jueves, 23 de julio de 2015

1934: disolución de la Generalitat catalana

No sería la primera vez que la Generalitat de Cataluña es disuelta por el Gobierno central en la reciente historia de España (hago caso omiso del golpe militar de 1936). En octubre de 1934, con motivo de la entrada de varios miembros de la CEDA en el Gobierno, el Presidente Companys proclamó el Estat Català, lo que no implicaba independencia alguna, sino una fórmula distinta de la establecida en el Estatuto de autonomía, pero dentro de una "República Federal Española".

Companys, a quien la historiografía ha tratado con mucha benevolencia por haber sido asesinado vilmente por el general Franco, cometió un error grave y una ilegalidad manifiesta al hablar de asalto al poder por parte de la derecha. No había tal: las fuerzas conservadoras españolas habían ganado las elecciones en buena lid en noviembre de 1933 y venían gobernando con no poca conflictividad, como en toda la II República española. La CEDA tenía derecho a participar en el Gobierno porque había sido la organización más votada, y solo la decisión del Presidente Alcalá-Zamora, de acuerdo con sus prerrogativas, había encargado formar gobierno a Alejandro Lerroux, un republicano contradictorio pero menos conservador que Gil-Robles.

Ya con anterioridad, en abril de 1934, el Parlamento catalán había aprobado una Ley de Contratos de Cultivo clalamente favorable a los arrendatarios de tierras dedicadas al cultivo de la vid, a lo que se opusieron los grandes y medianos propietarios representados por la Lliga Regionalista de Cambó. El Tribunal de Garantías Constitucionales, a propuesta del Gobierno central, se pronunció contra la Generalitat por considerar que dicha ley excedía las competencias que el Estatuto confería a las autoridades catalanas. Otra cosa es que los ánimos estaban muy caldeados y la anulación de dicha ley llevó al Parlamento a aprobarla de nuevo. Una grave crisis gubernamental se desató entonces llevándose por delante al Presidente Samper, que con cierta condescendencia, estaba llegando a un acuerdo con la Generalitat. La CEDA no lo aceptó y el conficto quedó sin solucionar (el conflicto real, el que afectaba a los campesinos).
 
A la altura de 2015 no se dan las circunstancias sociales ni revolucionarias de 1934. No hay "rabassaires" en Cataluña que vivan en las condiciones de miseria de aquella época, la sociedad está fuertemente terciarizada y el problema ahora es entre dos nacionalismos: el catalán y el español, embarcando en ello al conjunto del país. Son máximos responsables los señores Mas y Rajoy, incapaces de usar la política para lo que es, llegar a acuerdos mediante la puesta en práctica de argumentos racionales.

Dos incompetentes conservadores pueden llevar al país a un ridículo monumental, además de afectar seriamente a la economía y al crédito internacional de España, ya de por sí lacerado por la corrupción que nos gobierna. Yo no deseo que el Gobierno intervenga y disuelva las instituciones catalanas de acuerdo con la Constitución española, pero tampoco quiero que las autoridades de Cataluña se salten la ley, las primeras en tener que cumplirlas. Ya he dicho en alguna ocasión que el señor Mas -y compañía- pueden aspirar a gobernar España y, desde la máxima autoridad del Gobierno, convocar el referéndum que desean. La otra opción es declarar unilateralmente la independencia de Cataluña siguiendo una vía revolucionaria (lo que no sería inédito) pero entonces habrán de hacer los nacionalistas bien las cuentas, porque para seguir esa vía hay que tener detrás a todo un pueblo, a mucho más de la mitad del mismo. No creo que se den esas condiciones. 

L. de Guereñu Polán.

1 comentario:

FUNDACIÓN LUÍS TILVE dijo...

La hoy injustamente denostada Constitución de 1978 tiene prevista una solución mucho menos traumática y mucho más políticamente correcta , Eso sí coincido en que la torpeza con que se está actuando por los principales protagonistas puede llevarnos a un autentico desastre con difícil arreglo en algunas generaciones.
Isidoro