domingo, 26 de junio de 2016

Xunta e incendios forestales



Galicia tiene más de dos millones de hectáreas de suelo forestal, lo que habla de su importancia en la economía de no pocas empresas del país. Solo algo más de ¼ de suelo de Galicia está dedicado a la agricultura, lo que se explica por el vaciado de población en el medio rural para trabajar en el sector servicios, sobre todo. La importancia de las masas forestales de Galicia no ha sido valorada por las autoridades de la Xunta que, una vez más, un año más, permanecen dormidas ante un verano que puede ser catastrófico para la economía forestal del país. Una primavera lluviosa ha contribuido todavía más a la dormición de las autoridades, que han rebajado el gasto en prevención de incendios, en limpieza de los montes y en personal para evitar los incendios forestales. Luego vendrán los lamentos, los riesgos, los elogios a los que apagan los fuegos, pero no se ha hecho casi nada por reducir al máximo posible los incendios forestales, sobre los que tantas controversias hay en Galicia: ¿se quema el monte en interés de los compradores de madera? (estoy seguro de que es una hipótesis absurda), ¿se quema por falta de previsión, por la acción criminal de pirómanos o por causas fortuitas? Estas son hipótesis más aceptables.
 
Es sabido que los incendios forestales se producen, sobre todo, donde ha habido repoblaciones a partir de los años cuarenta pasados (pinos e eucaliptos) siendo pocos los que afectan a las especies autóctonas (castiñeiros, carballos…) lo que abonó la hipótesis de que ciertas personas o comunidades, en un determinado tiempo, actuasen contra aquellas reivindicativamente, pero si esto fue en algún momento, no se pude asegurar sea en la actualidad. Y son precisamente pinos y eucaliptos los que ocupan un mayor espacio forestal en Galicia según la Federación de Aserradores y Rematantes de Madera de Galicia: el pino más de tres millones de m3 e igualmente el eucalipto, a lo que hay que sumar casi 1,5 millones de m3 donde se mezclan pinos y eucaliptos en el monte gallego. 
 
Muy por detrás está el carballo, con 652.000 m3 y el castaño, con 157.000 m3. La desventaja, económicamente, entre estas especies y las de repoblación (hay pino autóctono) es que crecen mucho más lentamente, lo que hace que las empresas madereras y las de pasta de papel demanden una producción suficiente. 
 
Pero una cosa es el aspecto económico, nada desdeñable, porque viven muchas personas de él, y otra los incendios forestales, que constituyen un atentado ecológico de primera magnitud. ¿Estamos asistiendo a un cambio en la secuencia de las estaciones tradicionales, con primaveras más lluviosas y veranos más prolongados? Pues si esto fuese así todavía habría que atender más a este problema para darle solución. No sé si la Xunta de Galicia tiene en cuenta esta posibilidad. Tampoco se ven campañas de educación social sobre el desastre que significan los incendios forestales, así como no se constituyen voluntarios –que deben estar coordinados por las autoridades- para evitar los incendios. 
 
¿Y la limpieza de las masas forestales? Sabido es que la mayor parte del monte gallego está en manos privadas, sean estas personas particulares o comunidades de vecinos. La Xunta no vela para que el monte esté limpio de rastrojos, no se vigila suficientemente, no se empiezan las campañas de prevención a tiempo, no se dedican los fondos presupuestarios necesarios. Porque no estamos hablando de una cuestión baladí, sino de un patrimonio de todos aunque esté privatizado en buena parte. 
 
En algunos países se han introducido especies con bajo poder combustible, y otro aspecto es el penal, que no depende solo de la Xunta de Galicia, sino del legislador estatal, que debiera endurecer los castigos a los pirómanos. No ignoro que en ocasiones esos pirómanos (pocos) son personas trastornadas para las que el tratamiento debe ser distinto, pero en todo caso es la educación y la prevención, convirtiendo a cada gallego en un cuidador del monte, la primera medida importante. 
 
Solo así se podrá garantizar un medio ambiente de más calidad que el que ahora tenemos, y se podrán garantizar los puestos de trabajo de las 473 serrerías, las de 25 fábricas de tableros, la de pasta de papel en Pontevedra, las de 191 fábricas de envases y embalajes, las  de 1.046 fábricas de carpintería y ebanistería y otras tantas de mobiliario y objetos de madera (datos de FEARMAGA). 
 
Galicia ha perdido siempre, cada año, la batalla en materia de incendios forestales: hay dos responsables, los negligentes y pirómanos y las autoridades. Es hora de que la sociedad gallega exija recursos, personas e inteligencia a los que están obligados a ello. De lo contrario Galicia será un yermo dentro de un siglo, mientras las pretensiones especulativas sobre el suelo campan a su antojo. La Xunta ha hecho aprobar una Ley que favorece este vicio.

L. de Guereñu Polán.

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