Asustado por los resultados de las elecciones
europeas el presidente del gobierno intenta evitar lo inevitable con alquimia
electoral. La alquimia no es suficiente
No hace mucho, antes de las elecciones del 25 M,
publiqué un par de artículos sobre los sistemas electorales en general y los
aplicados en España en particular, así como las posibilidades que la
Constitución de 1978 aún permitía sin necesidad de su modificación. Las
conclusiones, primera: ningún sistema es perfecto desde el punto de vista
democrático, y segunda: se iba a seguir hablando mucho del tema.
Una vez que el argumento de que el sistema español
garantizaba el bipartidismo ha saltado por los aires, dinamitado por la
realidad de los datos, y con ello la afirmación de la falta de calidad
democrática, surgen las propuestas de “mejorar” esa calidad mediante
ocurrencias variadas y nada extrañamente próximas a los intereses de la fuerza
política de donde surgen.
Empecemos por la realizada
por el Sr. Rajoy Brey: que el alcalde sea el más votado. Según la Constitución para la composición de los Ayuntamientos prácticamente no existen
otros condicionantes que no sean los que
garantizan que las elecciones sean democráticas: sufragio universal, igual,
libre, directo y secreto, con el único añadido
que hay que garantizar una cierta proporcionalidad en la representación. Así pues
constitucionalmente solo es necesaria la modificación de la Ley Electoral
Orgánica, lo que exige mayoría absoluta. Otro tema es que cualquier
modificación suponga mejora de la “calidad democrática”, el simple criterio
de que gobierne el más votado, si es a una sola vuelta, convertiría
la representación proporciona actual en una mayoritaria
de hecho y permitiría que alguien con muy poca representatividad, incluso con menos
de 20% de los votos emitidos tuviera mayoría
absoluta de concejales, lo que muy democrático no parece. Otro tema es la elección
a doble vuelta, lo que está muy probado en múltiples elecciones en nuestro
entorno, por ejemplo en la elección de alcaldes y presidentes en Francia, y otros
muchos países; claro que esta solución demanda acuerdos previos entre partidos
con programas próximos, pero creo que en las circunstancias actuales eso sería
deseable.
Continuemos con el otro tema de moda, las primarias.
Cierto es que las
primarias pueden servir para mejorar el funcionamiento democrático de Partidos
y Organismos como los Gobiernos, Parlamentos, etc., pero no es menos cierto que
no es una opción libre de riesgos, e incluso peligrosa para la propia
Democracia, si no se efectúan con unas garantías exigentes. En algunos procesos muy próximos ya se han
podido observar algunas de las aristas del sistema, incluyendo las realizadas
en el nuevo movimiento político de moda, cuando aún no es ni siquiera un
partido y las en curso en el partido con más historia.
Un
dato, después de casi 200 años de rodaje de primarias en USA, los 38 estados
que las aplican, con un procedimiento garantista similar, consiguen una participación total, en el
conjunto del proceso de elección de presidente, en el entorno del 8% del
electorado. Un 8% ¿es una participación de calidad?.
La alquimia
electoral puede conseguir, en un momento muy concreto, que uno u otro partido
se garantice un buen resultado en las elecciones más cercanas, pero la calidad del sistema solo puede medirse,
en el tiempo, por la aceptación de los resultados por la mayoría de los
representados, y sobre todo por la participación que consigue de los posibles
votantes.
Julio
de 2014
Isidoro
Gracia
1 comentario:
Guereñu dijo: sé que se armaría la gorda con los partidos nacionalistas periféricos, pero la mayor proporcionalidad y justicia se da con la circunscripción nacional, como en las europeas. Un saludo.
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