Los cubanos son un pueblo con mala suerte,
aunque supongo que lo mismo que otros muchos. Sufrieron primero la explotación
de la burguesía española que se enriqueció y apoderó de sus instituciones
coloniales produciendo azúcar y vendiéndola a medio mundo, pero con el trabajo
de los cubanos y de los mambises. Luego sufrieron la explotación de las
empresas norteamericanas, que no dejaron a los cubanos elegir su destino,
aunque no pocos (sí pocos en términos absolutos) quisieron la unión de Cuba a
Estados Unidos.
Los cubanos sufrieron guerras que no provocaron
ellos, muertes y represión que sí provocaron algunos de ellos, regímenes
liberales e incluso democráticos que no lograron modernizar el país, dictaduras
corruptas que lo hundieron moralmente, aunque en algunos momentos propiciaron
cierta estabilidad económica.
Me ha llamado siempre la atención el hecho de
que en Cuba se tenga a Castro como el gran personaje de su historia, cuando hay
otros que le aventajan en todos los sentidos: supongo que mucho de esto habrá
sido cosa de la propaganda y los medios del régimen que aún perdura. José
Martí, sin ir más lejos, sí es un héroe nacional, verdadero romántico,
luchador, desinteresado, sin apego al poder, cayó en el campo de batalla y,
curioso, preparó su insurrección, que era la de muchos cubanos, desde Estados
Unidos, pero no en connivencia con sus gobiernos. Félix Varela, antes que
Martí, es otro de los patriotas que debieran tenerse muy por encima de los
mandamases del régimen actual en Cuba; tuvo arrestos para enfrentarse a las
autoridades coloniales españolas y terminó muriendo en el exilio.
Podríamos citar a otros pero no es el caso; el
pueblo cubano tiene muchos ejemplos de abnegación, entrega y patriotismo, pero
no creo que el más claro y meritorio sea el de los Castro. Estos sí fueron,
junto con otros, verdaderos héroes cuando hicieron la revolución de los años
cincuenta pasados, cuando expulsaron a los corruptos funcionarios del régimen
de Batista, cuando decidieron que habría de ser el Estado cubano el que
administrase la economía de la isla. Pero cuando Castro y parte de su familia,
sus más allegados –que no todos fueron los que hicieron la revolución- se
aferraron al poder, se hundieron en el descrédito. Mantuvieron a los cubanos
alejados del mundo, engañados, creyendo que la Unión Soviética primero, la Venezuela populista
después, eran la solución, cuando tal cosa ha resultado, y muchos cubanos lo
advirtieron, un fraude.
Nadie puede negar los logros en materia
sanitaria a favor de los cubanos conseguidos por el régimen actual, y la plena
escolarización, otra cosa es la libertad de cátedra, que no existe en Cuba…
Pero los 18.000 dólares “per cápita” que la ONU reconoce a Cuba ¿cómo están repartidos? Muy
mal: los cubanos viven al año con unos pocos dólares y el resto se reparte
entre la burocracia del Estado y los funcionarios del régimen, desde los más
encumbrados hasta la red de espías que los Castro han establecido en el país
desde los años sesenta: en los barrios, en los pueblos, en las ciudades, en los
puertos, en los campos y las villas, en las zonas serranas y en las costeras.
Porque si la revolución hubiera sido un éxito,
esos 18.000 dólares “per cápita” estarían bien repartidos e imagínense lo que
significaría de renta para cada cubano, su nivel de bienestar más allá de lo
que el Estado es capaz de dar como servicio público. No es así y la revolución
cubana, como antes otras en Rusia, China, Vietnam, etc. han fracasado
terminando como el rosario de la aurora, por no hablar de los derechos civiles,
de la libertad e expresión, de la libertad de prensa, de la persecución a los
disidentes, los cuales eran para el régimen de los Castro agentes de la CIA, como para Franco eran
todos comunistas. Hay más: crímenes inconfesos pero por todos conocidos, fusilamientos
sumarísimos, sin garantías, para acabar con quien no interesaba… aunque dichos
crímenes no puedan compararse nunca con los de las dictaduras de otros signos
que hemos conocido.
¡Que lástima no haber recuperado la Constitución cubana
de 1940! ¡Que ocasión para que Fidel Castro, ahora ya pasto de la tierra, si se
hubiese retirado a lo largo de los años sesenta, dejando un país en manos de
quienes los cubanos hubiesen elegido, incluso propiciando que el camino a
seguir estuviese a salvo de los depredadores en connivencia con el vecino del
norte!
Cuando yo era joven se me decía –desde
posiciones de izquierda- “es que amenaza la - Coca Cola a Cuba…”, “es que la cultura china no aspira a la
democracia como en occidente…”. Falacias. Todo pueblo, llegando a un grado de
madurez, aspira a lo mismo, a ser dueño de su destino, a que no se le engañe, a
que no se le creen mitos que a la postre mueren. Si Castro está hoy en la
cúspide de la fama en Cuba es por haberse eternizado por la fuerza en el poder;
pero la altura moral corresponde a otros, de igual manera que un Franco en
España puede haberse aferrado al poder durante cuatro décadas, pero tenemos
referentes históricos que le superan con creces: los Jovellanos, los Cánovas,
los Azaña… los Martí, Varela, Maceo…
L. de Guereñu Polán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario