lunes, 17 de julio de 2017

Doña Neus

La señora Munté, nacionalista e independentista catalana donde las haya, ha sido portavoz del Gobierno del señor Puigdemont demostrando una actitud aguerrida, yo diría que incluso talibán, en favor de la independencia de Cataluña. Como una hoplita griega con espada corta pero recia, escudo oblongo y casco devenido en melena rubicunda y movida por el viento, comparecía una y otra vez doña Neus diciendo que el referéndum en favor de la independencia se celebraría pasase lo que pasase... excepto si su participación en la organización de dicho referéndum afectase a su muy acrecido patrimonio, pues los que como ella forman el ejército del PDECAT (nueva marca de la corrompida Convengencia de Cataluña) han amasado una suculenta fortuna en su no muy larga vida.

Doña Neus, a pesar de su contundencia, no era esa yihadista que imaginábamos y que se inmola por la causa de sus ideales. No. Primero está su patrimonio. Suele ocurrir cuando se pone tanto énfasis en lo imposible, que llega el momento de sucumbir por la vía de la "pela".

En la historia del nacionalismo tenemos muchos ejemplos: el griego contra la dominación turca o el polaco contra la dominación rusa son perfectamente comprensibles. El irlandés contra la dominación inglesa también, a pesar de que no todos lo entendieron de la misma manera: véase la guerra entre Collins y Valera que llevó a los irlandeses a una guerra civil tras la primera mundial.

Los nacionalismos en África o en Asia contra la dominación de británicos, franceses, portugueses, holandeses, belgas, alemanes, españoles y otros también se entienden bien. ¿Que hacía el rey Leopoldo de Bélgica llenándose los bolsillos de francos mientras millones de congoleños morían abrasados por el caucho, mutilados por rebelarse o bajo tierra explotando las minas de oro?

Pero otros nacionalismos ya son otra cosa: hace reir (o llorar) ver a doña Neus y sus correligionarios entonar "Els segadors", que nada tienen que ver con los opulentos miembros del PDECAT, con don Pujol y compañía, con los ladrones de guante blanco que han dilapidado bancos y empresas en Cataluña al grito guerrero de "España nos roba". Este nacionalismo que pretender -sin conseguirlo- ser reconocido en Europa, que pretende romper la solidaridad de las regiones españolas, que pretende que la riqueza de Cataluña se quede solo ahi, sin comprender que hace tiempo que vivimos en una "aldea global" en la que no tienen cabida los egoismos de ese corte, es otra cosa.

Sí tienen cabida los egoismos de los ricos transnacionales, de esas diez mil familias que controlan el mundo al margen de todo control democrático. Pero estos no tienen nada que ver con el nacionalismo patrimonial de doña Neus. Esta, ahora, ya puede dormir tranquila: los grandes oligarcas del mundo le van a garantizar su patrimonio, incluso el denostado Estado español. Pasada la etapa de guerrera hoplita de doña Neus, dicen que se la visto, en los dos últimos días, más sonriente y tranquila: ha salido del Gobern y su patrimonio ha quedado a salvo.

L. de Guereñu Polán. 


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