domingo, 16 de noviembre de 2014

Política y elecciones

No son lo mismo, como es fácil suponer. La política es lo público y su gestión, mientras que las elecciones son (aunque muy importantes) el medio para que gobiernen unos u otros según el apoyo popular que tengan. En España estamos asistiendo, según lo veo yo, a una etapa que puede ser el final de un período en materia electoral pero no en materia política. Me explico: no creo que la Constitución de 1978 sea inservible, solo necesita cambios, aunque los que cada uno qusiésemos no se podrán hacer porque necesitarían del acuerdo de más de un partido, los más representativos. Para mí sería muy importante que se reformase la ley electoral, que desapareciese el Senado, que se moficiase el artículo 16.3 de la Constitución y el que regula la responsabilidad del Jefe del Estado... Hay más que me gustaría ver modificados o desaparecidos, pero ya sé que no será posible porque no habrá acuerdo entre los diversos partidos y toda modificación de la Constitución será insatisfactoria, será el resultado de un pacto en el que unos y otros tendrán que ceder. 

En cuanto a lo de modificar la Constitución en un sentido federalizante nada diré, porque creo que España ya es, de facto, un Estado federal, y ya me gustaría a mí que no se hubiese caído en él tal y como está conformado. Creo que las dos cumunidades que debieran tener reconocida una amplia autonomía son Cataluña y Vascongadas, aparte el sistema foral-fiscal de Navarra. Pero esto es harina de otro costal y ahora no es posible rectificarlo.

Lo que unos pocos piden, un período constituyente, no me parece razonable: España es uno de los países que ha tenido más Constituciones y no por ello le ha ido mejor. Lo importante es no frivolizar, no improvisar y tener altura de miras en esta materia. En cuanto al panorama electoral creo que, o bien el Partido Popular o el Partido Socialista seguirán siendo las fuerzas más votadas, aunque quizá ninguna pase del 30 por ciento de los apoyos (mala cosa). Creo que los pequeños partidos como Unión Progreso y Democracia, Izquierda Unida, Ciutadans, el PNV, Convergencia y Unió (digo uno y otro por separado),  Esquerra, Coalición Canaria, la constelación de nacionalismos galaicos y otros que existan debieran converger con sus afines para contribuir a la gobernabilidad del país; al fin y al cabo esto es lo que ya ocurre en comunidades como Andalucía (Extremadura es una "rara avis") y Asturias hasta hace poco. 

Los votantes del Partido Popular seguirán siendo unos cuantos millones por varias razones: en primer lugar porque hay un electorado conservador, reaccionario e incluso de extrema derecha, que antes que gobierne la izquierda transigirá con todo tipo de delincuencia y corrupción, por muy grave que sea. En segundo lugar porque hay españoles -como franceses y coreanos...- que ponen por delante su egoísmo a cualquier otra consideración: viven ellos bien, se hunda el mundo. El Partido Socialista mejoraría los resultados como consecuencia de la limpieza que está haciendo y de algunas propuestas que siempre debieron estar en sus programas (Iglesia, lucha contra la corrupción, derechos civiles, colaboración con el tercer mundo...) aunque quizá no alcance el 30 por ciento de los votantes. Los demás partidos seguirán siendo minorías más minoritarias, sobre todo por la aparición de la mancha de aceite que es "Podemos", cuya indefinición es preocupante, aunque ha venido a servir de catalizador de la corrupción y la miseria políticas que devoran al país. 

Esquerra siempre ha sido un partido desestabilizardor. Durante la II República española, durante la guerra civil y ahora, con Macià, con Companys, con Carod o con Junqueras. Su medro en Cataluña es preocupante y resultado de la ceguera del Partido Popular y del PSC-PSOE (esta es su denominación oficial). Izquierda Unida, más que "jugar" con novedades debiera, en mi opinión, converger con el PSOE, sobre todo si este se regenera... y luego vinene el contexto internacional. 

Si los populismos siguen avanzando en Europa (en América latina son un hecho) los partidos definidos lo tienen difícil, sobre todo si organizaciones como las que lideran los señores Renzi y Valls se lo facilitan. Estos no son más que oportunistas que se presentan como modernizadores ante el despiste general de la izquierda en Europa (y en América). En Asia ya no cabe decir nada más que esperar, con la influencia que el "Partido Comunista" chino ejerce sobre todo el continente. Populismo es el de Putin y el de muchas repúblicas nacidas del descuartizamiento de la URSS. España está en medio de esta vorágine. No es ajena a la misma. Por eso digo que aunque la Constitución que tanto costó conseguir pueda seguir siendo un instrumento válido -sobre todo si se reforma adecuadamente- en materia electoral la situación es muy preocupante: ¿como asumir que el partido que gobierne España no tenga ni siquiera el 30% de los votos de los que voten? 

Volveríamos a la República de Weimar, a la IV República francesa, a la Italia de la postguerra, a la II República española... En este sentido, mal. 

L. de Guereñu Polán.

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