El artículo 25º del Estatuto de
Euskadi estableció en su número 3 que “la elección [de los diputados] se
verificará en cada Territorio Histórico [así es como se llaman las provincias
en dicho texto legal] atendiendo a criterios de representación proporcional”,
pero en el número 5 del mismo artículo se remite a una ley electoral que, en su
día –y está en vigor- estableció 25 diputados a elegir por cada uno de los
territorios históricos, siendo así que la diferencia en habitantes entre las
diversas provincias es enorme: Vizcaya aventaja con mucho a Álava y, en medio,
a distancia notable, se encuentra Guipúzcoa.
A nadie se le oculta que la ley
electoral vasca se “olvidó” de la proporcionalidad establecida en el número 3
del artículo 25º porque se intentó primar a la provincia más “castellana”,
Álava, por paisaje, historia y comportamiento electoral. De la misma forma se
estableció la capital en Vitoria por igual causa. Es evidente que un diputado
en Vizcaya cuesta muchos más votos que uno en Álava, de forma que están
igualmente representados los territorios pero muy desigualmente representados
los vascos –de nacimiento o de adopción.
El Partido Nacionalista Vasco,
hegemónico siempre en Euskadi, alentó esta forma de representación, muy poco
proporcional aunque el sistema de elección no sea mayoritario, aunque le
perjudicaba, si bien es cierto que Vizcaya, al menos en las primeras
legislaturas, era un buen foco de votos favorables al Partido Socialista.
Si el sistema electoral vasco
fuese realmente proporcional, es decir, los vizcaínos eligiesen a muchos más
diputados que los alaveses, el Partido Nacionalista Vasco, con toda seguridad,
podría tener mayoría absoluta, no solo en las elecciones del 25 de septiembre
próximo, sino en otras anteriores. Los territorios históricos (Vizcaya, Álava y
Guipúzcoa) han tenido sistemas forales distintos, instituciones distintas,
historias incluso distintas, por más que la proximidad geográfica, la lengua
autóctona y los exegetas del vasquismo sean los mismos.
Si se pretendiese cambiar la ley
electoral –una vez que ya ha arraigado la existente- uno de los más
perjudicados sería el Partido Popular, que tiene en Álava su principal vivero,
mientras que EH-Bildu en Guipúzcoa, provincia esta última dond el Partido
Socialista ha quedado relegado a un puesto marginal. Dicho desde fuera parece
una intromisión, pero como ciudadano del mundo me parece muy mal que se prime a
los territorios en vez de a la voluntad de los habitantes.
L. de Guereñu Polán.
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