A las 17 horas del día
17 de julio en Melilla un grupo de
guardias de asalto fue a inspeccionar el Centro de Cartografía del Ejército
donde se presumían armas almacenadas por los
conjurados golpistas. Allí se
enzarzaron con los conspiradores en un tiroteo. Los facciosos llamaron en su
ayuda a un pelotón de legionarios afines al movimiento antirrepublicano, lo que
les permitió dominar la situación. Así se anticipó en unas horas lo que estaba
previsto para la madrugada del 18…
Paquita La Culona, o sea Mis Canarias, o sea el sanguinario general Francisco
Franco deshojaba las ultimas hojas de la margarita en el funeral del general
Balmes, oportunamente “fallecido” en extrañas circunstancias… Poco después el
Dragón Rapide lo trasladaría a Marruecos para encabezar a los traidores que
allí lo esperaban.
Cuajaba la traición a
la Republica… La traición de unos
militares a sus juramentos, de los que con tanta pomposidad presumían cuando
había ocasión. Unos soldados que tras Rocroy, escasos honores habían conseguido
en el campo de batalla...Ahora tenían ante sí la posibilidad de una “cruzada
heroica” ametrallando a la ciudadanía inerme y por ello lloverían laureadas y
condecoraciones…Y aun así, teniendo
enfrente al pueblo mal armado y carente de instrucción bélica, necesitarían el
socorro de nazis, fascistas italianos, fascistas portugueses…Y la felonía de
las llamadas potencias democráticas (Inglaterra y Francia) con su vergonzoso y
cobarde Pacto de no Intervención…
El golpe de estado de
1936 fue una inmensa chapuza que fracasó estrepitosamente. Y que arrastró a
España a la más terrible de sus no escasas guerras civiles. Donde la victoria
de un bando, fue la victoria del odio, la persecución sangrienta y del
maniqueísmo brutal que condenó a una
gran parte del país a la marginación, a la carencia de derechos y al silencio. Que convirtió al ejército de
España, en ejército de ocupación de España. Y en carceleros de su propio país.
Desde el diez y siete a
las diez y siete, pasaron tres años
interminables que desangraron al país en los frentes y la retaguardia… Y
luego…horror…silencio…brutalidad asesina y pisoteo de la dignidad de los
vencidos. Con la complicidad clerical. Guardiana omnipotente de la moral y de
la fe en un estado teocrático a medida del genocida del Pardo. Asesino bajo
palio, acuarela habitual mientras su consorte, la conocida como “La Collares”
se pavoneaba al lado del “Centinela de Occidente”. Esa Iglesia, que aún hoy mantiene en la pared exterior de muchos
de sus templos bajo el nombre del líder fascista José Antonio Primo de Rivera a
los fallecidos del bando golpista, “por Dios y por España”, en clara demostración
de que las dos Españas continúan en sus mentes.
Cuatro décadas en que
el país quedo sepultado bajo un manto de atraso, de obscurantismo, de
persecución de la intelectualidad, del saber y de cualquier atisbo de
pensamiento libre. Era a “Longa noite de
pedra” de Celso Emilio Ferreiro…
Muerto el dictador
vinieron años en que aun presumiendo democracia, siguió desafiante el Valle de
los Caídos, la Plaza de Oriente como escenario del fascio los 20N, la Fundación
Francisco Franco con jugosas aportaciones del erario público…Demasiado silencio
cómplice, demasiados nostálgicos que cínicamente se envolvieron en una
Constitución en la que no creían y terminaron por apropiársela...Un velo de
silencio durante décadas amparó protector a los asesinos…a sus cómplices…a los
que se enriquecieron con la sangre vertida y los sufrimientos habidos.
Ese oprobio y
desvergüenza podría estar tipificada por un innoble personaje, Rafael Hernando
portavoz en el Congreso del PP, refiriéndose a la Memoria Histórica “Los familiares de las víctimas del
franquismo se acuerdan de desenterrar a su padre solo cuando hay subvenciones”.
Zafio, infame y canalla, lo dice quien lleva viviendo del erario público desde
sus años más mozos. Por cierto, el Partido Popular al que pertenece, es que el
que ahora, entre sobre y sobre, “dirige” España,-en funciones-, y exige se le
habilite (no a seguir ensobrando, eso la hacen bien solos) sino a seguir
mangoneando la finca…
Ochenta años más tarde,
más de uno, con leves retoques del decorado se sentirían cómodos en la
situación pretérita. Sin necesidad de bandos de guerra, de piquetes de soldados
desfilando a toque de corneta, ni tanques triturando el pavimento de las
calles...Llega con el clik de un
ordenador. Con números perversos en covachas lujosas, y con los medios
domesticados a golpe subvención…O creando una policía política presta a
desprestigiar al rival convertido en enemigo, hasta reducirlo al silencio.
Y como guinda del
pastel, desnaturalizar y poner a su servicio a un partido socialista, del que
exige con descaro su cobertura. Un
partido, cuya historia se forjó al servicio de la clase trabajadora, de la
Republica, y revalidó en las trincheras, los penales y el exilio su compromiso. Numerosas decenas de
millares de hombres y mujeres se revolverán en sus tumbas, muchas pérdidas en
campos y carreteras, si tal cosa se produjese.
Hoy se habla de un
pacto nacional para “salvar.” España.
Ayer era un movimiento nacional salvador de España. La derecha tiene la
perversa habilidad de convertir en tema de estado sus intereses y convocar en
nombre de la “patria” a todos en su obligada ayuda, blanqueando sus tropelías.
Lo expresa muy bien, con desenfadado cinismo el Director del Banco de España,
Luis María Linde: “no es austeridad, sino patriotismo” lo que determinó los
feroces navajazos a los derechos, libertades y prestaciones sociales.
Un “patriotismo” que recorta y privatiza el
derecho a la salud, que sobrecarga los costos farmacéuticos, que ningunea la
ley de dependencia, que ponen en riesgo el sistema de pensiones saqueando su
fondo de reservas, que carece del mínimo respeto por los derechos y libertades
ciudadanas y arbitra un ley mordaza para cercenar las protestas es un
“patriotismo” que parece antagónico con el
PSOE que fundó hace más de 130 años D. Pablo Iglesias Pose. Quizás debieran
pensarlo los llamados a tomar decisiones...
La siniestra sombra del
17 a las 17, es mucho más larga de lo que pudiera parecer…
Antonio Campos Romay
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