domingo, 20 de julio de 2014

La creación del Estado de Israel fue un error

De igual manera que hay pueblos con una cultura muy definida que no tienen estado y que son causa de conflictos cada cierto tiempo, también los judíos podrían haber permanecido sin estado propio hasta que las condiciones se pactasen convenientemente. Comprendo que el mundo y las instituciones internacionales fueron sensibles al sufrimiento que habían padecido los judíos en Europa durante el nazismo, pero un estudio somero de la historia del Estado de Israel arroja un saldo muy negativo para los derechos humanos, para la paz y para el respeto de otro pueblo, el palestino, que también tiene derecho a un Estado propio. 

La ONU decició precipitadamente la creación del Estado de Israel en el año 1948 sin sopesar las dificultades que acarrearía dicha medida, a pesar de que ya durante la década de los treinta se habían producido revueltas árabes en Cisjordania y Transjordania que anunciaban lo peor. Dos comunidades que, a lo largo de la historia, se han asentado en una tierra común, merecían que la solución adoptada hubiese sido más meditada y prudente. 

El movimiento sionista, muy influyente, el papel del Reino Unido y Estados Unidos en particular, la miopía de la diplomacia del momento, hicieron que se diese satisfacción a una parte -la más poderosa- olvidando en parte las legítimas aspiraciones de la otra, los palestinos. Es perfectamente comprensible que los árabes palestinos no aceptasen el reparto territorial que hizo la ONU en 1948 porque se entregaba a los judíos un territorio mayoritariamente poblado por árabes. Las guerras que se han ido produciendo desde entonces no han arrojado sino destrucción, injusticia y barbarie. 

Cierto que los dirigentes palestinos, recurriendo al terrorismo, no hicieron sino afianzar al Estado de Israel, apoyado esencialmente por Estados Unidos en el marco de la "guerra fría". Hamás, en la actualidad, sigue con esa política y no consigue otra cosa sino sufrimiento para el pueblo al que representa, si bien este pueblo le apoya regularmente. Los muchos intentos diplomáticos que se han llevado a cabo, algunos muy fructíferos, no han sido duraderos y ahora nos encontramos con otra ilegalidad más por parte de Israel: la invasión de territorio palestino sin que las instituciones internacionales actúen, por ejemplo, como cuando Irak invadió Kuwait. 

Si la ONU no hubiese creado en 1948 el Estado de Israel ¿que soluciones habría para resolver el conflicto planteado? Desde mi punto de vista esperar a que las partes estuviesen en condiciones de negociar un acuerdo y, mientras tanto, que las instituciones internacionales (la ONU) administrase, por sí o por medio de un tercero, el territorio común. Esto no hubiese satisfecho al movimiento sionista, pero quizá hubiese sido comprendido por los amantes de la paz, tanto palestinos como judíos. Además, como se ha demostrado a lo largo de las últimas seis décadas, no todos los palestinos, ni todos los judíos, ven el problema y actúan de la misma manera: hay comunidades en cada una de esas nacionalidades que aspiran a la convivencia y su número ha ido en aumento. Entonces es cuando la ONU podria haberse apoyado en ellas para alcanzar un acuerdo que ahora no es posible porque hay una parte que ya tiene estado: Israel.

Si el mandato que recibió el Reino Unido para administrar Cisjordania y Transjordania -entre otros territorios- tras la primera guerra mundial, fue una fórmula aceptable (no diré que ideal) tras la desmembración del Imperio Otomano ¿por que no seguir con ella? Porque en 1948 había una parte, de las dos en conflicto, que era fuerte y venía de sufrir lo insufrible, mientras que la otra era débil, venía de ser colonizada y estaba olvidada del mundo rico. Aquella diplomacia, como la actual, no estuvo a la altura de las necesidades del mundo. Midió, como se mide ahora, con diferentes varas según se trate de un conflicto u otro, según se trate del poderoso o del débil. 

Las relaciones internacionales, las domésticas, las más elementales en el ámbito local, nunca dejarán de tener conflictos, pero el caso de Oriente Próximo, con palestinos y judíos como protagonistas, colma todos los límites de la barbarie y del mal hacer. 

L. de Guereñu Polán.

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