sábado, 7 de noviembre de 2015

Premiar a los traidores

La señora Lozano en el sillón que no quiere perder
En los años ochenta pasados un veterano dirigente del Partido Socialista en la ciudad donde vivo, descontento con las decisiones tomadas en torno a la candidatura, pidió la baja y a la semana ya tenía otra candidatura dispuesta a competir con la del partido que acababa de abandonar. Al cabo de un año se desengañó de lo que había hecho y pidió la entrada, de nuevo, en el Partido Socialista, pero lo que no sabíamos muchos es que era a cambio de que este le incluyese en la candidatura al Parlamento de Galicia. Estupefacción pero nada más.

Recientemente, un alcalde de un pueblo de Lugo se ha indisciplinado con los demás compañeros de la candidatura de la que formó parte (la del Partido Socialista) permitió la investiduda como Presidenta de la Diputación de una señora del Partido Popular, al cabo de un tiempo fue convencido de que debía posibilitar el cambio y lo hizo, pero poniendo no pocas condiciones, hasta el punto de que no ha respetado los acuerdos a los que "su" partido había llegado con otro en coalición. 

Recientemente, uno de los látigos más feroces contra el Partido Socialista ("corrupto, camarilla" y otras prendas) ha sido llamado para que forme parte de la candidatura al Congreso y -de repente- se le han olvidado todos los males que aquejaban, según ella, al partido objeto de sus iras. Su actitud ha representado una traición manifiesta al partido del que procede, a cuya dirección se presentó -sin éxito- hace solo unos meses. Hay personas que sufren mutaciones muy rapidamente, hasta el punto de que estoy pensando cuanto tiempo tardará -como en los dos ejemplos anteriores- en volver a las andadas.

Casos como estos se han dado en Madrid, Asturias, Andalucía y otras comunidades, en otros partidos políticos socialistas (que son los que me importan) y en otros ámbitos de la vida. Pero esto no puede traer nada bueno para ganar la confianza de afiliados y electores. Ya me han dicho algunos afiliados del Partido Socialista, en la ciudad donde vivo, que no votarán a dicho partido. ¿Quien ha permitido que sea diputado provincial un señor cuya catadura y egoísmo ya eran conocidos? (primero planteó que o era él el Presidente o nada). ¿Quien llegó al acuerdo de integrar en la candidatura al Parlamento gallego al felón que había abandonado el Partido Socialista para luego negociar su entrada en él con ventaja y por ocultamiento? ¿Que dedo de oro ha designado a la candidata que hace solo unos meses fustigaba al Partido Socialista y que ha visto que este se ha vuelto honrado en tan corto espacio de tiempo? El autor de esta última jugada es conocido.

Eso de premiar al traidor ha estado de moda siempre, porque los que tienen dicha condición suelen tener, a su vez, la destreza para serpentear en los aledaños del poder y buscarse acomodo fuere como fuere. No tienen vergüenza, tienen el afán de la burla; tienen una cualidad que otros no practican porque son honrados. Hay en mi ciudad un militar retirado que formó parte durante un breve tiempo del Partido Socialista, pero en cuyo ínterin se procuró la cabecera de una lista al Congreso. En este caso fue descubierta su treta -formaba parte de la comisión de listas- y expulsado. Hay una Presidenta de Diputación que durante años estuvo ocupando varios cargos públicos -lo que está en contra de los estatutos del Partido Socialista y de toda lógica- y ha sido premiada con dicha prebenda (independientemente de cual sea su gestión en el futuro).

Se estila premiar al díscolo, al traidor, al pendenciero. El honrado queda relegado con frecuencia porque no está dispuesto a poner su virtud por debajo de una pretensión pasajera. 

L. de Guereñu Polán.

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