miércoles, 11 de noviembre de 2015

Los extranjeros en la antigua Grecia

No recuerdo de quien leí una reflexión sobre el trato que los antiguos griegos debían dar a los extranjeros, pero sé que era un clásico y decía que las relaciones con ellos debían ser sagradas, pues los extranjeros carecían en tierra extraña de parientes y amigos, de forma que ser hospitalarios con ellos era como serlo con el mismo Zeus, su protector.

Creo que una de las señas de identidad de la izquierda europea, en particular de los partidos socialistas, debiera ser recibir a inmigrantes y refugiados con toda la humanidad posible, como si de algo sagrado se tratase. Además de que el derecho internacional obliga a dar un trato adecuado a los refugiados, que huyen de su país perseguidos, buscando salvar sus vidas, España y Europa han tenido momentos trágicos de sus historias respectivas en que muchos de sus habitantes se han visto acogidos en otras partes del mundo como refugiados y/o como inmigrantes. Y esta seña de identidad que debiera ser irrenunciable para la izquierda europea cobra mayor importancia cuando el fascismo y el conservadurismo están unidos en un común demonimador: combatir el actual estatuto del refugiado y limitar al máximo el derecho humanitario de los inmigrantes.

Vemos esto en el gobierno húngaro, en la actual Gran Bretaña y en otros países gobernados por la derecha, pero también en otros donde es la izquierda hegemónica. El señor Cameron, primer ministro británico, sabe que, antes que en la Unión Europea, su país está asociado con Estados Unidos y con la Commonwealth. La política exterior de Gran Bretaña es la de Estados Unidos, Gran Bretaña no está en la unión monetaria y sus gobiernos han apoyado la intervención armada en países que ahora responden con una inestabilidad absoluta, con un terrorismo desatado y con graves responsabilidades internacionales. 

El señor Blair en su momento sabía -como lo sabían el presidente Bush y el impresentable Aznar- que en Irak no había armas de destrucción masiva: así lo aseguraban los señores el-Baradei y los demás expertos ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Otra cosa son los objetivos de aquellos mandatarios citados (en el caso del señor Aznar su enriquecimiento personal). Ahora el señor Cameron pretende firmar un nuevo estatuto de adhesión a la Unión Europea para conseguir limitar los derechos de los europeos de la U.E. en el Reino Unido, algo que va en contra de los tratados fundacionales, del de Maastricht y otros. Es contradictorio que quien se opuso a la secesión de Escocia abra el camino para la separación del Reino Unido de la Unión Europea. 

Alguien debe recordar al señor Cameron que el "Estado Islámico" existe, en parte, porque su país intervino ilegalmente en Irak, basándose en una falsedad, y la inseguridad que padece Europa hoy se debe en buena medida a la existencia de dicho "Estado Islámico". El señor Cameron también quiere que la U.E. garantice la preponderancia del poder fianciero británico en Europa, con lo que están claros los intereses que defiende. Inglaterra ya no manda en los mares y en el mundo, como hasta la primera guerra mundial, pero ahora quiere garantizarse el control de las finanzas en Europa. Contrasta este interés del señor Cameron con el desinterés por atender a los europeos de la U.E. en Gran Bretaña ¡no digamos a los inmigrantes y refugiados extracomunitarios!

Como no quiero caer en la verborrea fácil, sé que Reino Unido no puede seguir recibiendo la enorme cantidad de inmigrantes que ahora pero los 2,7 millones de europeos que viven en Reino Unido pagan sus impuestos en la mayor parte de los casos y contribuyen a la riqueza del país. Otra cosa es que el señor Cameron tenga que dar respuesta a los sectores más conservadores de su partido, de la sociedad británica y del fascismo isleño, que existe. También existe en Hungría, en España, en Francia, en Alemania (véase el caso de Dresde) en Austria y otros países europeos, de la U.E. y de fuera de la Unión. 

Si la xenofobia avanza volveremos a vernos abocados a situaciones indeseadas y que creíamos superadas, pero los grandes movimientos excluyentes que siempre han existido en el mundo reaparecen recurrentemente cuando ven que las instituciones democráticas son débiles, cuando aparecen colaboradores como el señor Cameron y cuando los graves problemas que aquejan al mundo crean el caldo de cultivo propicio. Claro que Europa no puede recibir a todos los refugiados que lo necesitan, ni puede recibir a todos los inmigrantes que quisieran llegar aquí, pero no lo puede hacer en el actual estado de cosas, si las condiciones de reparto de la riqueza, de modelo de desarrollo, de cambio institucional fueran otros podría hablarse de otra manera. 

La moral y la razón están con los programas de generosidad para con refugiados e inmigrantes. El egoísmo y el mantenimiento del actual "statu quo" son los que impiden que no podamos plantear acoger a refugiados e inmigrantes. Deséchense ideas sobre la "preservación de la cultura europea", sobre xenofobia y racismo, sobre defensa a ultranza del capitalismo rampante y se verá como sí es posible atender a las graves necesidades de comunidades enteras en el mundo. Cuestiónese el sistema económico imperante, repártase equitativamente la riqueza, edúquese a la población en la "xenía", aquella institución griega que consideraba dar refugio al extranjero como un deber sagrado y será posible lo que ahora se discute. No pierda el tiempo y las energías la izquierda europea en este asunto si no quiere verse arrastrada a una situación como la del período de entreguerras del pasado siglo. 

L. de Guereñu Polán.

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