viernes, 24 de febrero de 2017

Del libro ¿Dónde está la izquierda?

Si la izquierda ha de renovar su pensamiento partiendo de cero, si ha de descartar a cuantos son de derechas sin saberlo, si ha de democratizar y “libertizar”sus propias organizaciones, entonces ¿Para qué queremos la izquierda? ¿No sería mejor iniciar un movimiento nuevo, que no hubiera de librarse de todos esos pesos muertos?
La respuesta me parece simple: la izquierda, antes que un movimiento o una ideología, es una actitud, la inconformista.De ella surgen las organizaciones para expresarla. De ellas derivan las ideologías para racionalizaarla. Aunque se quisiera, no podría renunciarse a este pasado. Una actitud es siempre, quiérase o no, una continuación, aunque haya que pensarla partiendo de cero
La actitud de izquierda, de inconformismo, ha sido fructífera. Lo que hace la vida vivible para los no privilegiados, lo que hoy permite esperar que será mejor en el futuro, se debe a la acción y al pensamiento de la izquierda en el pasado. La derecha, por definición, no cambia nada por propia iniciativa. La evolución de la sociedad es algo de lo que la izquierda no ha estado ausente.
Que no haya destruido sino solo suavizado la explotación del hombre por el hombre; que no haya hecho imposible sino difícil, la opresión de pueblos e individuos, no significa que la izquierda, el inconformismo, haya fracasado. Conviene señalar los éxitos de la izquierda, desde la enseñanza púbica hasta el servicio militar obigatorio, desde el sufragio universal hasta el divorcio y la igualdad legal de los sexos, desde la idea de libertad a la de igualdad, desde los derechos humanos al concepto de pleno empleo, desde la soberanía popular a la de autodeterminación, desde la autogestión a la socialización, porque en la balanza de la historia pesan mucho más que sus fracasos. Conviene destacarlo precisamente cuando es evidente la necesidad de una renovación desde los fudamentos, porque sin la confianza que da el tener un pasado fructífero, acaso la renovación no pasara de un revoque de fachada. Con ese pasado detrás, con los problemas del presente con los problemas del presente delante, con las posibilidades que unos y otros abren, ¿qué inconformista puede sentirse vacilante tímido o dudar de sí mismo?
Que lo conseguido no haya sido todo lo que se quería significa que queda mucho por hacer, y, por tanto, que la izquierda es necesaria. Que haya habido éxitos y fracasos significa que la acción de la izquierda no se halla escrita en las estrellas o los dogmas, que es resultado de la volutad de los hombres y no está predeterminada por la historia.
La vida es, a la vez, más fácil y más difícil que en el pasado, los problemas más angustiosos y los medios de resolverlos, más complejos. Podemos mirar hacia atrás y decirnos: ¡Cuánto se ha hecho! Y creando el porvenir podemos exclamar: ¡Cuánto queda por hacer¡
Una empresa sin fin
Si queda tanto por hacer, si hay que pensar desechando mitos, fetiches, clichés e hipotecas ideológicas, si se han de buscar soluciones a problemas creados por otros (los capitalistas), si se han de crear los anticuerpos del virus totalitario, del que la izquierda es portadora (como cualquier movimiento político) y el de las tendencias oligárquicas (como en cualquier organización) si se ha de rechazar a quienes, disfrazados de izquierda actúan como derecha, y se han de establecer normas éticas que fijen límites a lo que se puede hacer y señalen lo que no se puede hacer, por beneficioso que parezca, y si nada de esto es cosa de coser y cantar, y todo entraña riesgos, incomodidades y sacrificios, entonces ¿por qué emprender ese camino?.Si ser de izquierdas exige pasar por todas estas pruebas, ¿quién se sentirá a ser tentado a ser de izquierdas? ¿Qué puede atraer hacia una izquierda que ofrece una revisión trabajosa de las ideas cómodas, un rigor inconfortable en la conducta, un rechazo de procedimientos fáciles y una exigencia constante de pulcritud en el pensar y en el actuar?
La respuesta es sencilla: el placer. El placer de juzgar lo que se acepta y se rechaza, de estar inconforme con lo que desagrada y tratar de cambiar aquello que funciona mal
Ser de izquierdas no es pertenecer a un partido, buscar el poder, querer sustituir la propiedad privada, hacer la revolución o introducir reformas. Estos son solamente medios. Ser de izquierdas es participar en una empresa común- de unos pocos a veces- de muchos en ocasiones-, una empresa que jamás puede considerarse terminada, que debe renovarse sin cesar. Afirmar que la sociedad debe cambiar, no es garantizar que los oprimidos no se convertirán en opresores, ni que los explotados de hoy no sean los explotadores de mañana. Pero es apostar a que se lograrán fomentar las condiciones para que se desarrolle una sociedad en la que las tendencias del hombres a oprimir y explotar no podrán satisfacerse. Se trata, en fin de cuentas de que una comunidad entera aprenda a reprobar ciertas conductas, y aprobar otras. Decir que esto es soñar equivale a ignorar la historia. ¿Quién aceptaría hoy la esclavitud? Sin embargo, unos siglos atrás la servidumbre era “normal” y todavía haceapenas un siglo se libró una guerra civil para acabar con la esclavitud.
Hacia esta izquierda, pertenecer a la cual será un placer, se van dando pasos. El análisis del fenómeno comunista es un paso hacia la inmunización contra la tentación dictatorial…….

Selecionado por Rosa Gómez Limia

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