lunes, 24 de agosto de 2015

Pésima legislación laboral y altas tasas de paro


Según datos del Ministerio de Empleo (porque si fueran de la ministra no serían fiables) de todos los contratos firmados en España durante el año 2014, solo el 5,6% han sido indefinidos, el 8,7% de interinidad, el 41,2% para eventos circunstanciales, el 39,9% por obra o servicio y el 4,3% restante otros tipos de contrato.

Si fuésemos a fijarnos en el nivel de estudios de los contratados tenemos, para el mismo año 2014, que los que tenían estudios universitarios fueron solo el 10,3%, con formación profesional de grado superior el 6,5%, con educación secundaria el 4,7%, con formación profesional de grado medio el 4,7%, con estudios primarios el 5,3% y sin estudios el 3,2%. Si bien es cierto que los trabajadores más preparados han sido más contratados, las diferencias no son realmente importantes, por la sencilla razón de que la tasa de contratos NO indefinidos, a causa de la legislación laboral, son muchos.

Asombra el porcentaje de contratos por obra o servicio de los trabajadores sin estudios (el 59,2%) siendo también muchos los que, en dicha modalidad contractual, tienen estudios primarios (47,3%) y los de educación secundaria (36,8%). Los contratos para eventos circunstanciales han oscilado, según el nivel de estudios de los trabajadores, entre el 30% de los universitarios y el 46,4% de los que tienen educación secundaria.

¿Por qué en España hay unas tasas de paro muy superiores a las de otros países? En primer lugar por la pésima legislación laboral, que frena toda posible combatividad sindical; en segundo lugar por la estructura empresarial española, donde el peso de la pequeña y mediana empresa es abrumador (este tipo de empresarios tiene menos recursos y más temores ante la contratación) y en tercer lugar por la estructura económica de España, que no absorbe a muchos titulados en especialidades nuevas: se van a otros países, están subempleados o en paro. Hay en España, por otro lado, altos porcentajes (en parámetros europeos) de personas con baja o muy baja cualificación; no hay más que ir a los datos de los Institutos de Adultos del país para darse cuenta de la enorme cantidad de personas con menos de cuarenta años que no tienen completados los estudios secundarios.

Pero aún teniendo en cuenta estos aspectos –que se dan en mayor o menor grado en otros países incluso de la Unión Europea- en España hay una tasa muy elevada de economía sumergida para tratarse de uno de los países con más alto PIB de la Unión. Esa economía sumergida no contribuye al erario público, aunque sí pueda contribuir en un determinado grado al consumo.

El empresariado español, en general, no es moderno (aunque haya un sector del mismo que sí lo es). Como ya dije está atomizado, su cultura no es acorde con un mundo en rápida transformación y ningún gobierno en España (desde que las estadísticas de paro son fiables) ha conseguido bajar la tasa de paro hasta niveles asumibles. En una economía de libre mercado el Estado no puede hacerlo todo en esta materia, pero sí puede marcarse unos objetivos a medio plazo: invertir más en investigación, desarrollo e innovación (se ha dicho mil veces), establecer planes de contratación directa por parte de las Administraciones públicas bajo el paraguas de una ley y recursos estatales y, sobre todo, tener una política fiscal que favorezca claramente al empleo.

El plan E llevado a cabo durante la última legislatura del presidente Zapatero fue una buena idea y mejor realización. Ahora que el Estado va a tener más recursos porque se va a crecer a ritmo más rápido, aquellos no pueden quedarse en unas pocas manos, tienen que ir a crear empleo. No debemos olvidar que dicho plan E fue un conjunto complejo de medidas económicas entre las que estuvieron grandes inversiones de dinero público. No era poco importante en dicho plan lo previsto en materia de modernización de la economía, es decir, los incentivos para quienes invirtiesen en sectores innovadores de gran valor añadido, que pudiesen absorber a los trabajadores con títulos superiores. Miles de proyectos se pusieron en práctica a pesar de la crisis internacional que retrajo la economía (los poderosos no la sintieron, simplemente dejaron de ganar tanto como lo venían haciendo).

El principal problema del plan E fue, precisamente, los tipos de contratos que se preveían y cuyas características se han agravado desde el año 2012. Ahora procede rescatar el plan E (o como se le quiera llamar) pero con una legislación laboral que combata de veras la precariedad laboral. El Estado debe de demostrar que tiene recursos (sobre todo legales) para frenar a los empresarios que se opongan a reducir drásticamente el desempleo.

L. de Guereñu Polán. 

No hay comentarios: