lunes, 27 de junio de 2016

SABER LEER EL PARTIDO QUE NOS LLEVO AL 26J



Debido a la sorpresa que ha provocado el resultado electoral del 26J, me veo impelido a aportar mi humilde explicación al seísmo, y nada mejor para ello que empezar con un símil futbolístico, tan presente en estos días. 

Uno puede ser muy bueno con la pelota, pero para ganar no llega con la habilidad, hay que saber leer el partido, y eso es lo que no supo hacer, envilecido por su ego, Pablo Iglesias.
Dicen algunos que los “viejos” son los que han decidido la votación, sintiéndose agraviados por ello, pero sin pararse a pensar en porque tienen razón, en que los momentos políticos, las ocasiones, hay que aprovecharlas, ya que, sin ir más lejos, si el Brexit se decidiera hoy, el resultado sería muy distinto.

En las pasadas elecciones hubo un voto de castigo al Partido Popular, a la corrupción y a la austeridad, por parte de muchos votantes del PP; y también de votantes socialistas al PSOE. Pero estos no eran votantes de Podemos. Ese fue el inexplicable fallo de Iglesias, quizás porque la realidad no es ciencia política, o porque se distorsiona cuando se ve desde un plató de televisión. Se creyó que era un éxito personal, no entendió que quienes habían decidido el resultado de diciembre eran los ciudadanos. Se creyó la retórica de "el pueblo quiere...", cuando es muy difícil saber lo que quiere el pueblo; y más si la campaña se hace desde un atril, desde una tesis o mirando a cámara, sin pisar el rural, que es mucha España.

Esa fue la ocasión de oro, que sí pareció ver Errejón, y que sí vio el PSOE, que es mucho más que Sánchez; quienes, aun siendo una mala situación con complejos acuerdos, sabían que no iban a tener otra oportunidad como esa. Sumando a Ciudadanos garantizaban la división en la derecha, con un PP que habría pasado a la oposición muy debilitado, y en el que se abriría una guerra interna que, como mínimo, habría jubilado a la vieja guardia de los sobres. De esta manera se le devolvía el caballo de Troya de la división a un PP que estaba utilizando los medios de comunicación para idéntica táctica con la izquierda. ¿O es qué a estas alturas seguimos sin entender que La Sexta pertenece a Antena 3, en cuyo grupo están, entre otros, La Razón

Eso tampoco lo supo ver Iglesias, que estaba siendo utilizado por los “medios” de la derecha, y si lo vio (en el 2012 llamaban al grupo mediático que los aupó casta y mafiosos sicilianos), calculó mal, pues lo mismo fue usado para dividir a la izquierda que para polarizar y atemorizar a los ciudadanos, según necesitara Rajoy. Un ejemplo claro de esto fue la manipulación de las encuestas, que dieron en todo momento un resultado exagerado para Podemos, cuando los datos de grupos independientes no coincidían. Se buscó movilizar el voto de derechas con una polarización tan de libro que hasta el propio Rajoy la descubría cuando hablaba de buenos y "malos", tratando al electorado como a una masa de niños. Y les funcionó. Los medios han jugado con Iglesias, quien mientras le sacó partido les dejó hacer, pero cuyos elogios acabaron cegándolo.

Se creyó también Iglesias que el voto socialista trasvasado era de él, y no comprendió que los verdaderos socialistas nunca entendieron que no pactara con el PSOE cuando pudo. Querían darle un aviso al Partido Socialista para que virara más a la izquierda, pero nunca esperaron que se le negara el Gobierno. Quien iba a decirle a más de uno que sería el PSOE, e incluso Ciudadanos, quienes más cerca estuvieron de descabalgar a Rajoy.

Por tanto, lo único que ha conseguido Iglesias al obligar a la ciudadanía a volver a votar, es que el voto de castigo, una vez hecho, volviera a sus votantes naturales, perdiendo así una ocasión que habría supuesto la aplicación de medidas sociales y el fin de la austeridad. De un PP dividido y desgastado, acosado por la corrupción, hemos pasado a un PP fortalecido, a un Ciudadanos debilitado que precisa volver a la derecha, a un Sánchez cansado de pelear contra baronías y contra tirios y troyanos, a un PNV en descenso necesitado de debilitar a Podemos. Todo por no saber leer el partido, por asaltar el cielo, que está muy bien para los discursos pero es un problema cuando te lo crees y dejas pasar las oportunidades. No alcanzamos el cielo sino que saltamos por los aires.

Guillerme Pérez

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