Cuando yo era niño me referí una vez a la
ilusión, pero en realidad –según me explicó mi padre- debí de haber dicho
esperanza. Yo creo que la izquierda gallega (la política y la sociológica)
tenía más ilusión que esperanza antes de las elecciones que, una vez más, ha
ganado el Partido Popular. Tantas primarias, búsqueda de candidatos
insospechados, improvisaciones, conejos sacados de la chistera, para nada.
No sé si, como viene siendo norma, los diversos
partidos de la izquierda en Galicia volverán a no querer ver que el país tiene
un problema y que dichos partidos son parte del problema, por lo menos mientras
no se pongan a pensar seriamente, dando la máxima participación a la gente,
sobre las causas que llevan a estas situaciones. La mayor parte de los gallegos
son propietarios de algo, la mayor parte tienen una visión individualista de la
vida, la mayor parte de ellos son conservadores, la mayor parte no son
nacionalistas… En mi opinión no queda otro remedio que armarse de esfuerzo y
empezar una labor misionera, que no se ha hecho desde hace mucho tiempo, donde
en vez de peleas internas estériles y estúpidas, se busque en la gente la
empatía porque se presentan las mejores propuestas para Galicia y por las
personas más capaces.
Por lo que respecta al Partido Socialista creo
que hubiera sido mejor candidato el señor Méndez Romeu, pero esto es una
opinión y no tiene mayor valor. Sin embargo, el Partido Socialista siempre se
ha empeñado en cambios muy poco reflexivos: cuando tuvo la oportunidad de
disponer del mejor candidato que ha tenido nunca, el de un exitoso alcalde de A
Coruña, este prefirió enrocarse en la púrpura y la exclusividad de su persona,
lo que le invalidó definitivamente. No sé si se ha ofrecido por quien puede
hacerlo la candidatura a don Xerardo
Estévez, porque creo que sería un muy buen candidato. Recuerdo al señor
Barreiro Gil que, además de brillante, conoce bien los problemas de Galicia y
tiene experiencia política como senador…
Podríamos seguir poniendo ejemplos de
candidatos con más fuerza, capacidad de comunicación y liderazgo, pero como no
están en la “nomenklatura” se prescinde de ellos, y no está el Partido
Socialista de Galicia para prescindir de nadie. Tantas peleas, dimes y diretes,
voceros, enfados, protestas, para nada. Ahora podrán agradecerle al señor
marqués del Fragoso (el exitoso alcalde vigués) el gran favor que ha hecho al
señor Feijóo en contra de su propio partido, que es lo contrario de lo que
deseábamos los socialistas. Igual podríamos decir de otros que, con tal de
asegurar su exitosa candidatura a un escaño, han sacrificado todo lo demás. Así
no vamos a ninguna parte.
Parece que los que no estamos en las filas del
Partido Socialista no nos enteramos de las cosas, pero sí nos enteramos; sabemos
de las debilidades de unos, las mezquindades de otros y los méritos de los más,
porque no estar en las filas no significa no estar en la política, en este caso
en el sentido menos profesional de la palabra.
Solo me queda decir una cosa: el Partido Socialista,
si dependiera de mí, haría más política en la calle y en las aldeas, en los
barrios y con los colectivos sociales que en el Parlamento, y en este haría una
política autónoma que obedeciese a las señas de identidad del socialismo hoy,
sin concesiones a esa cosa llamada Marea y a ese periclitado nacionalismo que
tiene más moral que el Alcoyano: ¿a quien se le ocurre proponer nacionalismo en
un país que no es nacionalista?
L. de Guereñu Polán.
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