martes, 5 de agosto de 2014

LOS INCENDIOS FORESTALES SE APAGAN EN INVIERNO

Si, los incendios forestales del verano se apagan en invierno porque son las políticas preventivas las que pueden llegar a erradicarlos o reducir drasticamente su número, extensión y gravedad. Esta advertencia no es ninguna novedad pues se lleva manifestando en Galicia por parte de mucha gente desde hace un montón de años. Sin embargo van allá muchas décadas sufriendo esta lacra, y destinando cuantiosos recursos cada año para hacerle frente pero sin resultados, de manera que el problema se vuelve a presentar cada año, incluso con mayor virulencia y riesgo para los bienes y las personas cada vez ¿Por qué? ¿Qué está pasando?  ¿No es hora de preguntarnos que no estamos haciendo bien, y decirlo, para corregirlo de una vez?

Muchas decenas de miles de hectáreas de monte arden cada año, con pérdidas económicas cuantiosas, daños ecológicos irreversibles en muchos casos, e incluso vidas humanas. En 2012 ardía el Parque Natural de O Xurés, y se registraban incendios de gran importancia en Os Ancares y O Courel. En Septiembre del 2013 ardía el emblemático Monte Pindo con una superficie afectada de cerca de 2.000 hectáreas. Ese año, las llamas amenazaron el entorno urbano de Santiago de Compostela y otras poblaciones.

El 13 de septiembre de 2013, L. de Guereñu Polán, publicaba en este mismo Foro Claridade un interesantísimo artículo titulado ¿Existe Política forestal en Galicia? en el que después de recordar las competencias de la Xunta de Galicia en esta materia, señalaba que política forestal teóricamente si existe porque está contemplada en la Ley 7/2012, pero en la práctica no porque aspectos básicos de dicha ley no se cumplen.

Faltan, recuerda Guereñu, medidas para el desarrollo del medio rural y la puesta en marcha de modalidades de reorganización de las propiedades forestales con las dimensiones necesarias para llevar a cabo una gestión forestal viable y sostenible, y el fomento de iniciativas de gestión forestal conjunta. En la mencionada ley hay medidas de “obligado cumplimiento” que tampoco se cumplen, por ejemplo las referidas al tratamiento de las masas forestales quemadas y la repoblación de las zonas afectadas. Los montes -públicos y privados- siguen sin limpiar de maleza y hojarasca, y siguen sin estar ordenados, no hay una política para regenerar los árboles autóctonos del monte gallego, más bien todo lo contrario en algunos casos, etc.

Creo yo que falta voluntad política para dar una solución satisfactoria el problema. En lugar de eso se procura salir del paso cada año como se puede, pero vamos de mal en peor. Es un problema de tal magnitud que merecería una especie de “acuerdo de estado” con aspectos formales y de fondo para afrontarlo con responsabilidad y eficacia. Entre los formales, la renuncia de todos los partidos políticos con representación parlamentaria a utilizar los incendios forestales como recurso para hacer política partidaria, y también un compromiso de total transparencia informativa sobre los incendios habidos, sus causas, su alcance y consecuencia, las medidas a poner en marcha cada año, los presupuestos, etc. Y también de fondo: En colaboración con las universidades, expertos en la materia, organismos internacionales, organizaciones profesionales agrarias y forestales, etc. llevar a cabo todos los estudios necesarios para determinar las causas reales de los incendios en Galicia y la recomendación de las medidas mas eficaces para su erradicación o drástica reducción. También una colaboración estrecha, leal y generosa entre las diversas administraciones públicas.

En lugar de ello, año tras año, venimos asistiendo a una alarmante opacidad informativa por parte del principal organismo responsable, la Xunta de Galicia. Con la extraña complicidad de los medios de comunicación, el Presidente de la Xunta y los Conselleiros directamente afectados insisten en que la práctica totalidad de los incendios son intencionados y culpa de los pirómanos. Es evidente que así será en algunos casos, pero no se puede mantener esta acusación año tras año sin más. Hay que ir más allá. Recientemente pude ver en perspectiva los restos de uno de los incendios habidos hace un par de años en Os Ancares, comprobando las decenas de miles de pinos muy jóvenes calcinados en perfectas hileras simétricas, prueba de que habían sido “implantados” pocos años antes no se si  con el consentimiento y aprobación o no de los vecinos, toda vez que aquella es zona tradicional de árboles autóctonos: roble, castaño, abedul, cerezo, nogal, etc.

¿Como es que después de tantos años, el Ministerio del Interior, la Guardia Civil, los Ayuntamientos y la propia Justicia, siguen sin dar solución a los pirómanos? ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Cuántos y quienes son en cada municipio? Lo que no puede ser es que el señor Presidente nos cuente este año lo mismo que el año pasado y los anteriores. ¿Es que no se dan cuenta de que así no se puede seguir?

Nos estamos gastando cada año cantidades ingentes de dinero en material para la lucha contra los incendios forestales, también y de modo muy destacado en contratos con empresas privadas para la descarga de agua desde aviones y helicópteros. Tengo la impresión de que grandes negocios privados están surgiendo al amparo de unos presupuestos públicos tan crecientes cada año como poco eficientes. Extraña opacidad igualmente en todo lo relacionado con este tema con la que es preciso terminar. Cuando el negocio está asociado al servicio se impone mucho más el control y la transparencia informativa. Al fin y al cabo se trata no solo de combatir los incendios cada año, sino de ir reduciendo progresivamente su número y gravedad, aumentando para ello las políticas preventivas y en consecuencia  reduciendo y racionalizando en lo posible otros gastos.

Porque, no lo olvidemos, el problema es que pese a los crecientes esfuerzos que se vienen realizando (ahora se ha incorporado el ejército), los resultados no son buenos,  los montes se nos queman sin remedio, y así no podemos seguir.

Xesús Mosquera Sueiro.- 5 de agosto de 2014




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