instituciones europeas no se merecen otra cosa, o más bien los que las han
ocupado, con errores y déficits fundamentales desde la política exterior y el
papel de la UE en
el mundo hasta el contacto con los problemas reales de la ciudadanía. Creo que
será así en casi todos los países miembros.
Lo que sí parece ser evidente es que la
sociedad misma está en la base de la catadura moral de los representantes
públicos (en general). Esa sociedad es la que podría corregir el rumbo de
corrupción que sufre nuestro país, pero no lo hace, al menos por el momento.
Tendrá que llegar un tiempo en el que una sociedad más formada, con una idea de
la virtud pública arraigada, corrija la actual situación. Mientras tanto la
regeneración política y moral del país es cosa de minorías. Ojalá sean mayoría
pronto.
L. de Guereñu Polán.
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