viernes, 17 de febrero de 2017

La sentencia

Nadie puede impedir que millones de españoles tengamos el convencimiento moral de que la hermana del rey de España, su esposo y otros encausados en el caso "Noos" son culpables de graves delitos, aunque la sentencia que condena a cada uno de diversa manera (e incluso exonera a otros) parezca leve en relación a las culpas contraídas. Una cosa es la "verdad" judicial y otra la "verdad" aparente, pero ninguna de ellas es la verdad pura, que quizá no le es dado a los humanos. Delitos tan graves como el cohecho, la estafa, el fraude, la malversación, la prevaricación, diversos delitos fiscales y otros, no pueden ser considerados como si de robar un par de gallinas se tratase, pero una cosa son los justiciables comunes y otra algunos justiciables de guante blanco.

No es cierto, por mucho que se repita, que la justicia es igual para todos: como mucho se puede decir que existe igualdad jurídica, es decir, que no existen leyes de aplicación a unos y otras de aplicación a otros. Pero la justicia no es igual para todos desde el momento en que no todos tienen los mismos recursos para defenderse. Mi abogado, el de mi vecino o el del empleadillo de a pie, por muy buen profesional que sea, no tiene los contactos, la facilidad para influir en las voluntades que tienen otros abogados entregados de por vida a defender a grandes personajes de la vida pública, privada y del crimen. Como ya Cesare Beccaria señaló hace casi tres siglos, las penas han de ser proporcionales, de forma que si se rebajan para los encausados más culpables, los menos han de quedar exonerados. Es lo que ha ocurrido con la sentencia del caso "Noos", que algún doctorando alguna vez estudiará y demostrará sus pormenores. 

No pongo en cuestión la independencia e imparcialidad de las magistradas que formaron el tribunal, pero no puedo creerme que no se hayan visto sometidas a presiones más o menos indirectas, por parte de la fiscalía, los abogados, testigos y amigos de testigos, incluso por las más altas autoridades del Estado. Otra cosa es que estas presiones hayan hecho más o menos mella en las citadas magistradas. Ya es irregular ver al fiscal haciendo de abogado defensor de la hermana del rey, dar crédito a la ignorancia de la misma sobre las actividades de su esposo, creer que la riqueza desmedida en la que vivía la señora Borbón y sus esposo no llamaban la atención de aquella, que nunca se preguntó de donde salía tanta opulencia... En otro orden de cosas, es caer muy bajo el defraudar gravemente al fisco formando parte de la familia real, pues no estamos en siglos pasados, cuando el fisco era propiedad del rey más que de los ciudadanos.

Estoy atento a ver si los sentenciados con penas de prisión entran de inmediato o no en la cárcel, como quizá debiera solicitar el fiscal y aceptar el tribunal (digo quizá porque no me atreveré a decir lo que deba hacerse en el campo judicial) pero muchos españoles -creo estar en lo cierto- creemos que sería una muestra de justicia y equidad respecto de otros casos en los que los sentenciados ya están entre rejas. 

Algunos dirigentes del Partido Popular, que deben seguir otros procesos judiciales como acusados, no han salido mal parados de este, a pesar de la fortuna amasada por el señor Matas valiéndose de su cargo como Presidente de la Comunidad Balear. Los que no estamos en el secreto de las investigaciones policiales, fiscales, judiciales... los que no estamos en el secreto de los testigos y de los delincuentes juzgados, no podemos levantar mucho la voz de forma insensata, pero sí podemos mostrar nuestra preocupación porque un caso verdaderamente escandaloso se haya saldado con penas que la opinión pública (solo la opinión pública) considera leves. Y esta consideración es legítima en la medida en que se tenga la prudencia de admitir que las magistradas tienen sus razones... las magistradas deben también considerar que la opinión pública tiene las suyas. 

L. de Guereñu Polán.

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