miércoles, 2 de julio de 2014

Otra vez a vueltas con el sistema electoral


Asustado por los resultados de las elecciones europeas el presidente del gobierno intenta evitar lo inevitable con alquimia electoral. La alquimia no es suficiente

No hace mucho, antes de las elecciones del 25 M, publiqué un par de artículos sobre los sistemas electorales en general y los aplicados en España en particular, así como las posibilidades que la Constitución de 1978 aún permitía sin necesidad de su modificación. Las conclusiones, primera: ningún sistema es perfecto desde el punto de vista democrático, y segunda: se iba a seguir hablando mucho del tema.

Una vez que el argumento de que el sistema español garantizaba el bipartidismo ha saltado por los aires, dinamitado por la realidad de los datos, y con ello la afirmación de la falta de calidad democrática, surgen las propuestas de “mejorar” esa calidad mediante ocurrencias variadas y nada extrañamente próximas a los intereses de la fuerza política de donde surgen.

Empecemos por la realizada por el Sr. Rajoy Brey: que el alcalde sea el más votado. Según la Constitución para la composición de  los Ayuntamientos prácticamente no existen otros condicionantes que  no sean los que garantizan que las elecciones sean democráticas: sufragio universal, igual, libre, directo y secreto, con el único añadido que hay que garantizar una cierta proporcionalidad en la representación. Así pues constitucionalmente solo es necesaria la modificación de la Ley Electoral Orgánica, lo que exige mayoría absoluta. Otro tema es que cualquier modificación suponga mejora de la “calidad democrática”, el simple criterio de que gobierne el más votado, si es a una sola vuelta, convertiría la representación proporciona actual en una mayoritaria de hecho y permitiría que alguien con muy poca representatividad, incluso con menos de 20%  de los votos emitidos tuviera mayoría absoluta de concejales, lo que muy democrático no parece. Otro tema es la elección a doble vuelta, lo que está muy probado en múltiples elecciones en nuestro entorno, por ejemplo en la elección de alcaldes y presidentes en Francia, y otros muchos países; claro que esta solución demanda acuerdos previos entre partidos con programas próximos, pero creo que en las circunstancias actuales eso sería deseable.

Continuemos con el otro tema de moda, las primarias. Cierto es que las primarias pueden servir para mejorar el funcionamiento democrático de Partidos y Organismos como los Gobiernos, Parlamentos, etc., pero no es menos cierto que no es una opción libre de riesgos, e incluso peligrosa para la propia Democracia, si no se efectúan con unas garantías exigentes.  En algunos procesos muy próximos ya se han podido observar algunas de las aristas del sistema, incluyendo las realizadas en el nuevo movimiento político de moda, cuando aún no es ni siquiera un partido y las en curso en el partido con más historia.

Un dato, después de casi 200 años de rodaje de primarias en USA, los 38 estados que las aplican, con un procedimiento garantista similar,  consiguen una participación total, en el conjunto del proceso de elección de presidente, en el entorno del 8% del electorado. Un 8% ¿es una participación de calidad?.

La alquimia electoral puede conseguir, en un momento muy concreto, que uno u otro partido se garantice un buen resultado en las elecciones  más cercanas,  pero la calidad del sistema solo puede medirse, en el tiempo, por la aceptación de los resultados por la mayoría de los representados, y sobre todo por la participación que consigue de los posibles votantes.

Julio de 2014

Isidoro Gracia

1 comentario:

FUNDACIÓN LUÍS TILVE dijo...

Guereñu dijo: sé que se armaría la gorda con los partidos nacionalistas periféricos, pero la mayor proporcionalidad y justicia se da con la circunscripción nacional, como en las europeas. Un saludo.