Galicia tiene más de dos millones de hectáreas de
suelo forestal, lo que habla de su importancia en la economía de no pocas
empresas del país. Solo algo más de ¼ de suelo de Galicia está dedicado a la
agricultura, lo que se explica por el vaciado de población en el medio rural
para trabajar en el sector servicios, sobre todo. La importancia de las masas
forestales de Galicia no ha sido valorada por las autoridades de la Xunta que, una vez más, un
año más, permanecen dormidas ante un verano que puede ser catastrófico para la
economía forestal del país. Una primavera lluviosa ha contribuido todavía más a
la dormición de las autoridades, que han rebajado el gasto en prevención de
incendios, en limpieza de los montes y en personal para evitar los incendios
forestales. Luego vendrán los lamentos, los riesgos, los elogios a los que
apagan los fuegos, pero no se ha hecho casi nada por reducir al máximo posible
los incendios forestales, sobre los que tantas controversias hay en Galicia: ¿se
quema el monte en interés de los compradores de madera? (estoy seguro de que es
una hipótesis absurda), ¿se quema por falta de previsión, por la acción
criminal de pirómanos o por causas fortuitas? Estas son hipótesis más
aceptables.
Es sabido que los incendios forestales se
producen, sobre todo, donde ha habido repoblaciones a partir de los años
cuarenta pasados (pinos e eucaliptos) siendo pocos los que afectan a las
especies autóctonas (castiñeiros, carballos…) lo que abonó la hipótesis de que
ciertas personas o comunidades, en un determinado tiempo, actuasen contra
aquellas reivindicativamente, pero si esto fue en algún momento, no se pude
asegurar sea en la actualidad. Y son precisamente pinos y eucaliptos los que
ocupan un mayor espacio forestal en Galicia según la Federación de
Aserradores y Rematantes de Madera de Galicia: el pino más de tres millones de
m3 e igualmente el eucalipto, a lo que hay que sumar casi 1,5 millones de m3
donde se mezclan pinos y eucaliptos en el monte gallego.
Muy por detrás está el carballo, con 652.000 m3 y el castaño,
con 157.000 m3.
La desventaja, económicamente, entre estas especies y las de repoblación (hay
pino autóctono) es que crecen mucho más lentamente, lo que hace que las
empresas madereras y las de pasta de papel demanden una producción suficiente.
Pero una cosa es el aspecto económico, nada
desdeñable, porque viven muchas personas de él, y otra los incendios
forestales, que constituyen un atentado ecológico de primera magnitud. ¿Estamos
asistiendo a un cambio en la secuencia de las estaciones tradicionales, con
primaveras más lluviosas y veranos más prolongados? Pues si esto fuese así
todavía habría que atender más a este problema para darle solución. No sé si la Xunta de Galicia tiene en
cuenta esta posibilidad. Tampoco se ven campañas de educación social sobre el
desastre que significan los incendios forestales, así como no se constituyen
voluntarios –que deben estar coordinados por las autoridades- para evitar los
incendios.
¿Y la limpieza de las masas forestales? Sabido es
que la mayor parte del monte gallego está en manos privadas, sean estas
personas particulares o comunidades de vecinos. La Xunta no vela para que el
monte esté limpio de rastrojos, no se vigila suficientemente, no se empiezan
las campañas de prevención a tiempo, no se dedican los fondos presupuestarios
necesarios. Porque no estamos hablando de una cuestión baladí, sino de un
patrimonio de todos aunque esté privatizado en buena parte.
En algunos países se han introducido especies con
bajo poder combustible, y otro aspecto es el penal, que no depende solo de la Xunta de Galicia, sino del
legislador estatal, que debiera endurecer los castigos a los pirómanos. No
ignoro que en ocasiones esos pirómanos (pocos) son personas trastornadas para
las que el tratamiento debe ser distinto, pero en todo caso es la educación y
la prevención, convirtiendo a cada gallego en un cuidador del monte, la primera
medida importante.
Solo así se podrá garantizar un medio ambiente de
más calidad que el que ahora tenemos, y se podrán garantizar los puestos de
trabajo de las 473 serrerías, las de 25 fábricas de tableros, la de pasta de papel en
Pontevedra, las de 191 fábricas de envases y embalajes, las de 1.046 fábricas de carpintería y
ebanistería y otras tantas de mobiliario y objetos de madera (datos de
FEARMAGA).
Galicia ha perdido siempre, cada año, la batalla
en materia de incendios forestales: hay dos responsables, los negligentes y
pirómanos y las autoridades. Es hora de que la sociedad gallega exija recursos,
personas e inteligencia a los que están obligados a ello. De lo contrario
Galicia será un yermo dentro de un siglo, mientras las pretensiones
especulativas sobre el suelo campan a su antojo. La Xunta ha hecho aprobar una
Ley que favorece este vicio.
L. de Guereñu Polán.
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