domingo, 26 de julio de 2015

Cataluña: movilización y abstención

No es tanto el objetivo de acertar en mis previsiones lo que me mueve a esribir esto, sino reflexionar, como otras muchas veces, sobre los asuntos públicos. El de la situación institucional en Cataluña y, por ende, en España, es uno de ellos. Creo que los partidarios de que Cataluña forme parte de España son más en dicha comunidad y serán más también en las elecciones del 27 de septiembre próximo porque se movilizarán al máximo para demostrar que el Gobierno y los nacionalistas catalanes están equivocados en sus previsiones. Por su parte, entre los nacionalistas habrá un determinado grado de abstención porque no todos desean que su voto se instrumentalice en favor de los independentistas (no es exactamente lo mismo nacionalismo que independentismo). Por otra parte saben que, aún siendo más los independentistas, hay enormes dificultades legales, políticas y de todo orden para llevar a cabo una supuesta independencia.

Pienso en muchos pequeños y medianos empresarios, en grandes empresarios, en sectores de la clase media, en inmigrantes ya arraigados en Cataluña y con derecho a voto, que apoyarán a uno de los partidos antiindependentistas. Por otra parte no es lo mismo la provincia de Girona, algunos valles pirenaicos, algunos barrrios de Barcelona, que el resto de la comunidad. En los primeros citados el ímpetu independentista se viene manifestando incontenible, pero no son, ni mucho menos, toda Cataluña. Habrá muchos catalanes que piensen no se puede construir un estado independiente con un porcentaje altísimo de adversarios al mismo, sin ejército, sin reconocimiento internacional, sin el apoyo legal. No sé si el Gobierno catalán y sus aliados tendrán un plan B para el caso de que los resultados electorales no les favorezcan, pero en todo caso y, sea cual sea el resultado, el problema institucional planteado no termina con el resultado de las elecciones de septiembre. Sigue. 

Por otra parte no hay parangón: los griegos que lucharon contra el imperio otomano en el siglo XIX lo hicieron contra un régimen opresor que no reconocía sus peculiaridades culturales e históricas. Igual ocurre con Irlanda respecto del Reino Unido. En el caso de Irlanda del Norte se llegó a un acuerdo político (lo que en España no existe) para el cese del terrorismo y el reparto de poder entre unionistas y republicanos. Croacia y otras nacionalidades balcánicas, a finales del siglo XX, tenían ejércitos combatiendo contra el serbio, lo que no se da en el caso catalán; Croacia fue reconocida inmediatamente por Alemania y Serbia estaba en retroceso. No es el caso de España, integrada en la Unión Europea y con Euskadi acomodada institucionalmente en España (también económica y socialmente). 

En Cataluña hay muchos murcianos, aragoneses, valencianos, andaluces, castellanos, madrileños entre ellos, que no sienten el nacionalismo autóctono como algo propio. Los nacionalistas catalanes forman parte de un país que ha acogido durante siglos a miles y miles de españoles y no españoles: hoy forman parte de la comunidad catalana. Pero como -descartada la independencia "por fas o por nefas"- el problema sigue, harían bien los partidos políticos en no exacerbar los ánimos de uno u otro lado (aunque ya me estoy imaginando al Partido Popular actuando como un chaval de feria). Los independentistas, por su parte, debieran poner en práctica su plan B (si lo tienen) o seguir gobernando Cataluña si los resultados electorales les son favorables par hacerlo, pero dejando para dentro de un siglo el envite en que ahora estamos. No quiero pensar que la mala gestión de este asunto derive en el nacimiento de un grupo terrorista catalán...

Cabe pensar que ningún partido independentista acuda a las elecciones del 27-S en clave "si o no": son unas elecciones para elegir al Parlamento catalán y deben ofrecerse programas concretos y bien explicados. Solo hay que desear que quienes gestionen el Estado a partir del año 2016, sean otros distintos de los que ahora lo mal conducen. No será fácil dadas las previsiones. Si el Partido Socialista tiene responsabilidades de gobierno próximamente, estará llamado a uno de los temas de más altura política de los últimos tiempos. Sin perder de vista -creo yo- los graves problemas sociales que afectan a parte de nuestra población. 

L. de Guereñu Polán.

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