lunes, 27 de abril de 2015

La burla de las compatibilidades

No es extraño que haya desafección de la ciudadanía hacia los cargos públicos si de vez en cuando salen sus corruptelas en los periódicos y la televisión, si compatibilizan los cargos de diputados y senadores con negocios privados y otras actividades profesionales, por las que cobran pingües sueldos que en modo alguno están justificados. Si por encima se trata de sueldos y retribuciones pagados por empresas que antes o luego han sido o van a ser contratadas por el Estado el escándalo es aún mayor.

¿Me van a decir a mí que un diputado o un senador (la mayoría tienen varios sueldos) no han de dedicarse a tiempo completo a sus responsabilidades públicas y van a poder dedicarse a otras remuneradas? ¿Donde se ha visto esto? (la pregunta es retórica, se ve en todas partes). Como yo, creo que muchos españoles conciben la política como una actividad que ha de llevar todo el tiempo a los que la ejercen profesionalmente: pueden ser llamados de día o de noche, en vacaciones o en cualquier ocasión. ¿Se puede concebir que un diputado diga que no está para asistir a tal reunión o atender a tal asunto? Si esto es así ¿como es posible admitir que un diputado, senador, alto cargo de la Administración y otros pueda recibir remuneraciones por actividades paralelas? 

El colmo es ya que las remuneraciones paralelas las reciba "oralmente", es decir, con los billetes en un sobre que no han de ser declarados a la Hacienda pública y por lo tanto no tributarán. ¿Diputados y senadores defraudando al fisco, no contribuyendo a la construcción de carreteras u hospitales? Pues sí, es moneda comúnn (valga la expresión muy apropiada en este caso). Quien dice de estos dice de los diputados de Comunidades Autónomas y otros cargos públicos como alcales, concejales "liberados", etc. La sinvergüencería ha llegado a extremos que se considera normal lo que debiera ser excepcional y condenable. 

Ni un solo gobierno se ha tomado en serio una ley de incompatibilidades que dignifique la labor de diputados, senadores y otros cargos públicos, es decir, que se dediquen "full time" a esas tan altas responsabilidades. Algunos diputados y senadores alegaban: "es que soy médico y me desacostumbro a operar"... pues opere usted gratis cuando sea reclamado por un hospital si tiene tanta pericia en el oficio. "Es que me desacostumbro de los códigos legales si no ejerzo de leguleyo..." pues defienda usted gratuitamente a sus inopinados clientes. "Es que tengo una empresa y le quiero sacar el máximo rendimiento..." pues deje usted el escaño para que otro le dé el máximo servicio a la ciudadanía. Y así podríamos seguir.

¿Es que podemos suponer que ser diputado o senador no llena todo el tiempo de los que ocupan dichas responsabilidades? ¿O son prebendas? Por eso tantas ausencias en los plenos y comisiones... se está atendiendo a otros negocios. Más del 70 por ciento de los diputados, según el propio Congreso, se dedican a negocios u oficios remunerados al tiempo que a su función pública. Insaciables. Mientras la política no esté revestida de la "virtú" de la que hablaron las mujeres y hos hombres del renacimiento no hacemos nada. Mientras no se barra de la faz de la política a los aprovechados que acuden a ella para beneficarse personalmente no tenemos nada que hacer, no hay futuro. 

¿Cuando vamos a escuchar de alguno de los partidos existentes, antiguos o emergentes, que una ley de incompatilidades será aprobada para que ejerzan sus funciones públicas solo los que quieran dedicarse a ellas sin otras miras? En esta cuestión no hay medias tintas: o se está con la honradez, con el trabajo comprometido y misional, con la austeridad de unos cargos públicos dedicados exclusivamente a ello, o de lo contrario estamos dejando una gatera monumental por la que se colarán mil gatos a un tiempo; gatos de esos que tienen un pelaje sospechoso de bochorno y de miseria a un tiempo.

L. de Guereñu Polán.

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